El pequeño doctor. Alfred Vogel

Читать онлайн.
Название El pequeño doctor
Автор произведения Alfred Vogel
Жанр Сделай Сам
Серия
Издательство Сделай Сам
Год выпуска 0
isbn 9783906404370



Скачать книгу

cada día a los niños. Una vez limpios, se les aplicará un buen aceite para la piel que no contenga ningún aceite esencial fuerte. El aceite más adecuado es el de hipérico, con muy poca cantidad añadida de aceites esenciales de mandarina, naranja o limón.

      Basta con aplicar estos aceites infantiles dos veces por semana. Lo más que haremos a diario será aplicar un aceite de hipérico corriente en las piernas del niño. Siempre es preferible usar aceite a los polvos de talco, ya que estos tapan los poros de la piel y absorben la orina que se le escapa al niño, lo que puede convertirlos en caldo de cultivo para bacterias. La experiencia nos enseña que la aplicación de aceite en la piel infantil resulta más ventajosa y evita también las posibles escoceduras producidas por la dermatitis del pañal. Si aparecen enrojecimientos en la piel o escoceduras, entonces emplearemos una buena crema biológica de lanolina que contenga tinturas de plantas frescas.

      Hay que elegir con sumo cuidado los remedios caseros que vayamos a emplear para la salud infantil. Los lactantes responden ya a dosis muy bajas y solo reaccionan sin problemas cuando se les aplican estímulos muy suaves. Hay que ser sumamente cuidadoso a la hora de prepararles infusiones de plantas medicinales, ya que algunas que pueden parecernos totalmente inocuas pueden afectarles negativamente.

      Los remedios homeopáticos resultan particularmente interesantes en el campo de la pediatría. En primer lugar, a los lactantes solo se les tendrían que administrar remedios homeopáticos, lo que desgraciadamente no suele ser aprovechado por la mayoría de los pediatras. Si a los adultos ya nos cuesta tolerar muchos fármacos o remedios alopáticos usuales en la medicina convencional, ¿qué no ocurrirá en perjuicio de la salud, en lactantes o en niños pequeños? Mucha gente se convencería de la sorprendente efectividad de los remedios homeopáticos si los utilizara más a menudo. Se darían cuenta entonces de que el supuesto efecto sugestivo que se ha atribuido a quienes los toman resulta inexistente en el caso de lactantes o niños pequeños.

      Recordemos que, en el caso de las tisanas, se prepararán muy suaves de forma que apenas adquieran un poco de color.

      La tisana de hinojo, o si no se dispone de ella de anís, constituye uno de los remedios caseros más usuales. Las tisanas de hinojo, anís, alcaravea y eneldo son tisanas que se usan para entrar en calor. Una suave infusión de hinojo ha ayudado a muchos niños, y a la vez a sus madres, a superar algunos trastornos digestivos y del metabolismo momentáneos.

      Para estados diarreicos o de inapetencia, resultará útil una tisana muy suave de milenrama9. Si no termina de solucionarse la diarrea, tomaremos una pizca de tormentilla31 y prepararemos una infusión muy suave con ella, que iremos dando al niño a cucharaditas durante todo el día.

      Cuando existe un cierto grado de retención de agua en el cuerpo o los riñones no están en orden, un remedio bueno y fiable es la vara de oro. Su extracto obtenido de la planta fresca es uno de los mejores y más eficaces remedios para los riñones y para la vejiga urinaria. Si no podemos disponer de esta planta, siempre podremos emplear también una suave tisana de escaramujo.

      En caso de pequeñas heridas, el empleo de suero láctico concentrado constituye un excelente remedio desinfectante. Se trata de un práctico producto natural que contiene ácido láctico, y puede ser utilizado de la misma manera que se emplea la tintura de yodo, con la ventaja de que es mucho más inocuo que este último.

      También el hipérico (Hypericum perforatum) aplicado externamente mediante toques con un algodón empapado es digno de confianza. Pediatras conocidos, como el doctor Josef Schier12, recomiendan este sencillo remedio, obtenido del hipérico o hierba de San Juan, al que se le atribuye también un cierto grado de protección frente al tétanos.

      El déficit de calcio puede manifestarse de formas diferentes y todavía afecta a muchos niños pequeños. Si además existe una falta de vitamina D, estamos ante las causas fundamentales del raquitismo, conocido en otros tiempos como «enfermedad inglesa». Ya no se ven casos graves como antaño, con un sistema óseo deformado y poco desarrollado, pero sí que nos encontramos todavía con formas menos graves de este trastorno. Sorprende que los niños que padecen un grado ligero de raquitismo muestren, por regla general, una mayor vivacidad, mayor rapidez de reacción y también muy tempranamente aspecto de niños inteligentes que aparentan un mayor entendimiento del que realmente disponen, como si se desarrollara en ellos una especie de madurez precoz. En estos casos pienso siempre en las manzanas que en el árbol se vuelven amarillas demasiado pronto. Examinadas de cerca, por haber madurado demasiado deprisa, son las que suelen llevar gusanos.

      Los niños afectados por un déficit de calcio y vitamina D precisan de nuestra ayuda. En tales casos, se han mostrado especialmente eficaces los preparados de calcio homeopáticos y los llamados «bioquímicos» como, por ejemplo, el Calcium phosphoricum D6, el Calcium fluoratum D12 (para la formación de los dientes) y la Silicea D12, como preparado de ácido silícico. También los preparados de ortigas y calcio, que se componen de diversas sales de calcio en diferentes potencias mezcladas con ortiga (como portadora de vitamina D), constituyen una buena ayuda en estos casos. El aceite de hígado de bacalao resulta muy recomendable como aporte de vitamina D. Así mismo, el zumo de zanahoria o el concentrado preparado a partir del jugo de zanahorias frescas, constituye una ayuda natural en casos de déficit de calcio.

       Leche materna

      Constituye el mejor y más natural alimento para el lactante, y es de vital importancia para su salud y para el futuro de su vida. Estudios estadísticos nos muestran que los niños alimentados con leche artificial presentan una mortalidad diez veces superior a la de los niños que toman el pecho. Los primeros días de la lactancia materna son de vital importancia, hasta el punto de poder ser decisivos para la vida o muerte del lactante. Hemos podido observar también en los animales que la manipulación de la naturaleza puede acarrear malas consecuencias. Todo granjero sabe que los animales recién nacidos, aunque sean de aspecto robusto (como sucede, por ejemplo, con las ovejas) van a tener serias dificultades de supervivencia si no son alimentados por sus propias madres. Muchos corderos preciosos acaban sucumbiendo cuando se les alimenta con leche de vaca o incluso con leche de otra oveja que no sea su verdadera madre. La leche materna es definitivamente el alimento más adecuado que cada recién nacido necesita para su desarrollo. Para el ternero es la leche de vaca; para el cordero, la leche de oveja y, para el ser humano, la leche materna. Su composición es la más apropiada, tanto fisiológica como biológicamente, para la formación del organismo, tanto de su estructura ósea como de los riñones y del resto de los órganos del cuerpo.

      La leche materna, especialmente la primera en salir (calostro), contiene sustancias activas parecidas a fermentos, así como sales nutritivas y vitaminas, no todas bien conocidas, que no se hallan en ningún otro alimento ni siquiera de forma aproximada. Así mismo, contiene también anticuerpos y alexinas que pueden proteger al niño de muchas enfermedades. De ahí el gran misterio de por qué los niños de pecho se muestran inmunes a ciertas infecciones durante sus primeros tiempos de vida.

      El falso argumento de que las madres que dan el pecho a sus hijos ven perjudicada su salud y su belleza corporal carece de fundamento. Hay suficientes pruebas que demuestran precisamente lo contrario. Una madre considerada como sana, que nutre a su hijo de forma natural, es decir, mediante lactancia materna, verá reforzada su salud, ya que durante este periodo sus glándulas de secreción interna y externa trabajan mucho más y mejor. Con ello mejora el aprovechamiento de los alimentos, especialmente la utilización de las vitaminas procedentes de la alimentación. También, en las madres lactantes, la regeneración de los órganos del bajo vientre transcurre mejor que en aquellas que renuncian a este privilegio natural. La armonía y el afecto emocional que surgirá entre la madre y su hijo queda mejor garantizado o reforzado si la madre da de mamar al niño. Como sucede con tantas otras cosas cuando se siguen las leyes de la naturaleza establecidas por el Creador, aquí también se aprovechan tanto la madre como el niño.

      La alimentación del lactante con leche materna es de suma importancia para el desarrollo normal del niño y para poder disponer de una buena capacidad defensiva frente a posibles enfermedades típicas de