El Sacro Imperio Romano Germánico. Peter H. Wilson

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Название El Sacro Imperio Romano Germánico
Автор произведения Peter H. Wilson
Жанр Документальная литература
Серия
Издательство Документальная литература
Год выпуска 0
isbn 9788412221213



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href="#ulink_3277ff6a-0cb6-528a-8c23-83570d61ebf8">132 No había sido un buen comienzo. El final no tardó en llegar. Tras fracasar en su intento de tomar Florencia, Enrique contrajo malaria y falleció en Buonconvento, cerca de Siena, el 24 de agosto de 1313.

      La implicación de los franceses continuó la pauta iniciada en 1170, como mínimo, de abrir las disputas papado-imperio a influencias externas. Francia obstaculizó las negociaciones de forma reiterada, pues el enfrentamiento le permitía prolongar el, en palabras de Petrarca, «cautiverio babilónico» de Aviñón. La imposición por parte de Juan de un entredicho que suspendía los servicios religiosos en Alemania fue motivo de amplio resentimiento e ignorado, además de costarle un elevado precio moral, pues parecía como si quisiera castigar al común de los alemanes. En 1300, los principales señores germanos habían rechazado el intento papal de extender su disputa con el rey Alberto I y, en 1338, apoyaron el decreto Licet iuris de Luis que respaldaba de manera explícita la antigua idea de los Hohenstaufen de que el monarca alemán era ya emperador, con derecho automático de ejercer prerrogativas imperiales una vez elegido. Por una vez, un intelectual influyó de forma directa sobre los hechos históricos: Lupold de Bebenburg proporcionó los argumentos legales e históricos del decreto de Luis. Su programa fue continuado por Carlos IV, aspirante al trono de Luis y luego sucesor y culminó en la bula de oro de 1356, que excluía por completo al papa de la elección del rey germano (vid. págs. 300-301 y 306).

      Los Luxemburgo y el papado

      Los debates en torno a la fe y a la práctica religiosa imprimieron urgencia a la controversia sobre la gobernanza eclesiástica, dado que ambos no podían ser resueltos por separado. También se fusionaron con las discusiones de la reforma del imperio, donde la noción de que electores y señores ejercieran la responsabilidad colectiva se entrelazó con el nuevo concepto denominado conciliarismo. Esta idea, surgida en la universidad de París, sostenía que la monarquía papal debía equilibrarse con un consejo general de obispos y cardenales. La política práctica añadió ímpetu adicional. Tanto Venceslao como Ricardo II de Inglaterra fueron depuestos por conspiraciones aristocráticas con menos de un año de diferencia y en Francia estalló una guerra civil en 1407 que se amplió con la intervención inglesa cuatro años más tarde. La inestabilidad impidió en 1400 la coronación imperial de Venceslao o la de su rival, Ruperto del Palatinado. La negativa de Venceslao a renunciar, incluso después de que su hermano menor, Segismundo, fuera elegido en 1410, prolongó la incertidumbre política hasta su muerte, acaecida en 1419. Para entonces, el imperio se enfrentaba a su propio movimiento herético, los husitas de Bohemia, además del amenazador avance de los otomanos, que marchaban por el este, a través del reino de Segismundo, Hungría.