Viaje al centro de ti - Los 12 mandamientos del siglo XXI. Luis Fernando arean Alvarez

Читать онлайн.
Название Viaje al centro de ti - Los 12 mandamientos del siglo XXI
Автор произведения Luis Fernando arean Alvarez
Жанр Сделай Сам
Серия Harpercollins Nf
Издательство Сделай Сам
Год выпуска 0
isbn 9788491395645



Скачать книгу

pero no lo es, ¿y sabes por qué? Porque después del golpe de varita, después del despertar y después de realizar el viaje al centro de mí mismo, las situaciones negativas ya nunca se viven igual; y los problemas, por muy duros que sean, se ven diferentes. Y mira que ahora estamos en una situación mucho peor, ya que no hay fecha para abrir de nuevo los teatros. Y no se sabe en qué condiciones se abrirán y no sabemos si el público, invadido por el miedo, querrá regresar a un sitio cerrado.

      Hasta que se tenga una vacuna la cosa pinta bastante mal; sin embargo, mi manera de llevar las cosas es muy distinta a la de hace dieciséis años. Ahora veo con claridad y siento de dentro hacia fuera y no de fuera hacia dentro, y, créeme, todo cambia.

      Termino este libro justo el día que se ha levantado el estado de alarma, el 20 de junio de 2020. Imagino que tenía que ser así y espero de corazón que mi viaje te ayude si has salido de esta crisis con preguntas sin respuesta. Hay situaciones difíciles de entender, no podemos cambiarlas, pero sí podemos, por muy difícil que parezca, cambiar lo que pensamos o cómo actuamos sobre ellas. Espero que lo disfrutes. Quizás este libro sea el golpe mágico que estabas esperando.

      1

      EL VIAJE QUE CAMBIÓ MI VIDA

      Es fundamental empezar con una advertencia.

      Debo avisarte de que vas a leer hechos que te parecerán increíbles, pero por eso son milagros. Seguro que si en vez de vivirlos en primera persona me los hubieran contado, no los habría creído.

      Los consideres milagros o no, te recomiendo que los leas porque no son relatos que me haya inventado, son revelaciones que te voy a transmitir tal y como a mí me llegaron de quienes yo llamo mis maestros espirituales. A su vez seguro que ellos los recibieron de otros maestros anteriores y así sucesivamente. Imagino que todo partiría de algún Ser Superior o de otra dimensión. ¿Cuál? No lo sé, y además no creo que tengamos la capacidad de entenderlo. Las limitaciones que tenemos como humanos no nos dejan ver con claridad a los seres y energías diferentes, aunque al leer este libro verás cómo puedes alcanzar un mayor nivel de conciencia que te permita sentirte conectado con algo superior en todo momento.

      Pues bien, regresemos a 2004. Después de los atentados del 11-M que antes te contaba, me hundí en lo que se puede llamar una depresión. No encontraba sentido a nada, no sabía cómo salir de la situación y no veía luz al final del túnel.

      Desde hacía tiempo tenía la costumbre de preguntarme cada mañana si era feliz. Y hasta hacía poco la respuesta solía ser siempre ¡sí! Estaba consiguiendo lo que deseaba, estaba llegando a la cima de la montaña que me había creado. Por supuesto que era feliz, de eso se trababa la felicidad, ¿no? O por lo menos eso me habían enseñado desde la infancia. Pero después del golpe que me dio la vida, mi repuesta empezó a ser no, no y no.

      Fueron pasando los días y la respuesta continuaba siendo la misma, y así seguiría si no tomaba una acción inmediata. De hecho, sabía que solo la necesidad de tener que repetirme esa pregunta significaba que no era feliz.

      Ahora sé que cuando uno es feliz no necesita preguntarse nada, simplemente lo es. Al igual que no necesita preguntarse si está respirando. Simplemente respira.

      Recuerda esto: cuando tengas dudas sobre si hacer algo o no, si la pregunta existe es porque no lo quieres hacer. Cuando uno quiere de verdad hacer algo, lo hace. La verdad nunca duda.

      Volvamos a mi relato. Me empezaba a preguntar si alguna vez había sido feliz. En aquel momento me lo cuestionaba todo y no sabía si ser feliz era en realidad lo que la sociedad identificaba como tal, pero ¿qué tipo de felicidad era esa que podía desaparecer de la noche a la mañana? ¿Es felicidad aquello que está condicionado por situaciones que no puedes controlar? Es como si hablar dependiese de que otra persona te dejara la voz.

      Si la felicidad no depende de ti, es imposible que seas feliz.

      Comencé a pensar que quizás la verdadera felicidad era aquella que recordaba de la infancia, donde siempre estaba alegre. Porque solo el hecho de saber que en cualquier momento la puedes perder, independientemente de lo que hagas, hace que tus instantes de felicidad mueran de inmediato por el miedo a que desaparezcan en un segundo. Esta reflexión me hacía pensar que no estaba donde siempre me habían dicho. Y, si no estaba allí, ¿dónde se escondía?

      Como ves, mi cabeza era un hervidero de preguntas y reflexiones sobre absolutamente todo. Llegaba a dudar de mi propia existencia, aunque entendía que esa pregunta ya la tenía resuelta hacía cuatrocientos años gracias a Descartes: «Pienso, luego existo». Aunque hoy yo diría esta máxima al revés: existo, luego pienso. Porque ahora tengo claro que el ser está por encima del pensamiento, pero por aquel entonces de lo único que tenía absoluta certeza era de que estaba pensando, así que pasaría al siguiente peldaño.

      LA PREGUNTA MÁS IMPORTANTE

      Según iban pasando las semanas cada vez me costaba más ponerme en pie, no encontraba alicientes. Aun así, veía vídeos motivacionales para intentar arrancar las jornadas con fuerza. De poco servían. El vacío me visitaba cada mañana para llenarme de preguntas sin respuesta. Y como hacía nada más despertar al mirarme al espejo, me cuestionaba si lo que iba a hacer ese día era realmente lo que quería hacer.

      Había leído que si la respuesta a esta cuestión durante cinco días seguidos era no, tenía que sentarme y cambiar lo que estaba haciendo lo antes posible. Pero ¿cómo iba a cambiar una vida en la que supuestamente estaba en el camino correcto, haciendo todo lo que desde pequeño me habían dicho que había que hacer para ser feliz?

      Lo había hecho, lo había conseguido y lo había perdido, y ¿ahora qué? Nadie me habló de que esto pudiera pasar ni de cómo salir adelante. Nos preparan para el éxito, no para el fracaso. Parece ser, según mis enseñanzas, que la felicidad solo es posible cuando las cosas suceden como uno quiere. Un error que tardé en entender.

      Llevaba años estudiando y sacrificándome duramente para alcanzar lo que todo el mundo desea: un trabajo estable, un salario mensual más que digno, una casa, estabilidad, cultura, vivir en un país del primer mundo, vacaciones, gente alrededor que me quería. Llegué muy alto y suponía que era feliz.

      Es verdad que a pesar de haber conseguido llegar tan arriba, siempre sentí que en realidad había logrado lo que todos esperaban de mí, pensaba que eso era lo correcto y sacrifiqué mi vida para conseguirlo.

      Queremos que todos estén orgullosos de nosotros. Como suele ser normal, damos más importancia a lo que opinan los demás que a lo que pensamos de nosotros mismos. No nos importa dejar de ser quienes somos o quienes nos gustaría ser para convertirnos en lo que los otros esperan que seamos. Vamos construyendo sin darnos cuenta el personaje que la gente que nos rodea quiere ver. Es como si ellos fueran moldeando la forma de la escultura de nuestra vida.

      Cuando lo pierdes todo y surgen las preguntas, una de ellas es: ¿es esto lo que yo hubiese hecho de haber sabido que de igual manera iba a triunfar haciendo lo que me diese la real gana? La respuesta empezaba a ser NO.

      Y es curioso, porque con solo treinta años había realizado muchísimos proyectos, muchos y muy exitosos. Otros lo parecieron, aunque no lo fuesen, porque si en algo era un experto era en saber que si fracasas en algo solo tú debes saberlo. Al resto del mundo no hace falta que les cuentes nada.

      Hasta ese momento había disfrutado una vida muy por encima de la media. Había conseguido mucho más de lo que jamás había soñado de pequeño, pero después del cierre del teatro sentía que nada de eso importaba, algo que podía desaparecer tan rápido no podía ser, como he dicho, la famosa «felicidad».

      Nadie te enseña que la felicidad se encuentra en otro sitio mucho más profundo, en un balance entre lo interno y lo externo. Sin ese equilibrio, vivir se convierte en una desequilibrada aventura. Así me encontraba yo, perdido, y lo único que quería era huir. ¡¡Huir!!

      Una madrugada, sin saber muy bien por qué, sentí que