Pablo: Reavivado por una pasión. Bruno Raso

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Название Pablo: Reavivado por una pasión
Автор произведения Bruno Raso
Жанр Документальная литература
Серия Lecturas devocionales
Издательство Документальная литература
Год выпуска 0
isbn 9789877982824



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fin de ser consumados en la comunión y consumidos en la misión.

      El 23 de octubre de 1878, pocos días después de un congreso mundial de la iglesia, en medio de una fuerte tormenta de viento y nieve, Elena de White escribió lo siguiente: “Cuanto más inclemente es el tiempo, mayor es nuestra necesidad de que obtengamos el brillo del sol de la presencia de Dios. Esta vida, aun en su mejor expresión, es solamente el invierno del cristiano; y los fríos vientos del invierno –chascos, pérdidas, dolor y angustia– son nuestra suerte aquí; pero nuestras esperanzas están puestas en el verano del cristiano, cuando cambiaremos de clima. Dejaremos todas las ráfagas invernales y las fieras tormentas detrás, y seremos llevados a las mansiones que Jesús ha ido a preparar para aquellos que lo aman” (Notas biográficas, p. 264).

      Más allá de las tormentas presentes o futuras, Cristo es nuestro Piloto. En este espíritu y necesidad, los dejo con Pablo, una voz de esperanza, un reavivado por una pasión.

      Pr. Bruno A. Raso,

      junio de 2020.

      ¿Qué mirarás hoy?

      “Entonces todos los que estaban sentados en el Concilio, al fijar los ojos en él, vieron su rostro como el rostro de un ángel” (Hechos 6:15).

      Saulo tenía un pasado que lo condenaba y lo descartaba totalmente para ser un buen cristiano. Su nombre significaba “Aquel que fue deseado o pedido insistentemente”. Lejos estaba de cumplir los sueños de sus padres, y menos los de Dios. Nació en una ciudad gentil, era ciudadano romano y educado en Jerusalén por uno de los más eminentes rabinos, llamado Gamaliel. Saulo se presentaba a sí mismo como hebreo, fariseo, perseguidor de la iglesia e irreprochable (Fil. 3:5, 6).

      Saulo también había depositado toda su expectativa en la venida del Mesías, pero, chasqueado, después de la muerte de Cristo se unió a los sacerdotes y los príncipes para perseguir y terminar con los seguidores de Jesús. Los dirigentes judíos habían supuesto que la nueva fe y el entusiasmo de los cristianos cesarían al clavar a Cristo en la cruz. Sin embargo, las escenas del Pentecostés y las posteriores mostraban una iglesia activa y poderosa.

      Saulo se volvió un acérrimo defensor de las doctrinas defendidas por los fariseos, y dedicó todas sus energías a conducir a los cristianos a los tribunales, a la cárcel y a la muerte. Sin embargo, ni las amenazas, ni las prohibiciones ni los castigos parecían suficientes para apagar tanto fuego que ardía en el corazón de los nuevos creyentes. Hasta la persecución fue un recurso de difusión del evangelio.

      Así, un siervo valiente y comprometido como Esteban, lleno de gracia y poder, haciendo prodigios, fue mal juzgado por blasfemia contra Dios, injustamente sentenciado y, finalmente, apedreado. La muerte de Esteban pareció una derrota, pero Dios siempre escribe derecho sobre líneas torcidas. Su vida, sus últimas palabras, su semblante, sus gestos y su compromiso con la verdad conmovieron a muchos, incluso a Saulo. Y Dios transformó la aparente derrota en una resonante victoria.

      Dejamos atrás un año marcado por la pandemia y sus consecuencias: pérdida de vidas, recursos, trabajo, lo que generó dolor, angustia y sufrimientos como nunca. Al empezar este nuevo año, tu vida puede estar cargada de prejuicios, miedos, fracasos, tristezas, culpas y sueños no alcanzados. No te angusties. Como a Saulo, Dios quiere darte nuevas oportunidades. Como Esteban, mira hacia arriba, porque allí está la clave para obtener la paz y la victoria.

      Inicia estos nuevos doce meses buscando a Jesús. Recibe como propias las palabras de Elena de White para su hijo Edson: “Descansa constantemente en tu Salvador; ve a él en busca de sabiduría, de valor, de firmeza de propósitos y para todo cuando necesites” (Carta 3, del 12 de mayo de 1877).

      De Saulo a Pablo

      “Lo echaron fuera de la ciudad y lo apedrearon. Los testigos pusieron sus ropas a los pies de un joven que se llamaba Saulo” (Hechos 7:58).

      Son escasos los detalles biográficos directos del joven Saulo. Tan solo una mención pasajera a su madre y a sus antepasados hebreos, que no era hijo único y que al octavo día fue circuncidado. Es posible que su familia lo considerara un rebelde cuando se convirtió al cristianismo y rompiera toda relación con él, aunque algunos de sus parientes llegaron a ser cristianos.

      Jerónimo afirma que los padres de Saulo vivieron originalmente en Giscala de Galilea y que en el año 4 a.C. fueron llevados como esclavos a Tarso, donde obtuvieron su libertad, prosperaron y se hicieron ciudadanos romanos. Allí les nació Saulo, su hijo. Como era de la tribu de Benjamín, esta elección bien pudo haber sido en honor a Saúl, el primer rey de Israel.

      Es sumamente probable que la familia de Saulo fuera de cierta alcurnia y de una riqueza más que común. Así, Saulo valoraba su herencia racial y religiosa. Él era “hebreo de hebreos” (Fil. 3:15), y le añadía un orgullo especial ser un auténtico fariseo. Por eso vivía conforme a la más rigurosa secta de la religión judía, fariseísmo heredado de su padre y amplificado por causa de su educación bajo la tutela de Gamaliel en Jerusalén, donde fue enviado cuando tenía doce años (Hech. 22:3).

      Saulo se introduce en el relato del libro de Hechos como miembro celoso de la secta más estricta del judaísmo, presenta su apoyo y da asentimiento a la muerte de Esteban. Él siempre está listo para perseguir a los cristianos.

      Después de 18 referencias a Saulo en Hechos, aparece el cambio. Ahora “Saulo” se transforma en “Pablo”. Lucas, autor del libro, sabía que el apóstol tenía dos nombres (Hech. 13:9): Saulo, para un ambiente judío; y Pablo, para un ambiente gentil. Cuando él fue circuncidado, recibió un nombre judío, pero como vivía en una comunidad gentil se le dio también un nombre latino relativamente común: “Paulus”.

      “Por el apedreamiento de Esteban, los judíos sellaron finalmente su rechazo del evangelio. Los discípulos, dispersados por la persecución, ‘iban por todas partes anunciando la palabra’; poco después se convirtió Saulo el perseguidor, y llegó a ser Pablo, el apóstol de los gentiles” (Elena de White, El Deseado de todas las gentes, p. 200).

       Estos dos nombres, más que dos idiomas, ilustran dos actitudes o escuelas de vida. Una recorre la Tierra buscando poder y sembrando odio y muerte; la otra mira hacia el Cielo ofreciendo vida y buscando restaurar en el nombre de Jesús. Una se opone, la otra apoya. Una destruye, la otra construye. Una persigue, la otra salva.

       ¿Eres un Saulo o un Pablo?

      ¿Qué quieres que yo haga?

       “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Él dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón. Él, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? (Hechos 9:4–6).

      El más cruel e implacable perseguidor de la iglesia se transforma en el más hábil defensor y paladín de Jesucristo. Su día se volvió noche. Cuando su vista oscureció, él vio definitivamente la luz del evangelio.

      La persecución de los seguidores de Jesús llevó a muchos de estos a refugiarse en Damasco, un centro comercial ubicado a unos 100 kilómetros del Mar Mediterráneo y a 240 kilómetros al nordeste de Jerusalén, en la provincia romana de Siria. Varias rutas comerciales conectaban Damasco con otras ciudades del Imperio Romano. La presencia cristiana en ese lugar era una oportunidad para la extensión del cristianismo y hacia allá fue Saulo, con autoridad, fuerza, vigor y celo equivocado para perseguir, encarcelar y matar a los supuestos herejes.

      Casi llegando a la ciudad, mientras contemplaban la verde y fructífera vegetación, lo rodeó una luz del cielo más fuerte que el sol en su esplendor; lo arrojó al suelo, y se escuchó una fuerte y poderosa voz que decía: “Saulo, Saulo ¿por qué me persigues?” Esta experiencia única iba a transformar su vida para siempre.