Antiperonista es tu culpa. Matías Pérez Manghi

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Название Antiperonista es tu culpa
Автор произведения Matías Pérez Manghi
Жанр Социология
Серия
Издательство Социология
Год выпуска 0
isbn 9789874666420



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      Lectura Crítica 2020

       Av. de Mayo 1110, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.

       (54-11) 4382-1630

      Edición: Carolina Tobías Córdova

       Diseño e ilustraciones: Carolina Costantino

      Las fotos de este libro pertenecen al archivo del Diario Clarín y al Archivo General de La Nación. Queda hecho el depósito que establece la ley 11.723. Libro de edición argentina.

      No se permite la reproducción total o parcial, el almacenamiento, el alquiler, la transmisión o la transformación de este libro en cualquier forma o por cualquier medio, sea electrónico o mecánico, mediante fotocopias, digitalización u otros métodos, sin el permiso previo y escrito de la editorial.

      ISBN 978-987-46664-2-0

      Edición en formato digital: septiembre de 2020

      Conversión a formato digital: Libresque

      Pérez Manghi, Matías

      Antiperonista es tu culpa: el antiperonismo, la razón de los problemas que padece la Argentina / Matías Pérez Manghi. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Lectura Crítica, 2020.

      Libro digital, EPUB

      Archivo Digital: descarga

      ISBN 978-987-46664-2-0

      1. Historia Política Argentina. 2. Economía Política Argentina. 3. Peronismo. I. Título.

      CDD 320.0982

      INTRODUCCIÓN

      Voy a hacerles un pedido: cuando se sienten a leer este libro, pónganse una mano en el corazón y traten de no dejarse invadir por los sentimientos vividos tanto por ustedes como por sus familias. Les propongo entonces que probemos ponernos en el lugar del otro para, a través de un análisis riguroso e histórico, terminar de una vez por todas con la antinomia peronismo-antiperonismo. Este libro busca abandonar las causas que durante tantas décadas produjeron una profunda división en la sociedad argentina para que empecemos a pensar en un país distinto. Hacer historia no es lo mismo que recordar. Lo primero depende del análisis, y además de profundos conocimientos teóricos y fácticos. Recordar no es más que rememorar hechos, pero también los sentimientos que nos conmueven o motivan más allá de las circunstancias. Saquemos esas subjetividades de nuestro corazón y hagamos un análisis objetivo.

      Sin embargo, el recuerdo puede ser materia prima de la historia, tanto por las vivencias de los protagonistas como por aquello que queda para siempre en la memoria de la gente con respeto, consideración o, por lo menos, comprensión o piedad. Las tradiciones, por ejemplo, entran en esta categoría, pero también se incluye la mirada compasiva hacia los errores: “al final compensó su falta” con arrepentimiento o con un gesto que mitiga los yerros y las negligencias.

      Debo ser sincero desde el comienzo de este libro: amo a la Argentina. Es el país que me hizo hombre, que me dio mi familia, que me dio mis amigos, que me hizo amar el fútbol, que me dio a mi mujer y a mis hijos. Jamás lo voy a abandonar, jamás lo pensé y jamás voy a cambiar esta opinión. ¿Y por qué? Porque es el mejor país del mundo. Y de ahí viene mi convicción de que tenemos todo para ser felices, para vivir bien y en armonía, autoabastecidos, para luego ayudar al resto del mundo. Como ya lo hicimos a principios del siglo XX. Entiendo que el problema es que los argentinos nos empantanamos en una lucha de clases fomentada en ideas extrañas, originadas en la codicia, en la envidia permanente y en la malicia del sistema social-marxista. Desde mi punto de vista, la versión nacional del social-marxismo, compuesta por idealistas de armas llevar que fueron llamados “estúpidos e imberbes” por el general Juan Domingo Perón varias décadas atrás, sostiene posturas que rayan en la ridiculez y defiende teorías fracasadas que ya fueron puestas en práctica durante más de una centuria. Esos proyectos generaron la mayor matanza de seres humanos de la historia de la humanidad, crearon ideologías paralizantes de toda sociedad con libertad de pensamiento y trataron de imponer teorías altamente regresivas en materia religiosa, cultural, social y económica.

      Pero este fracaso permanente que viene azotando a la Argentina desde hace mucho tiempo es también responsabilidad de los liberales. Teóricos críticos constantes de lo que hacen los otros, a la hora de ponerse a trabajar en lo que dicen que saben hacer resultan un fiasco –y eso que afirman públicamente que poseen recetas “mágicas” al estilo de Nostradamus-. Tampoco les va bien al momento de aplicar su teoría, ya que se suelen dedicar a destruir lo que hacen bien los gobiernos fundados en cierta postura socialcristiana.

      Este libro tiene un propósito específico: demostrar fácticamente que es un error culpar de los problemas de nuestro país a Perón. Mi experiencia como ciudadano, como estudiante, como académico, como profesional y como empresario hizo que sumara, durante las distintas etapas de mi vida, los conocimientos y las herramientas suficientes como para explicar esto que tantos supuestos especialistas se obstinan en ocultar faltando a la realidad histórica de estas tierras. Aunque a muchos no les guste, Perón fue un estadista. Tan cierto es que cometió errores como que acertó muchísimo a lo largo de sus gobiernos. Considero que la valoración relativa y absoluta de lo que hizo lo volvió el líder carismático reconocido mundialmente que es. Me pregunté muchas veces –y me lo sigo preguntando- cuáles son las razones que esgrimen quienes culpan a Perón de los problemas nacionales. Las respuestas son múltiples pero siempre se enmarcan en intereses que no son los argentinos. Está, además, la comodidad de esquivar la autocrítica, una característica muy propia de esta sociedad. Hasta donde investigué, poco y nada se estudió sobre los verdaderos responsables de la situación que vivimos. Yo planteo la hipótesis que voy a desarrollar a lo largo de este trabajo: la culpa del fracaso argentino de los últimos 65 años la tiene el antiperonismo social-marxista y liberal.

      Sólo si analizamos con rigurosidad el pasado podremos mirar hacia adelante, estar unidos como nación, abandonar el estado de sometimiento y desarrollarnos como seres humanos. Me parece importante intentar terminar de una vez por todas con la antinomia peronismo-antiperonismo. Argentina, con una esperanza de subsistencia inigualable en el mundo, ha visto trunco su crecimiento por el encierro en falsas teorías que nunca explicaron como corresponde por qué es necesaria una apertura al mundo que favorezca la inclusión en el escenario mundial globalizado. ¿De qué trata, por ejemplo, esa apertura que tanta publicidad recibió? ¿Cómo nos deja parados en el mundo? ¿Sirve para que dominemos el juego de las relaciones internacionales con otros países o, por el contrario, nos somete a los deseos de terceros? Pienso que es preciso desenmascarar a quienes nos quieren ver dominados.

      Lo repito: el antiperonismo, definido como proyecto de país llevado adelante por distintas fuerzas políticas desde mediados del siglo XIX –incluso antes del nacimiento de Perón-, es el que nos condujo al sitio en el que estamos ahora en el afán de destruir cualquier variante de desarrollo nacional a partir de directrices externas. Esta afirmación no es una apreciación sino el producto de un estudio histórico realizado durante mucho tiempo. Argentina, con un potencial geográfico y de recursos naturales que la tornan estratégica en el tablero mundial, fue víctima –y lo sigue siendo- de reiterados intentos por boicotear su aspiración a ser una nueva potencia mundial. Incluso, me atrevo a afirmar que apuestan a nuestra desintegración para apoderarse de todo lo que tenemos. Ante este contexto, el antiperonismo funcionó –y sigue funcionando- como el punto de apoyo principal de las fuerzas foráneas, lo que no significa que no haya sectores que se dicen peronistas –aunque no lo sean- y que también defienden únicamente sus propios intereses.

      Estás páginas están escritas con la esperanza de contribuir a la construcción de un país mejor, más justo, más soberano y más independiente entre todos. Espero que sean valoradas en ese sentido.