Название | Voces De Luz |
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Автор произведения | Aldivan Teixeira Torres |
Жанр | Приключения: прочее |
Серия | |
Издательство | Приключения: прочее |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9788873048022 |
— Yo quería agradecerle por todo lo que ha hecho por mí. Por cierto, cuando yo estaba cruzando la calle, no te vi. ¿De dónde has venido? (El hijo de Dios)
— Yo estaba detrás del poste de luz a tu lado, estaba atendiendo una llamada en el celular. Cuando me di cuenta que el camión iba a golpearlo, no pensé dos veces. (Emanuel)
— Muchas gracias otra vez. ¿Eres de por acá?
— No. Estoy de vacaciones. Yo vivo en la aldea de Ibimirim llamada Jeritacó. ¿Has escuchado de él?
— Nunca. Yo no conozco Ibimirim, pero tengo deseos de visitarlo.
— ¿Qué bien, y tú? ¿De dónde eres?
— Yo no poseo una residencia fija. Mi trabajo de escritor me hace viajar constantemente en busca de aventura.
— Oh genial. ¡Mira! ¿Estás muy ocupado? Quiero conocerte mejor.
El hijo de Dios revisa la hora y nota que son la 1:30pm. De hecho, su agenda estaba muy ocupada, pero esa conversación era buena y prestar atención era lo menos que podía hacer por alguien que había salvado su vida. El decidió aceptar la propuesta.
— Esta bien. ¿Quieres ir a un restaurant cercano? Te invito el almuerzo.
— Gracias. Acepto. Estoy hambriento.
— Así que, sígueme.
Ambos cruzaron la avenida cuidadosamente y siguieron por la calle en dirección a la oficina postal. Luego de superar una docena de tiendas, encontraron un lugar callado donde el almuerzo era similar a un auto-servicio.
Ellos entraron al establecimiento llamado Massa Delícia, escogieron una mesa disponible, el hijo de Dios soltó su bolso y junto a su nuevo amigo, fueron a preparar sus platos. Cada uno llena su plato con comida distinta, gracias a la amplia variedad presente. Al final, tomaron sus cubiertos, pesaron el plato, tomaron la factura y se dirigieron a su mesa. También ordenaron algo para tomar.
Con unos cuantos pasos, llegaron a la mesa, se acomodaron en dos sillas alrededor de la misma y mientras comían intercambiaban información.
— Así que, otra vez, ¿Cuál es tu nombre? (Emanuel)
— Mi nombre es Aldivan Teixeira Tôrres, pero también soy conocido como el hijo de Dios, el Vidente o Divinha. Como ya dije, soy un escritor, autor de la serie “El Vidente”.
— ¡Genial! Y, ¿Cuál es el género?
— Yo escribo romance de ficción. Mi meta con la literatura es contribuir con mi experiencia de vida para que muchas personas puedan ser transformadas.
— Yo amo leer. ¿Tienes algunos libros que has escrito que puedas mostrarme?
— Si tengo. Espera un momento.
El hijo de Dios agarra su mochila, la abre y saca una copia de su primer libro publicado “Fuerzas Opuestas: El misterio de la Cueva” y se lo entrega a Emanuel. Con un vistazo rápido, leyó la sinopsis, la caratula, el resumen y la introducción; luego continuó con la conversación.
— Muy interesante. Lo disfruté mucho. ¿Puedo quedármelo?
— Por supuesto. ¡Es tuyo!
— Gracias.
Emanuel mantiene el libro a su lado y ambos se concentran en su almuerzo por un momento, dejando de hablar. Por un momento los ojos de Emanuel brillaron como si se le hubiese ocurrido una idea y resumió la conversación con su amigo a su lado.
Escucha, ¿Tú crees que fue una coincidencia que nos conociéramos?
— No lo sé. No creo en las coincidencias.
— Yo tampoco. Y tengo una proposición para ti.
— ¿Cuál?
— Quiero ser tu compañero en una nueva serie.
— ¿Y qué te califica a ti para que yo te acepte?
— Tengo un talento especial. Puedo capturar exactamente los puntos vitales de los problemas, los enfoques claves de las historias. Un ejemplo fue encontrarte y salvar tu vida en ese preciso momento. También tengo contactos importantes alrededor del mundo que serán muy útiles.
— Está bien. Específicamente ¿Cuáles son estos enfoques?
— Son relacionados al área religiosa. ¿Eso te interesa?
— Demasiado. ¿Y qué sugieres para nuestra primera aventura?
Emanuel mira la hora en su reloj de muñeca y parece estar decepcionado. Luego continúo con la conversación.
— ¿Cuándo puedes visitar me para hablar mejor?
— ¿Ir a Jeritacó? Yo ni siquiera sé dónde queda.
— Hay una van desde Ibimirim con destino a dicho lugar. Una vez ahí, te informarás acerca de dónde queda mi casa. Es una ciudad pequeña y todo el mundo me conoce.
— OK. Lo pensaré, y si puedo ir, probablemente sea el sábado. ¿Tienes alguna forma de comunicarte conmigo?
— Tengo un celular, pero solo funciona en el centro de la ciudad. Pero, como dije, cuando llegues allá me encontrarás. Bueno, ahora me debo ir o perderé la van.
— OK. Nos veremos pronto.
— Adiós.
Emanuel le da la mano al hijo de Dios y se va rápidamente de ahí, dejándolo con dudas. Entre los diversos pensamientos que rondaban su mente estaban preguntas como: ¿Quién era esa persona de verdad? ¿Cuál es su intención? ¿Por qué sentía que lo conocía desde hace tiempo? Era un gran misterio que le provocaba cada vez más angustia. Sin embargo, en ese tiempo, él iba súper tarde y su familia podría estar preocupada, debido a que él no les había avisado. Su aventura tendría que ser pospuesta para otro día.
El hijo de Dios recogió su plato, tomó su mochila y se paró con dirección a la cajera. Entregó el plato, el recibo y el dinero. Esperó el cambio y salió del establecimiento, comenzando su travesía hacia la parada de la van, que estaba muy cerca.
Los pasos rápidos continuaron durante unos trescientos metros, cruzó la misma intersección y ¡vaya! No pasó nada porque en el momento había menos movimiento. Luego giró a la derecha, caminó unos cien metros, giró a la izquierda y alcanzó su destino.
Eran las 2:30pm y ya sea por acción del destino o mera suerte, quedaba un asiento disponible en el auto. Inmediatamente fue al carro con la compañía de los fiscales y escogió un buen lugar al lado de una rubia joven y delgada y una mujer de mediana edad. Saluda rápidamente a ambas y al conductor y el carro avanza. Se despidió rápidamente de su querida Arcoverde, prometiendo regresar el día siguiente.
El carro sigue la dirección desde el centro de Boa Vista hacia la autopista BR 232 y mientras la van iba con su paso frenético el hijo de Dios aprovechó la oportunidad para establecer una conversación con sus vecinos sentados cerca.
— ¡Hola! ¿Estás bien? ¿Siempre vienes a Arcoverde?
— Si. La ciudad de Pesqueira tiene pocas opciones para conseguir pruebas más precisas, por lo que me veo obligada a venir acá. (Mujer de mediana edad).
— Yo estaba en la casa de mi hermano. Habían pasado siglos desde que lo había visitado. (Rubia joven)
— ¿Cuál es tu nombre? (el hijo de Dios)
— Georgia. (Mujer de mediana edad)
— Karla. ¿Y tú? (Rubia joven)
— Aldivan Teixeira Tôrres, pero pueden llamarme Vidente o el hijo de Dios.
— ¿Vidente? ¿De verdad? (Georgia)
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