Название | Pablo: Reavivado por una pasión |
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Автор произведения | Bruno Raso |
Жанр | Документальная литература |
Серия | Lecturas devocionales |
Издательство | Документальная литература |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9789877982824 |
Adoptar es recibir y tratar a un extraño como a nuestro propio hijo, y Pablo aplica el término a los cristianos porque Cristo los trata de esa manera, aunque por naturaleza eran extraños y enemigos.
En términos jurídicos, se entiende como adopción el acto por el cual se establece un vínculo de parentesco entre una o más personas en una relación de maternidad o paternidad. En sus orígenes, en la adopción romana existía lo que denominaban adoptio plenay, que incluía la cesión de la patria potestad, y adoptio minus plena, que establecía un vínculo entre adoptante y adoptado, pudiendo o no generar derechos, es decir, no eran obligatorios.
Un niño estaba siendo hostigado por sus compañeros de clase por ser adoptado. Sin embargo, él no se sentía inferior o discriminado por eso. Así que, les preguntó: “Ustedes ¿no son adoptados? ¡Qué pena, no se preocupen, alguien los va a adoptar!” Era tal el privilegio que sentía que su autoestima estaba alta, se sentía valorado, querido, tenía sentido de pertenencia, un nombre, una familia, una educación, un presente, un futuro y una herencia.
Fue el amor lo que movió a nuestro Padre que está en los cielos a adoptarnos de manera plena con todos los derechos presentes y eternos. Y es el amor lo que debe llevarnos a decir en palabras y en una vida consecuente: “Abba, Padre… Muchas gracias, papá”.
24 de febrero
Aflicciones versus gloria
“Tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse” (Romanos 8:18).
Pablo parece contrastar el presente y el futuro: aflicciones de hoy por gloria de mañana, lo temporal por lo eterno. En verdad, es un contraste incontrastable e incomparable. El apóstol ya había sufrido mucho, y mucho sufrimiento más le aguardaba por causa del evangelio, hasta su martirio.
Igualmente, por experiencia y por revelación, él tiene por cierto y asegura que las aflicciones son leves y pasajeras en comparación con la gloria, que es inmensa y eterna. Es como si Pablo tuviera en sus manos una antigua balanza de dos platos: en uno de ellos coloca los sufrimientos presentes; y en el otro, la gloria eterna.
El sufrimiento es a causa del pecado. Sufrimos de manera directa cuando cosechamos lo que sembramos; o de manera indirecta, por la existencia del mal en el mundo. Sufrimos por enfermedad, desengaños, falta de trabajo, falta de recursos, injusticia, frustraciones, soledad, culpa, odio y todo otro dolor del tiempo presente. Podemos sufrir también por causa del evangelio, al vivir y compartir la fe, al dar testimonio de la verdad y del Señor. Aun en medio de tanto dolor, necesitamos recordar que es temporal y que tiene un límite.
La gloria de Dios es consecuencia de la gracia. Es ilimitada y eterna. Pero ¿solo en la eternidad? ¿Podemos tener un anticipo de esa gloria en esta Tierra? Es posible “algo” de gloria en el presente para contrastar con lo “mucho” de aflicciones. Si todos nuestros días presentes son de aflicción, comparados con los días interminables de gloria, igual vale la pena. No importa la cantidad y la severidad de nuestros sufrimientos presentes, quedan insignificantes al compararlos con la gloria eterna. Pero, además de la esperanza del mañana, necesito fuerzas para hoy.
La gloria que muy pronto será revelada incluye el resplandor brillante del regreso de Cristo. Los justos vivos serán transformados, y los justos que descansan serán resucitados, para recibir la gloria, la vida de Dios para siempre. Los injustos que vivan no podrán soportar el resplandor de la gloria de la venida de Jesús. Los justos trasladados al cielo, de regreso a la Tierra, compartirán la gloria de Dios por toda la eternidad.
Experimentando la paz, el perdón, el consuelo, la esperanza, y en el cumplimiento de la misión viendo los milagros de Dios que transforman vidas, tenemos un anticipo de la gloria venidera. Romanos 8:1 dice que tenemos que aguardar esa manifestación con deseo ardiente; es decir, con la cabeza levantada, seguros, confiados, fieles y comprometidos, porque desde su serena eternidad Dios está en el control de todas las cosas.
25 de febrero
Gemidos
“Sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora. Y no solo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo” (Romanos 8:22, 23).
Pablo dice que la Creación gime como con dolores de parto, y que también gemimos nosotros y el Espíritu. El dolor durante el trabajo de parto es ocasionado por las contracciones de los músculos y la presión sobre el cuello uterino. Además, se puede sentir en el abdomen, las ingles y la espalda. La sensación de dolor puede variar de una mujer a otra, pero el dolor del parto es considerado, junto a otros, como de los más dolorosos, tales como migrañas, herpes zóster, cálculos renales y biliares, dolor de muelas, neuralgia del trigémino y quemaduras. En el caso del dolor producido por el parto, la alegría de la vida sobrepasa el sufrimiento.
Vivimos en un tiempo de malestar generalizado. La Creación entera, nosotros incluidos, clamamos y esperamos una intervención. Elena de White lo describe claramente en estas tres citas.
“Las tormentas braman con destructiva violencia. El hombre, las bestias y las propiedades sufren daños. Debido a que el hombre sigue transgrediendo la Ley de Dios, él les retira su protección. El hambre, los maremotos y la pestilencia se suceden porque el hombre ha olvidado a su Creador. El pecado, la plaga del pecado, mutila y desfigura a nuestro mundo; y la Creación agonizante gime bajo la iniquidad de sus habitantes” (Elena de White en Europa, p. 208).
“En el mundo, todo es agitación. El Espíritu de Dios se está retirando de la Tierra, y una calamidad sigue a otra por tierra y mar. Hay tempestades, terremotos, incendios, inundaciones, homicidios de toda magnitud” (El Deseado de todas las gentes, p. 590).
“Satanás ve que su tiempo es corto. Ha puesto a todos sus agentes a trabajar a fin de que los hombres sean engañados, seducidos, ocupados y hechizados hasta que haya terminado el tiempo de gracia, y se haya cerrado para siempre la puerta de la misericordia” (ibíd.).
Mientras tanto, el Espíritu coloca a disposición todo su poder para que entendamos los tiempos en que vivimos, y actuemos con fidelidad, a fin de que los dolores de parto concluyan y alumbremos la vida eterna.
Cuando “la creación gime a una”, el corazón del Padre infinito gime porque se identifica con nosotros. Para destruir el pecado y sus consecuencias, dio a su Hijo amado y nos permite que, mediante la cooperación con él, terminemos con esta escena de miseria.
26 de febrero
Una promesa vigente
“Sabemos, además, que a los que aman a Dios, todas las cosas los ayudan a bien” (Romanos 8:28).
Cuando Elena de White ya era viuda, fue a servir a Dios y a la iglesia a la lejana Australia. Esto sucedió a fines del siglo XIX, cuando el país no era la próspera nación que es hoy y cuando no había aviones para viajar hasta allí de manera rápida.
En Australia, Elena sufrió durante once meses de fiebre palúdica y de reumatismo inflamatorio. Pasó por el mayor sufrimiento de su vida. No podía levantar los pies sin sufrir gran dolor. La única parte del cuerpo sin dolor era el brazo derecho, del codo para abajo. Las caderas y la espina dorsal dolían constantemente. No podía estar acostada por más de dos horas. Se arrastraba a una cama similar para cambiar de posición. Así pasaban las noches. Los médicos le dijeron que nunca volvería a caminar.
Al principio de su sufrimiento e invalidez, sintió que no podía soportarlo, pero no mucho tiempo después pudo entender que la aflicción era parte del plan de Dios. Recordó que el Señor nunca le había fallado. Entonces, oró fervientemente y notó cuán dulce es el