20.Buenos Aires, 4 de noviembre de 1960.
21.Olga Zubarry también ganó el premio a la mejor actriz en el mismo festival.
Capítulo 4
TORRE NILSSON
La mano en la trampa (1961)
Setenta veces siete (1962)
Rabal se encontraba en Buenos Aires, a punto de partir hacia Río Hondo, cuando conoció a la joven actriz Graciela Borges, que acababa de rodar Fin de fiesta (1960) con el director Leopoldo Torre Nilsson, quien inauguraba con esta película su productora, Ángel; la llamó así en honor a su película La casa del ángel (1957), basada en la primera novela de Beatriz Guido, su futura esposa y cimiento fundamental para su creatividad. Borges puso a Rabal en contacto con Torre Nilsson, quien le entregó un ejemplar de la nueva novela corta de Guido, La mano en la trampa, en la que basaría su siguiente proyecto. Rabal se la leyó de un tirón, antes incluso de que empezara el rodaje de La sed, y manifestó a su esposa su entusiasmo, aunque con ciertas reticencias hacia el hipotético papel que le tocaría en suerte: «Ya he leído el cuento de donde sacarán el guión y me ha gustado mucho. Solamente que mi personaje no es muy simpático y ni muy de mi edad, pero de todos modos, el asunto es muy bueno».1
Por mera coincidencia, Torre Nilsson estaba indirectamente vinculado con España por su película Graciela (1956), adaptación cinematográfica al contexto bonaerense de la novela Nada, escrita por Carmen Laforet, que años después se convertiría en consuegra de Francisco Rabal al casarse su hijo Benito con Silvia Cerezales, hija de la escritora. Esta película había supuesto el primer reconocimiento público a Torre Nilsson una vez depuesto el presidente Juan Domingo Perón: el Instituto Nacional de Cinematografía argentino le concedió el premio al mejor director.
La actriz que encarnaba al personaje protagonista marcaría tendencia en el cine argentino, según Martín (1980: 26):
Desde Graciela, con Elsa Daniel al frente, seguida de cerca por Gilda Lousek y Graciela Borges, surge en nuestro cine una nueva «ingenua», sugestiva, sensual, con cierto toque de perversión y erotismo, que se extenderá hasta principios de la década del ’60, en que la niña de formas apenas insinuadas pasa a convertirse en la mujer sexy y pasional, a través de Isabel Sarli y sus imitadoras.
Rabal experimentó esta transición de arquetipos de primera mano, ya que en las dos películas que rodó con Torre Nilsson tendría como partenaires, respectivamente, a Elsa Daniel e Isabel Sarli. A Graciela Borges ya la conocía personalmente.
Por entonces vicepresidente de Uninci, Rabal era el contacto en Argentina para el acuerdo de coproducción con Ángel, pero tuvo que desentenderse de todos los trámites para embarcarse en el fatigoso rodaje de La sed, con lo que el proceso quedó estancado. El aislamiento del pueblo de Río Hondo imposibilitaba que estuviera al día de las negociaciones, así que escribió una carta a Muñoz Suay, compañero en el consejo de administración, urgiéndole a implicarse en el asunto de una manera más directa:
Ya Damián te habrá dado noticias de todo, y desde que se fue nada más he sabido de nuevo sobre la película de Torre Nilsson. Espero vuestras noticias, pero creo, por lo que hablé con Damián por teléfono –él desde B. Aires– que el asunto puede ser interesante para Uninci. Únicamente sospecho que pueda tener problemas con la censura el libro de B. Guido y, por consiguiente, la película.
[…] Damián dio la idea de que, en caso de hacer la coproducción con Torre Nilsson, vinieras tú de coordinador. ¡Cómo me gustaría! Aunque te tengo miedo, que en el extranjero te pones muy bromista conmigo… De todos modos, no me importa. Te tengo un enorme cariño, cabrón, y te recuerdo mucho y entrañablemente.2
Damián tenía pocos datos que aportar desde Madrid: «Tengo ganas de darte alguna noticia de T. Nilsson o que tú me la des, hasta ahora nada sabemos»,3 así que Rabal tuvo que recurrir a las fuentes más inverosímiles para informarse, tal y como le escribía a su esposa: «Me parece que ya es seguro que hago la de T. Nilsson por una nota que he leído hoy en una revista y que mando a Damián, donde ya dice que es coproducción con Uninci y anuncia que Ricardo interviene en el guión. Me hace suponer que estos datos son señal de que ya han llegado a un acuerdo. No sé».4
Sí había acuerdo, y la intervención de Muñoz Suay a la que aludía Rabal consistía en la presentación de un guión aceptable para la censura española. Una vez cumplido el trámite administrativo para la coproducción, Muñoz Suay se lo hizo saber por carta al propio Torre Nilsson de una manera bastante reveladora:
El señor Zúñiga les llevará a Vds. una copia del guión que hemos presentado, que no tiene otro valor que el de engañar «previamente» y carece de cualquier otro valor literario […]. Por otra parte, en nota que he entregado al señor Zúñiga, le explico aquellos pasajes en los que debe haber dos tomas para afrontar la censura nuestra y poder estrenar el film en España.5
Guillermo Zúñiga, al igual que con Tal vez mañana, se ocuparía de la coordinación sobre el terreno del nuevo rodaje de Uninci en el extranjero, así que Rabal podía respirar más tranquilo.
Pero como Uninci tenía otro frente mucho más trascendente abierto con la censura, ya que se estaba preparando el regreso desde México a España del exiliado Luis Buñuel para rodar Viridiana, Rabal seguía siendo, por el momento, el único representante de la productora en Argentina. Esto empezó a ponerle nervioso ante lo que él consideraba una dejadez de funciones, e incluso estableció agravios comparativos con el comportamiento de Suevia Films con La sed/Hijo de hombre, tal y como le comentaba a su hermano:
Me han enseñado el contrato de coproducción de Cesáreo con Mentasti y desde luego es mejor que el presente este de Uninci. Cesáreo, eso sí, me aporta a mí, al operador y al músico (al que paga también, y tiene toda España, Portugal y colonias, y el 25% de todo el resto del mundo). Me parece mejor negocio. Lo de la película virgen y todo eso es simulado en cuanto a su real aportación. Claro es que Uninci sólo paga realmente mi contrato. Debía, insisto, hacer un viaje aquí alguien de Uninci para arreglar todo bien, conseguir bien hecho que La mano en la trampa fuese coproducción, ya que es un negocio clarísimo para la productora.6
Había otra cuestión candente. Rabal había ejercido un papel determinante en el regreso de Luis Buñuel a España veinticinco años después gracias a que su gran amigo Enrique Llovet, diplomático y escritor, había resuelto diversas trabas burocráticas en el Ministerio de Asuntos Exteriores. El propio Buñuel se lo había agradecido a Rabal en su momento por carta: «Querido Paco: sobrino más activo, servicial e influyente que tú no creo que exista. Hace tres días el consulado me avisó que esta vez va en serio y tengo el visa que impedirá que me den el garrote vil en España. Y eso gracias a ti».7 El rodaje de Viridiana era inminente con Rabal como protagonista, por lo que su familia le urgía a que regresara a España una vez concluido su trabajo en La sed, pero él arguyó que, tras haber convencido a Mentasti para doblarse a sí mismo, el