Sanación de los recuerdos. Gustavo E. Jamut

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Название Sanación de los recuerdos
Автор произведения Gustavo E. Jamut
Жанр Документальная литература
Серия Sanación en el Espíritu
Издательство Документальная литература
Год выпуска 0
isbn 9789877620597



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      • Las bendiciones de restauración familiar e interpersonal.

      A continuación veremos, por medio de las Sagradas Escrituras, cómo con frecuencia Dios pronuncia bendiciones a favor de nosotros, sus hijos; y cómo ellas producen efectos saludables. Al leer, memorizar, repetir y proclamar estas bendiciones del Señor, ellas producirán en nosotros y en las personas hacia quienes las pronunciemos un efecto concreto.

      Estas bendiciones bíblicas fortalecerán la seguridad interior de que somos personas amadas y bendecidas por Dios, generando en nosotros actitudes positivas y animándonos a bendecir y a alabar a Dios cada día y en toda situación.

      Las bendiciones de restauración interior

      A ustedes, gracia y paz abundantes

      (1Pe 1, 2).

      A continuación veamos en las Sagradas Escrituras, por medio de algunos ejemplos, lo que produce la bendición de Dios en aquellas personas que necesitan alguna forma de restauración interior.

      Ya el Antiguo Testamento mostraba el poder de la bendición para que el corazón se liberara de toda opresión y se llenara de alegría:

      El pueblo suplicaba al Señor Altísimo, dirigía sus plegarias ante el Misericordioso, hasta que terminaba el culto del Señor y se ponía fin a la liturgia. Entonces, él descendía y elevaba las manos sobre toda la asamblea de los israelitas, para dar con sus labios la bendición del Señor y tener el honor de pronunciar su Nombre. Y por segunda vez, el pueblo se postraba para recibir la bendición del Altísimo. Y ahora bendigan al Dios del universo que hace grandes cosas por todas partes, al que nos exaltó desde el seno materno y nos trató según su misericordia. Que él nos dé la alegría del corazón, y conceda la paz en nuestros días, a Israel, por los siglos de los siglos. Que su misericordia permanezca fielmente con nosotros y que nos libre en nuestros días (Eclo 50, 19-24).

      La bendición de Dios nos brinda la seguridad de su protección y nos libera de aquellos males que producen ansiedad y aflicción: Jabés invocó al Dios de Israel, exclamando: Si de verdad me bendices, se ensancharán mis territorios, tu mano estará conmigo y alejarás el mal para que no padezca aflicción. Y le concedió Dios lo que pedía (1Cr 4, 10).

      La bendición de Dios renueva el entusiasmo y un nivel emocional elevado repercute en todas las áreas de la salud: El Señor renueva el entusiasmo e ilumina los ojos, da la salud, vida y bendición (Eclo 34, 17).

      También nos enseñan las Sagradas Escrituras que la sabiduría atrae la bendición y en un proceso de retroalimentación, la bendición hace al hombre sabio: El hombre sabio está colmado de bendiciones, todos los que lo ven lo alaban (Eclo 37, 24).

      La bendición es la presencia operante de Dios en la persona, que hace que ésta sea feliz: Has puesto sobre él bendiciones eternas, tú lo haces feliz con tu presencia (Sal 21, 7).

      La bendición de Dios trae fortaleza y paz, las cuales comienzan en el corazón del creyente, para luego expandirse en todas las personas que le rodean y en todo lo que le circunda: El Señor dará fuerza a su pueblo, dará a su pueblo bendiciones de paz (Sal 21, 11).

      También el Nuevo Testamento nos enseña el efecto benéfico que produce la bendición de Jesús en el nivel emocional:

      La bendición trae armonía interior: Jesús los llevó hasta las proximidades de Betania y, elevando sus manos, los bendijo. Mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al cielo. Los discípulos, que se habían postrado delante de él, volvieron a Jerusalén con gran alegría, y permanecían continuamente en el Templo alabando a Dios (Lc 24, 50-53).

      Este es un claro ejemplo para comprender cómo la bendición de Jesús produce un cambio interior profundo en los apóstoles. Ellos, a causa de todo lo vivido después de la pasión, muerte y resurrección de Jesús se hallan consternados. Todos los parámetros por ellos conocidos hasta ese momento se hallan “patas para arriba”. Y, como si fuera poco, Jesús les anuncia que se va, y que vuelve al Padre. Seguramente vuelve a resurgir en sus corazones con intensidad el miedo al futuro, vuelven a padecer el temor de sentirse nuevamente abandonados por Jesús; y miles de preguntas se agolpan en sus mentes, las cuales no les permiten tener paz.

      Sin embargo, nos dice el evangelista que después de la bendición que Jesús les da, antes de ascender a los cielos, ellos volvieron a Jerusalén llenos de gozo. Vemos así cómo la bendición de Nuestro Señor Jesucristo libera el corazón de temores e inseguridad, llena de confianza y de paz, brindándoles además un nuevo sentido de orientación a sus vidas.

      Y esta respuesta, que menciona el Catecismo, sucede porque la alabanza y acción de gracias surgen cada vez más espontáneamente de aquellos corazones que participan y se benefician del proceso restaurador del amor Divino.

      Testimonio

      Sanar la herida del abandono materno

      Con el pasar de los años las heridas interiores lo habían vuelto una persona con carácter agresivo y en algunos momentos hasta llegaba a ser violento; en esas ocasiones se descargaba con palabras denigrantes hacia las personas más cercanas. A esto se sumaba que tenía la compulsión de querer controlar la vida de su esposa y de sus hijos hasta en los mínimos detalles.

      Durante su infancia y adolescencia Carlos había sufrido demasiado, pues su mamá había partido de esta vida cuando él apenas tenía siete años. Esto produjo en el niño una sensación de profunda pérdida, lo cual no llegaba a comprender, pues él tenía un vínculo particularmente profundo y especial con su mamá, aún más que el que habían nutrido su hermana y su hermano.

      A los pocos meses de morir su madre, su papá llevó a vivir en la casa a otra mujer, la cual por diversos motivos no logro conquistar el cariño de los niños.

      Un tiempo después su hermana mayor se escapó de la casa paterna y se fue a vivir con una tía. Esto produjo en Carlos una nueva herida de abandono, ya que en parte su hermana había estado cubriendo la ausencia materna. Entonces el pequeño se fue llenando de una sensación de desvalorización y su interior se fue cargando de resentimiento hacia los demás, particularmente hacia su padre y hacia la nueva mujer de éste.

      No pasó mucho tiempo hasta que también él se escapó de la casa paterna, llevándose consigo a su hermanito menor y yéndose a vivir a la casa de la tía donde ya antes se había refugiado su hermana.

      En la nueva casa, con su tía, el niño es cuidado, tratado con amor y respeto, pero también educado con límites estrictos y severidad extrema. Todo allí era disciplina férrea, rigor prusiano en los horarios, impecable y exacta puntualidad en el cumplimiento de todos los deberes.

      Siendo Carlos ya mayor, casado y con cuatro hijos adultos, se sentía angustiado y deprimido. Con periodicidad tenia arranques de nervios y de una ira desproporcionada hacia su esposa e hijos. Todas estas reacciones surgían como consecuencia de tanto dolor acumulado, ya que nunca nadie le había ayudado a descubrir que Jesús Vivo tenia el poder de liberarlo de toda la basura emocional que año tras año se había acumulado en su atribulado corazón.

      Santiago, uno de sus hijos, con la ayuda de la oración, el acompañamiento espiritual de un sacerdote y la ayuda profesional de una psicóloga, había logrado comprender, aceptar y perdonar los errores que su papá había cometido y los castigos excesivos que le había infligido durante la niñez. Entonces comenzó a orar por su papá Carlos con