Universidad y Sociedad: Historia y pervivencias. AAVV

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Название Universidad y Sociedad: Historia y pervivencias
Автор произведения AAVV
Жанр Документальная литература
Серия CINC SEGLES
Издательство Документальная литература
Год выпуска 0
isbn 9788491343196



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Estudi General –como llegaría a conocérsele– y de la implicación de profesores y alumnos bajo diferentes especies en su carrera frustrada hacia la santidad versan las siguientes páginas.

      * * * * *

      Con el alborear del Seiscientos la mayoría de los candidatos al sacerdocio en la tierras españolas continuaba preparándose en fementidas escuelas de Gramática, bajo la férula de un dómine cualquiera encargado de enseñarles apenas un poco de mal latín y otros rudimentos académicos más. Cierto que algunos podían llegar a hacerlo en las cátedras conventuales, e incluso en la Universidad, con una formación de mejor calidad sin duda, aunque en un ambiente poco adecuado para los futuros ministros de Cristo.2 En Valencia, con peor o mejor fortuna, hacía años que las autoridades diocesanas venían tratando de impulsar centros específicos para sus huestes.3 Sería finalmente el arzobispo Juan de Ribera quien diera el impulso definitivo al asunto con la aplicación del decreto tridentino sobre seminarios sacerdotales, materializado en la erección del Real Colegio de Corpus Christi.4

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      Mosén Francisco Jerónimo Simó, sin embargo, no tuvo la suerte de formarse en ninguno de tales nuevos institutos. En 1585, todavía niño, había empezado a recibir las primeras letras a cargo del presbítero Francisco Cortel, curiosamente del referido colegio.5 La temprana desaparición de sus padres interrumpió estas clases, al verse abocado el pequeño a servir en diferentes casas para poder sobrevivir. En la última de ellas retomaría su formación de la mano del doctor Juan Pérez, «graduado en Theología, varón exemplar e insigne en todo género de virtud, santidad y letras», cuyo modelo de vida estimuló la vocación religiosa de nuestro protagonista. Durante una década aproximadamente mosén Simó aprendió de los círculos reunidos en torno a su señor, a quien acudían personajes de la más diversa condición para consultarle «negocios de sciencia y de conciencia», desde miembros de la nobleza y la jerarquía eclesiástica hasta destacadas figuras del mundo espiritual local.6 Y también insignes catedráticos del Estudi General valentino, de la talla de los Trilles, Pedro Juan y Jerónimo, de Sagrada Escritura el primero7 y de Hebreo el segundo;8 Honorato Ausina, de Poesía y Oratoria;9 o Vicente Borrás de Vilafranca, de Teología.10

      No resulta casual, pues, que según sus biógrafos Francisco Jerónimo acabara siendo alumno de esta Universidad para «criarse en su casa y a los pechos de sus enseñanças». Efectivamente, entre los nueve y veinte años de edad, cursaría Gramática, Lógica, Filosofía y Teología escolástica, expositiva y moral, así como también Latín, Griego y Hebreo. Lo confirma uno de sus mejores conocedores, por quien sabemos además de los avances del joven en cada una de las materias apuntadas:

      «[…] supo perfectamente la lengua Latina, muy bien la Griega y suficientemente la Hebrea. Fue gran lógico y excelente filósofo y gran theólogo escolástico […]. En la Expositiva hizo grandes progressos, y a más de aver traducido de griego en latín el Testamento Nuevo […] era ambiciosíssimo de leer y penetrar los profundos mysterios de la Sagrada Escritura […]. En la Moral era más continuo su estudio […]. Y quánto aprovechó en la Mystica […]: en ella reducía a práctica la theórica que leía y estudiava en las obras de los santos y libros de devoción»11

      Incluso ha llegado hasta nosotros la nómina de profesores que impartió tales disciplinas a mosén Simó, gracias en este caso a las decenas de testimonios recogidos con ocasión de su posterior intento de beatificación.12 Así las cosas, Antonio Noguera, catedrático por entonces de Filosofía, lo tuvo entre sus alumnos de Lógica.13 Durante más de un lustro el citado Pedro Juan Trilles –a cuya residencia particular solía acudir el interesado para resolver dudas de estudio– le enseñó Teología, junto al doctor Vicente Soriano,14 los padres agustinos Gregorio Satorre15 y Miguel Bartolomé Salón16 y el dominico fray Diego Mas.17 De la Retórica –también del Griego– se ocuparían el ciceroniano Blas García18 y el ínclito Pedro Juan Nuñez,19 y de la Prosodia un relevante miembro de la saga de impresores Mey, Felipe.20 Por último, el igualmente mencionado Jerónimo Trilles guió los pasos del muchacho en el aprendizaje del Hebrero.21

      En aquellas aulas y entre sus condiscípulos forjó Francisco Jerónimo algunas importantes amistades. Desde luego, y además de Gaspar Ximeno,22 con Jerónimo Martínez de la Vega,23 Gregorio Torrent,24 Marco Antonio Palau25 y Juan García y Artes.26 Los cuatro incorporados años después al clero, en calidad de beneficiados los tres primeros, en San Andrés, Santa Cruz y Dénia, respectivamente, y como canónigo de la seo valentina y obispo de Orihuela el cuarto. Coincidiría asimismo con otros alumnos, al tiempo insignes eclesiásticos y de destacada participación en los sucesos acaecidos tras su fallecimiento. Lo fue sin duda, como se verá, el sobrino del arzobispo Ribera don Baltasar de Borja, arcediano de Xàtiva en la catedral y vicario general de la sede vacante tras el pontificado de su tío antes de ingresar en el episcopado.27

      Testigos de excepción todos de esta etapa en la vida de Francisco Jerónimo, corroborarían su asistencia puntual a las clases. O a la oración diaria en la capilla universitaria de Nuestra Señora de la Sabiduría. Ninguno lo contó, sin embargo, en las frecuentes algaradas estudiantiles. Antes al contrario,

      «[…] siendo estudiante este siervo de Dios y oyendo Theología con el dicho pabordre Trilles, acababa la liçión el dicho pabordre, se ponía al poste según era costumbre, y rodeándole los estudiantes haviendo precedido alguna inquietud en la liçión entre los estudiantes, como suele de moverse entre ellos alguna matraca, dezía el dicho pabordre Trilles que quién havía sido el promovedor […] y todos los estudiantes callavan. Y entonces el dicho pabordre Trilles dezía al dicho siervo de Dios: ¿Vuestra merced, señor mossén Hyerónimo Symó a sido el promovedor desto? Y entonces el dicho siervo de Dios respondía con su grande humildad: Yo, señor, significando que él no lo havía echo. Y muy bien sabía el dicho pabordre Trilles que no lo havía hecho […]»28

      Episodios como éste explicarían las mofas de ciertos compañeros hacia mosén Simó, cuya tez amoriscada y vestido raído –«de paño de mescla, con unas medias de cordellate pardo, con unos çapatos gordos y con un sombrero largo»– terminaron valiéndole entre tales el apodo de Joroni Comprau Feyxets.29

      Pero nada distraería la atención del joven estudiante por los libros. Ni siquiera el logro de un beneficio eclesiástico en la cercana parroquia de San Andrés, del que tomó posesión en 1603 sin poder ser admitido a residencia ni gozar de los emolumentos de esta prebenda hasta ser ordenado in sacris un par de años después.30 De hecho,

      «[…] todos los días, quando passava a dezir missa a su iglesia de San Andrés, se llevava consigo algún libro del assumpto; y mientras se hazía hora o se desocupava del altar donde avía de celebrar se estava leyendo en él»31

      Para entonces Francisco Jerónimo habría compuesto ya varias obras bajo la supervisión de sus profesores. Ni rastro han quedado de algunas. No de la Gramática hebrea que el catedrático Jerónimo Trilles tuvo ocasión de corregir.32 Como tampoco del tratado De Trinitate, «muy docto y erudito», a decir del también catedrático Antonio Noguera.33 Sí se han conservado, por el contrario, unas breves Liras espirituales, atribuidas a su pluma al igual que los Avisos para consuelo y bien de las almas o la Dotrina espiritual que escrivió a una religiosa descalça para instrucción del alma en las virtudes y exercicios espirituales que más agradan a su Divina Magestad, impresas a su muerte.34

      De la lectura de tales páginas se desprenden algunos rasgos de la religiosidad de su autor, contemplativa, de corte interior y sobre la que estudiosos e investigadores continúan sin ponerse de acuerdo. Fuera exponente de la mística auténtica,35 cabecilla de un foco prequietista36 o simple anécdota espiritual,37 mosén Simó habría adquirirido en el Estudi General buena parte del bagaje personal que le permitió pasar a a la Historia. Aunque nunca se graduara ni su