Название | Si Ella Corriera |
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Автор произведения | Блейк Пирс |
Жанр | Зарубежные детективы |
Серия | |
Издательство | Зарубежные детективы |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9781094303888 |
—Eso es correcto —dijo Kate—. Adicionalmente, no había problemas financieros, ni antecedentes penales para ella, nada de eso. Usted, por otro lado, sí tiene una pequeña entrada en su registro. ¿Quiere contarme acerca de la noche cuando Missy tuvo que llamar a la policía porque usted estaba tratando de irrumpir en su casa?
—Jack la estaba pasando mal en el trabajo. Había tenido un ataque de pánico. Llamé para saber cómo estaba y hablar con mis nietos, pero Missy no me lo permitía. Me dijo que Jack era demasiado bueno para decir algo, pero eso era parte de la razón de su ataque de ansiedad. Me.colgó cuando llamé, así que decidí ir a su casa. Tuvimos una discusión y ella me apartó de la puerta, rehusando a dejarme entrar en la casa. Después de eso… Bueno, me dejé llevar por mi temperamento y ella llamó a la policía.
—Indagaremos eso de ser necesario —dijo Kate —, pero, honestamente, no hay nada que hayamos visto y nada en los registros que indique que Missy habría tenido alguna razón para matar a su marido. No vemos ningún motivo.
—Bueno, si están así de convencidas, ¿por qué diablos están aquí hablando conmigo?
—¿Honestamente? —dijo DeMarco— Porque su nombre salió a relucir. Uno de los compañeros de trabajo de Jack le escuchó sin querer sosteniendo una acalorada conversación con su esposa acerca de usted. Simplemente revisamos sus registros para cubrir ese dato y encontramos lo de la llamada a la policía.
Olivia mostró la clase de sonrisa que a menudo se le ve a los villanos en las películas. —Bueno, tal parece que ya se han hecho su idea acerca de mí.
—Ese no es el caso en lo absoluto. Solo...
—Si a ustedes señoras no les importa, voy a pedirles educadamente que se vayan. QuisIera llorar apropiadamente a mi hijo.
Kate sabía que su tiempo con Olivia Tucker había terminado; si continuaba presionando, la mujer solo se cerraría. Además de eso, ella no había aportado información útil —a menos que los viles sentimientos que tenía hacia su nuera pudieran ser considerados como verdades, y Kate dudaba que lo fueran.
—Gracias —dijo Kate—, y en verdad sentimos su pérdida.
Olivia asintió, se levantó, y se dispuso a salir de la habitación. —Estoy segura de que recuerdan dónde está la puerta —dijo, antes de desaparecer hacia el interior de la casa.
Kate y DeMarco se marcharon, sin conseguir algo cercano a una sólida pista, pero habiendo sido bombardeadas por la visión que Olivia Tucker tenía de Missy.
—¿Crees que hay una pizca de verdad en todo eso? —preguntó DeMarco. Parecía estar saliendo de su estado de desánimo, aparentemente motivada por el caso.
—Yo pienso en este momento que ella está buscando respuestas a lo que sucedió, y cree que algo de eso es cierto. Pienso que ella está tomando todas esas pequeñas aprensiones que ha experimentado a través de los años y las está amplificando solo para tener algo de qué culparla y así descargar su rabia.
DeMarco asintió mientras se subían al auto. —Sea lo que sea, estuvo feo.
—Y yo pienso que eso la descarta como sospechosa. Puede que tengamos que estar pendientes de Missy, sin embargo, solo para mantenerla a salvo. Quizás incluso hacerle saber al Departamento de Policía lo transtornada que parece estar Olivia.
—Y entonces, ¿qué?
—Y entonces hacemos balance. Posiblemente con una o dos copas de vino delante, cuando regresemos al hotel.
Sonaba como una buena idea, pero Kate continuó pensando en Missy Tucker y en cómo su mundo era ahora como el cascarón vacío de lo que alguna vez había sido. Kate recordaba demasiado bien lo que se sentía perder al hombre que una amaba, el hombre que te conocía como un libro leído un millón de veces. Rompía el corazón más allá de las palabras y dejaba vacía tu vida.
Evocar tal sensación en ese momento, mientras se dirigía al hotel, la motivó más que nunca. La hizo remontarse en sus recuerdos a los detalles del primer caso, hasta el comienzo del caso Nobilini.
Su mente trató de evocar un nombre—un nombre que ella conocía bien pero que se había desvanecido en las regiones más profundas de su memoria. Era un nombre que recordó ese día, más temprano, cuando estaban reunidas con los amigos de Jack Tucker en el club de yates.
Cass Nobilini.
Tú sabes que hay respuestas allí, pensó Kate.
Podría ser. Y ella iría a buscarlas llegado el momento.
Pero en realidad tenía la esperanza de que no. Ella esperaba no tener que volver a ver en el resto de su vida a Cass Nobilini, pero también sabía que las probabilidades eran mínimas —que ella podía, de hecho, estarla visitando más temprano que tarde.
CAPÍTULO SEIS
Se instalaron en el bar del hotel justo cuando el tráfico de la cena empezaba a ceder. Aunque la perspectiva de una copa de vino era en efecto prometedora, Kate encontró que estaba un poco más ansiosa por la hamburguesa que había ordenado. Usualmente, cuando estaba en un caso, olvidaba almorzar, lo que la dejaba hambrienta llegado el final de la jormada. Al hundir su boca en la hamburguesa para darle el primer mordisco, vio una pequeña sonrisa en DeMarco. Su primera auténtica sonrisa del día.
—¿Que? —preguntó Kate con la boca llena.
—Nada —dijo DeMarco, hundiendo el tenedor en su ensalada de pollo a la plancha—. Es tranquilizador ver una mujer de tu edad y estatura comer así.
Mientras tragaba el bocado, Kate asintió y dijo, —Fui agraciada con un asombroso metabolismo.
—Oh, pero qué animal.
—Vale la pena ser capaz de comer así.
Un breve silencio se extendió entre ellas, roto por la risa de ambas ante esos comentarios. Se sentía bien poder bajar la guardia frente a DeMarco luego del tenso día que habían compartido. DeMarco parecía sentirse de la misma forma, a juzgar por lo que dijo después de tomar un sorbo de su copa de vino.
—Siento haber estado tan amargada durante todo el día. Ese asunto de dar noticias como esa a una familia… es difícil. Quiero decir, yo sé que es difícil, pero lo es especialmente para mí. Una cosa de estas me sucedió en el pasado y me afectó. Pensé que lo había superado, pero aparentemente no ha sido así.
—¿Qué sucedió?
DeMarco se tomó un momento, tal vez para considerar si quería o no ahondar en la historia. Tras otro largo sorbo de vino, decidió hacerlo. Dejó escapar un suspiro y comenzó.
—Yo sabía que era gay cuando tenía catorce. Tuve mi primera pareja cuando tenía dieciséis. A los diecisiete, Rose y yo —ella tenía diecinueve— decidimos que ibamos a revelarlo a los demás. Ambas lo habíamos mantenido en secreto, en particular con respecto a nuestros padres. Así que en esas estábamos —a punto de dar la noticia. Se suponía que iría a su casa y se lo ibamos a decir a sus padres, quienes, debo añadir, suponían que Rose y yo éramos solo buenas amigas. Yo estaba siempre en su casa, y viceversa, ¿sabes? Así que estoy sentada en el sofá de sus padres cuando recibo una llamada telefónica. Es de la policía, para decirme que Rose había tenido un accidente de tráfico y que había muerto de manera instantánea, a causa del impacto. Me llamaron a mí en lugar de sus padres porque encontraron su teléfono celular y vieron que el noventa por ciento de su historial eran llamadaspara mí.
—Así que me derrumbo de inmediato y sus padres están sentados allí, preguntándose, ¿qué diablos sucedió? ¿por qué de repente estoy llorando de rodillas en el piso? Y tuve que decirles. Tuve que contarles lo que la policía acababa de decirme —hizo una pausa, echó un vistazo a su ensalada, y