Название | Desde la capital de la República |
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Автор произведения | AAVV |
Жанр | Документальная литература |
Серия | |
Издательство | Документальная литература |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9788491344094 |
Se expresó la oposición al reconocimiento de la soberanía italiana sobre Etiopía; se pidió que las garantías de la independencia de Checoslovaquia, expresadas en el pacto franco-soviético-checo, fueran firmadas por otros países; se condenó la anexión de Austria por Alemania y la persecución racial, especialmente la de los judíos; se defendieron la integridad territorial y la soberanía de China; y se felicitó la política de buena vecindad iniciada por el gobierno estadounidense presidido por Franklin Delano Roosevelt. Se planteó específicamente que una tarea de la juventud era ayudar a las víctimas de la guerra, especialmente a los civiles de España y China; fomentar el boicot a los productos de los países agresores y promover la venta de los de los amenazados; enviar alimentos y medicinas a las víctimas; organizar mítines para promover la solidaridad con ellas; y defender que se extendiesen los derechos de asilo y que se hiciera cumplir la ley que prohibía bombardear objetivos civiles.48
Se consideraba que la paz no era solo la ausencia de guerra, sino también la inexistencia de injusticias sociales y de opresión política que, a la vez, eran las condiciones necesarias para una ausencia total de conflictos bélicos. De ahí que en ambos congresos se trataran numerosos temas relacionados con el bienestar de la juventud, como la educación, las condiciones laborales y el desempleo, la salud, el ocio o la delincuencia juvenil. En el segundo congreso se analizaron también las problemáticas particulares de los jóvenes del mundo rural y de las colonias, y de las mujeres jóvenes. Se desarrolló un programa muy elaborado sobre estos temas que conformaba un proyecto de estado del bienestar para todos los jóvenes, ya que se defendía explícitamente la igualdad de derechos sin distinción de sexo, raza o religión, y que las medidas propuestas se aplicaran también en las colonias, tras plantear que «las aspiraciones de los jóvenes son idénticas en todos sitios. Queremos disfrutar de seguridad, del ocio, de salud (...)» para lo que se necesitaba «mejorar la situación material de la juventud».49 La idea era elaborar una «carta internacional de derechos de los jóvenes», de forma similar a como lo estaban haciendo, desde perspectivas nacionales, los organismos unitarios juveniles de algunos países, como el American Youth Congress o la British Youth Peace Assembly. Y quizá las 10 reivindicaciones de la juventud aprobadas por la JSU, y que fueron, en gran parte, asumidas por la AJA, se puedan considerar también una «carta de derechos», en las particulares condiciones del conflicto bélico.50
Había, además, un convencimiento expreso de que la educación colaboraba al mantenimiento de la paz. Por esto, entre otras medidas, se defendió la «internacionalización de la educación» a través del Instituto para la Cooperación Intelectual de la SdeN, que debía colaborar con las autoridades educativas de los distintos países en la revisión de los «viejos libros de texto» y en la elaboración de nuevos en temas como geografía, historia y economía, para eliminar el «chovinismo».51
Se propuso que la SdeN estableciera un sistema de becas que favoreciera la movilidad de los estudiantes de diferentes países, al igual que campos de vacaciones y escuelas de verano internacionales, crease una agencia de noticias y un periódico propio, realizase emisiones radiofónicas en diferentes lenguas para «difundir noticias imparciales», y estableciese un estudio de cine para producir y difundir películas educativas y pacifistas.52
En el aspecto más estrictamente político,53 se defendieron medidas que ya se estaban planteando en la SdeN, como la separación del pacto de su creación de los tratados de paz, la eliminación de la necesidad de unanimidad a la hora de tomar decisiones o el establecimiento, a través de la Sociedad, de pactos regionales de asistencia mutua. Se pidió respetar las obligaciones internacionales y los tratados de las minorías, hacer obligatorio el arbitraje de una tercera parte en los enfrentamientos internacionales, y crear mecanismos para solucionar los conflictos internacionales. Se apoyó la nacionalización de la fabricación de armas y el control internacional de su tráfico, lo que ya había intentado la SdeN.54 Y, sobre todo, se defendió la política de seguridad colectiva: todas las naciones debían someterse al arbitraje de una tercera parte imparcial y quien fuera a la guerra por no aceptarlo se convertiría en enemigo de la comunidad internacional, que debía usar sus poderes para impedir la agresión, como defendió en el primer congreso el británico Norman Angell.55
Nunca se había negado que la SdeN pudiera ejercer presión moral y política, pero en ambos congresos se defendió reforzar el organismo internacional y que tuviera también poder para hacer cumplir las sanciones (diplomáticas y económicas), y se reconoció que «la fuerza militar puede tener que ser usada como último recurso para la supresión de la guerra». En ambos congresos hubo pequeños grupos de delegados que se opusieron a estas posiciones, especialmente a la última. Sin embargo, como planteaban los partidarios del rearme en la LNU británica, «el arbitraje seguía siendo un objetivo, pero había que distinguir entre la voluntad de solucionar los conflictos pacíficamente y rendirse ante la agresión».56
El primer congreso aprobó un llamamiento a la juventud del mundo en que se destacaba la variedad de tendencias presentes, unidas por el deseo común de vivir en paz y «evitar la guerra a nuestra generación», y se pedía la unidad internacional de la juventud para defender la paz.57 Frente al carácter general de este llamamiento, en el segundo congreso se aprobó el llamado «Pacto por la Paz de Vassar College», por el lugar en que se reunía el congreso, que fue firmado por los representantes de 48 de los estados y territorios coloniales presentes. Condenaba toda guerra de agresión dirigida contra la independencia o la integridad de un Estado y los bombardeos de ciudades y poblaciones civiles. Los firmantes se comprometían a presionar para que sus respectivos gobiernos colaboraran para prevenir y/o detener las agresiones, ayudaran de forma efectiva a las víctimas y no suministraran ni material bélico ni ayuda financiera al agresor, y a «hacer todo lo que esté en nuestro poder para garantizar que la juventud de nuestros países nunca participará en ninguna guerra de agresión contra otros estados», en lo que parece una reelaboración del Juramento de Oxford adaptado a las nuevas circunstancias.58
En la delegación norteamericana se formó un bloque minoritario contrario a las sanciones gubernamentales, considerando que «llevaban a guerras para preservar el statu quo», y el pacto fue firmado por el presidente de la delegación en nombre de la mayoría, pero lo rechazaron nueve organizaciones, entre ellas, el Consejo Nacional de la Juventud Metodista, el Comité Juvenil contra la Guerra y la Liga de Jóvenes Socialistas. Así, se dijo que los «socialistas europeos se separaron de sus jóvenes camaradas de Estados Unidos para apoyar la seguridad colectiva».59
Y, efectivamente, en la mayoría de las organizaciones, del pacifismo y el antimilitarismo se pasó al antifascismo, al rechazo a la política de apaciguamiento de los dictadores y a la defensa del rearme de las potencias democráticas,