Peregrinaje al Bicampeonato. Gustavo Villafranca Cobelli

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Название Peregrinaje al Bicampeonato
Автор произведения Gustavo Villafranca Cobelli
Жанр Сделай Сам
Серия
Издательство Сделай Сам
Год выпуска 0
isbn 9789563384987



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de Sergio Fabián Vázquez, Néstor Raúl Gorosito y Alberto Federico Acosta de demostrar que ellos habían sido los campeones, en concordancia a sus declaraciones a diferentes medios. Asimismo, era la primera vez que sería testigo de un partido de la “U” por Copa Libertadores, pues no tenía recuerdos de su última participación en 1981, así que mi obsesión y nerviosismo eran desesperantes.

      Transcurridas las horas, una fuerte lluvia comenzó a caer, lo que no fue impedimento para que con todo el grupo fuéramos a ver el partido. El Negro, uno de mis amigos, se había vuelto mucho más fanático tras el título ante Cobresal y ya conocía bien a todos los jugadores, así que compartía muchos de mis temores en la previa.

      Universidad Católica era favorita para el debut, porque tenía mucho mejor plantel que el año anterior, mientras que el de la “U” estaba despotenciado, pues en reemplazo de Rogelio Delgado jugaba Luis Abarca; en lugar de Fabián Guevara, el ex Everton Miguel Ponce; y reemplazando a la gran Bruja Aredes, el desconocido mediocampista argentino Óscar Román Acosta. Por otro lado, el cuadro de Jorge “Lulo” Socías había dejado muchas dudas al caer por la cuenta mínima en Coquimbo durante el debut oficial de la temporada; el estreno de la Copa Chile había sido unos días antes.

      El favoritismo de aquella noche tuvo mucho de cierto, porque Católica empezó con todo y rápidamente se puso 1 × 0 gracias a la anotación de Alberto Acosta. Los cruzados dominaban el partido casi a su antojo, pero lentamente se comenzó a dar vuelta en favor de la “U” gracias a dos jugadas muy concretas: en la primera, el Beto enfrentó solo a Vargas, quien tras gran achique, logró quedarse con la pelota cuando el gol era casi seguro; y, en la segunda, Marcelo Salas corrió a disputar una pelota con Sergio Fabián Vázquez y se lanzó en dura trancada contra el argentino, lo que provocó su lesión y salida del campo. Ambas acciones fueron un aliciente para el resto de los jugadores azules que, poco a poco, comenzaron a presionar con el sobrio trabajo de Musrri y Mardones, además del constante desahogo del Huevo Valencia. En las áreas, era un hecho que Vargas estaba inspirado y Salas parecía una amenaza constante. Así, el hombre de Temuco, aprovechó la única oportunidad que tuvo y anotó el 1 × 1 al filo del descanso. El gol lo gritamos todos en el bar y en la fila al baño durante el entretiempo; el Negro, con un par de piscolas en el cuerpo, se animó con un C-H-I que hizo retumbar los ventanales del sucucho.

      Tras aquel grito, comenzamos a ver el segundo tiempo como si estuviéramos en el estadio, cantando y alentando a la “U”, lo que pareció transmitirse a los jugadores de Socías, ya que en el segundo tiempo entraron aleonados y atacando con todo hacia el sector sur. De esta manera, gracias a otros dos goles del Matador y a la conquista del Polaco Goldberg, se produjo un expresivo 4 × 1, algo impensado. Terminado el partido, salimos a las calles a celebrar y eran muchos los autos que tocaban la bocina. Parecía que Universidad de Chile estuviera celebrando un título, sin embargo, la temporada recién comenzaba.

       COPA LIBERTADORES

      Por esos años, el reglamento de la Copa Libertadores clasificaba a 3 equipos de cada grupo a la siguiente ronda; en nuestro caso –con las Universidades, Millonarios y Atlético Nacional– se veía muy reñido, especialmente por el equipo de Medellín, que había ganado la Copa hacía apenas unos años y continuaba siendo una institución potente gracias al lavado de activos del cartel de esa ciudad, a pesar de la muerte de su líder, Pablo Escobar, a fines de 1993.

      La tabla de posiciones mostraba a la “U” escapada arriba con 3 puntos, los colombianos con 1 y la UC sin unidades, algo inédito en el fútbol hasta ese entonces, ya que siempre fueron 2 puntos en cancha lo que se jugaba, destinados en su totalidad para el ganador o a repartir en caso de empate. Sin embargo, la puntuación cambiaba en Sudamérica esa temporada 1995, imitando lo que hace algunos años ya se venía realizando en Inglaterra, debido al abuso de la famosa media inglesa –ganar de local y empatar de visita–, lógica que generaba especulaciones en relación al empate.

      Universidad Católica fue el primer equipo chileno en visitar tierras cafetaleras y sufrió un papelón cayendo por goleada 4 × 1 y 5 × 1 en cada cotejo. Con esa campaña, la “U” ya casi estaba al otro lado, así que con cierto relajo vi los dos partidos de los azules en Colombia. El equipo venía mejorando en Copa Chile y se acercaba a la clasificación en el torneo local tras igualar 0 × 0 en La Serena, vencer 1 × 0 a Unión Española –gol de Goldberg– y 5 × 0 a Coquimbo en Santa Laura –anotaciones de Marcelo Jara (2), Juan Carlos Ibáñez (2) y Juan Quiroga.

      En Colombia, frente a Atlético Nacional, el duelo fue apretado: la “U” pudo haber convertido, pero René Higuita demostró su grandeza al bloquear dos llegadas de Salas. Ante Millonarios ocurrió algo parecido, y el equipo de Socías volvió con derrotas por la cuenta mínima, pero estos resultados en ningún caso se veían como algo negativo. Perder fuera de casa y por margen estrecho era algo remontable de local en la Libertadores.

       ABONADOS

      Al regresar de las vacaciones de verano, mi fervor hacia la “U” estaba por los cielos, pues tendría la oportunidad de ver a Universidad de Chile jugar por primera vez la Copa Libertadores en el Estadio Nacional, lo que se veía bastante asequible, ya que la dirigencia de la Corfuch contaba con un sistema de abonos a precios muy baratos y en varias cuotas. Mi cálculo era el siguiente: asistiendo a tres partidos de Copa Libertadores, más dos clásicos de local a tribuna Andes, se pagaba el abono de todo el año y, en mi caso, el costo disminuía aún más al ser adicional de mi viejo, por lo que también agregamos al Negro, haciéndolo pasar como sobrino de mi papá.

      Ya en condición de abonado, pude hacer estreno de mi tarjeta para el partido del 12 de marzo ante Deportes La Serena en Santa Laura. Como el recinto de plaza Chacabuco no tenía tribuna Andes diferenciada de galería, con el abono se pudo entrar bajo la marquesina en plaza Chacabuco, un lugar donde nunca me había tocado asistir.

      Era increíble cómo iban cambiando mis hábitos de hincha. Durante la temporada en segunda nos sentábamos en la tribuna que está al frente del sector oficial y, luego de esperar un largo rato la típica rifa de la pelota Tango en ese sector –que nunca gané–, dejaba la compañía de mi viejo para ir a la barra oficial, ubicada en el sector sur, donde había mucha batucada y banderas gigantes al estilo del fútbol brasilero. En el segundo tiempo iba al lado norte para sumarme a la naciente barra, compuesta en su mayoría por jóvenes metaleros, donde se cantaba a viva voz: A pesar de todo, yo estoy aquí, porque soy de abajo, muero por ti.

      Ese partido de 1995 no iba acompañado de algún morbo especial, las fichas estaban puestas en la Copa Libertadores y el grupo de Copa Chile se veía totalmente asequible. De todos modos, el duelo con los papayeros sirvió para aumentar mis preocupaciones con respecto a los tres volantes que la “U” había traído –Juan Quiroga, Hugo Bravo y Óscar Román Acosta–, ya que su rendimiento futbolístico se veía poco convincente y estaban muy lejos de Raúl Aredes. El partido se ganó por un cómodo 2 × 0, gracias a las anotaciones de Jara y Goldberg.

       A TRES BANDAS

      Marzo se empezaba a llenar de actividades y en Universidad de Chile la escasez de plantel preocupaba ante la eventualidad de jugar la Copa Chile, Libertadores y el Torneo Nacional en forma paralela. A ello se sumaban las convocatorias del vasco Xabier Azkargorta, que llegaba a hacerse cargo de la selección luego del extraño periodo de Mirko Jozic, concluido con muy pocos partidos y una triste derrota 0 × 3 en el debut –llevado a cabo en Ñuñoa– de Daniel Passarella como seleccionador de Argentina.

      Cristián Castañeda, Marcelo Salas y Esteban Valencia eran convocados a la selección en forma permanente; mientras que Luis Musrri, Ronald Fuentes y Patricio Mardones solo ocasionalmente. En ese sentido, Socías ya había comenzado con las rotaciones, pero el nivel de varios no convencía. Solo Cristián Traverso –que finalmente había llegado desde Argentinos Juniors– demostraba esfuerzo y garra para defender la camiseta, porque el resto de las incorporaciones hacía muy poco.

      En Copa Chile fueron titulares durante algunos encuentros varios juveniles salidos de la cantera azul,