Название | El libro de las mil noches y una noche |
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Автор произведения | Anonimo |
Жанр | Книги для детей: прочее |
Серия | |
Издательство | Книги для детей: прочее |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9788026834847 |
Y cuando se hubo calmado un poco exclamó: "¡Alah es Todopoderoso!" Y dijo a Sett ElHosn: "¡Oh hija mía! ¿sabes el nombre de aquel a quien te has entregado esta noche? Pues es Hassan Badreddin, mi sobrino, el hijo de tu tío Nureddin. Y esos mil dinares son tu dote: "¡Alah sea loado!"
Después recitó estas dos estrofas: i Vuelvo a encontrar sus huellas, y al instante me domina el deseo! ¡Y al recordar la mansión de la dicha, derramo todas las lágrimas de mis ojos! ojos!
Y
pregunto, y grito, sin lograr respuesta: ¿Quién me ha arrancado lejos de él? ¡Oh! ¡tenga piedad de mí el autor de mis desventuras, y permítame que vuelva!"
En seguida leyó cuidadosamente la Memoria de su hermano, y encontró relatada toda la vida de Nureddin, y el nacimiento de su hijo Badreddin. Y quedó muy maravillado, sobre todo cuando contrastó las fechas anotadas por su hermano con las de su propio casamiento en El Cairo, y del nacimiento de Sett ElHosn. Y vió que estas fechas concordaban perfectamente.
Y tanto hubo de asombrarse, que se apresuró a ir en busca del sultán para contarle la historia y mostrarle aquellos papeles. Y el sultán se asombró también de tal modo, que mandó a los escribas de palacio redactasen tan admirable historia para conservarla escrupulosamente en el archivo.
En cuanto al visir Chamseddin, marchó a su casa y esperó en compañía de su hija el regreso de su sobrino Hassan Badreddin.
Pero acabó por darse cuenta de que Hassan había desaparecido. Y no pudiendo explicarse la causa, se dijo: "¡Por Alah! ¡Qué aventura tan extraordinaria es esta aventura! No he conocido otra semejante…"
Al llegar a este momento de su narración, Schehrazada vió aparecer la mañana, y discreta interrumpió su relato, para no cansar al sultán Schahriar, rey de las islas de la India y de la China.
PERO CUANDO LLEGO LA 23ª NOCHE
Ella dijo:
He llegado a saber, ioh rey afortunado! que Giafar alBarmakí, visir del rey Harún Al Raschid, prosiguió de este modo la historia que contaba al califa:
"Cuando el visir Chamseddin se convenció de que su sobrino Hassan Badreddin había desaparecido, se dijo: "Puesto que el mundo está hecho de vida y de muerte, nada tan oportuno como que procure que mi sobrino Hassan encuentre a su regreso esta vivienda igual que la ha dejado". Y el visir Chamseddin cogió un tintero, un cálamo y un pliego de papel, y anotó uno por uno todos los muebles y enseres de la casa, en esta forma: `Tal armario está en tal sitio; tal cortina en tal otro", y así sucesivamente. Cuando terminó, selló el papel después de leérselo a su hija Sett ElHosn, y lo guardó con mucho cuidado en la caja de los papeles. Después recogió el turbante, el gorro, los calzones, el ropón y el bolsillo, e hizo con todo ello un paquete, que guardó con el mismo esmero.
En cuanto a Sett ElHosn, la hija del visir, quedó preñada efectivamente la primera noche de bodas, y a los nueve meses cumplidos parió un hijo tan hermoso como la luna y que se parecía a su padre en todo, en lo bello, lo gentil y lo perfecto. En seguida que nació lo lavaron las mujeres y le ennegrecieron los ojos con kohl. Después le cortaron el cordón umbilical, y lo confiaron a las criadas y a la nodriza. Y por su hermosura sorprendente se le llamó Agib (est es:
Maravilloso).
Pero cuando el admirable Agib llegó, día por día, mes por mes y año por año, a cumplir los siete de su edad, su abuelo, el visir Chamseddin, le mandó a la escuela de un maestro muy famoso, recomendándoselo mucho a este maestro. Y Agib, acompañado diariamente del esclavo negro Said, eunuco de su padre, iba a la escuela para regresar a su casa al mediodía y al anochecer. Y así fué a la escuela durante cinco años, hasta cumplir los doce. Pero a todo esto los demás niños de la escuela no podían soportar a Agib, que les pegaba y les insultaba y les decía: "¿Cuál de vosotros puede compararse conmigo? Mi padre es el visir de Egipto". Al fin se reunieron los niños y fueron a quejarse al maestro contra la conducta de Agib. Y el maestro, al ver que sus exhortaciones al hijo del visir no daban resultado, sin atreverse a despedirle, por ser quien era, dijo a los otros niños:
"Os voy a indicar una cosa que en cuanto se la digáis le impedirá volver a la escuela.
Mañana a la hora del recreo os reuniréis todos en torno a Agib y os diréis los unos a los otros: "¡Por Alah! ¡Vamos a jugar a un juego maravilloso! Pero para jugarlo es preciso que diga en alta voz cada uno su nombre, y el nombre de su padre y de su madre. Pues el que no pueda decir el nombre de su padre y de su madre será considerado como hijo adulterino y no jugará con nosotros".
Y aquella mañana, cuando Agib hubo llegado a la escuela, todos los niños se reunieron a su alrededor, y uno de ellos dijo:
"¡Vamos a jugar a un juego maravilloso! Pero nadie podrá jugar sino con la condición de decir su nombre y los de sus padres. ¡Empecemos, uno a uno!" Y les guiñó el ojo.
Entonces avanzó uno de los niños y dijo:
"Me llamo Nahib, mi madre se llama Nahiba y mi padre Izeddin". Y otro dijo: "Yo me llamo Naguib, mi madre se llama Gamila y mi padre se llama Mustafá". Y el tercero y el cuarto y los otros se expresaron en la misma forma".
Cuando le tocó el turno a Agib, dijo orgullosamente: "Yo soy Agib, mi madre se llama Sett ElHosn y mi padre se llama Chamseddin, visir de Egipto".
Pero todos los niños replicaron: "¡No, por Alah! ¡El visir no es tu padre!" Y Agib gritó enfurecido: "¡Alah os confunda! ¡El visir es mi padre!" Pero los niños comenzaron a reírse y a palmotear, y le volvieron la espalda, gritando: "Vete, vete! ¡No sabes cómo se llama tu padre! ¡Chamseddin no es tu padre, sino tu abuelo, el padre de tu madre! ¡No jugarás con nosotros!" Y los niños se desbandaron, riendo a carcajadas.
Entonces Agib sintió que se le oprimía el pecho y le ahogaban los sollozos. Y en seguida se le acercó el maestro, y le dijo:
"Pero ¡cómo, Agib! ¿no sabías que el visir no es tu padre, sino tu abuelo, el padre de tu madre Sett ElHosn? A tu padre, ni tú, ni nosotros, ni nadie le conoce. Porque el sultán había casado a Sett ElHosn con un palafrenero jorobado, pero el tal no pudo acostarse con ella, y ha ido contando por toda la ciudad que la noche de su boda los efrits le habían encerrado a él, para dormir ellos con Sett ElHosn. Y ha contado también historias asombrosas de búfalos, perros, borricos y otros seres semejantes. De modo, ¡oh mi querido Agib! que nadie sabe el nombre de tu padre. Sé, pues, humilde ante Alah y con tus compañeros, que te miran como a hijo adulterino. Considera que te hallas en la misma situación que un niño vendido en el mercado y que ignora quién es su padre. Sabe pues, que el visir Chamseddin no es más que tu abuelo, y que a tu padre nadie lo conoce. Y en adelante procura ser modesto".
Después de oír al maestro de escuela, Agib salió corriendo a casa de su madre Sett El Hosn, llorando tanto, que no pudo al principio articular palabra. Entonces su madre empezó a consolarle, y viéndole tan conmovido, se le llenó el corazón de lástima y le dijo: "¡Hijo mío, cuéntale a tu madre la causa de tu pena!" Y le besó y le acarició. Entonces el pequeño le dijo: "Díme, madre, ¿quién es mi padre?" Y Sett ElHosn, muy asombrada, dijo: "¡Pues el visir!" Y Agib le contestó, ahogado por el llanto: "¡No; ese no es mi padre! ¡No me ocultes la verdad! ¡El visir es tu padre, pero no el mío! Si no me dices la verdad,