admiraba a Francisco Franco y consideraba la reforma agraria “completamente comunista” —, sino también por razones de historia de Guatemala. En los setentas del siglo XIX Guatemala fue uno de los primeros países latinoamericanos en abrazar los principios del anticlericalismo: educación laica, matrimonio civil, límites en el número de sacerdotes extranjeros, y la prohibición de la actividad política del clero.16 “Un funcionario de la CIA se acercó a Spellman en 1954 con una solicitud muy simple”, escribió uno de sus biógrafos. “El agente quería arreglar un ‘contacto clandestino’ entre la agencia y el Arzobispo de Guatemala Mariano Rossell y Arellano.… Así, como durante las elecciones italianas, la Iglesia y el gobierno de Estados Unidos unieron fuerzas. Spellman decidió ayudar a los hermanos Dulles a derrocar al gobierno de Árbenz y actuó con rapidez. Así, Monseñor Rossell emitió su célebre Carta Pastoral del 9 de abril de 1954 que se leyó en todas las iglesias guatemaltecas. Esta carta era una obra maestra de la propaganda, impregnada de fe, miedo y patriotismo: “En este momento, una vez más levantamos la voz para alertar a los católicos de que la peor doctrina atea de todos los tiempos, el comunismo anticristiano, continúa su avance descarado en nuestro país, disfrazado como un movimiento de reforma social para las clases necesitadas...La honorable nación guatemalteca debe oponerse a aquellos que están sofocando nuestra libertad, personas sin una nación, la escoria de la tierra, que han pagado la generosa hospitalidad de Guatemala predicando el odio de clase con el objetivo de completar el saqueo y la destrucción de nuestro país. Estas palabras de su pastor son para llevar a los católicos a una campaña nacional justa y digna contra el comunismo. El pueblo de Guatemala debe levantarse como un solo hombre contra este enemigo de Dios y la nación... ¿Quién puede arrancarlo de nuestra tierra? La gracia de Dios puede hacer cualquier cosa, si ustedes son católicos, estén donde estén, por todos los medios que nos han dado como seres libres, en un hemisferio que aún no está sujeto a la dictadura soviética, y con la sagrada libertad que nos dio el Hijo de Dios, luchen contra este evangelio que amenaza nuestra religión y a Guatemala. Recuerden que el comunismo es ateísmo y el ateísmo es antipatriótico... Todo católico debe luchar contra el comunismo por la simple razón de que es católico. La vida cristiana está en el corazón de nuestra campaña y nuestra cruzada.” Esta pastoral, que fue reimpresa a la mañana siguiente en los periódicos guatemaltecos, tuvo un profundo impacto. La gente común que hasta entonces había admirado a Árbenz escuchó por primera vez que él era su enemigo a partir de la boca del arzobispo. Lo más importante, la advertencia vino de sus pastores, a quienes muchos consideraban verdaderos mensajeros de Dios. Lleno de alegría por este éxito, los agentes de la CIA en Opa Locka (Operación Éxito) ordenaron a su equipo de Guatemala que usara propaganda religiosa con excitativas como éstas: “(la invasión soviética estaba) en una escala continua y en rápido aumento”; “subrayen el temor de que los comunistas interfieran con la instrucción religiosa en las escuelas”; “despierten la repulsión popular contra el comunismo ... describiendo gráficamente cómo la iglesia local se convertiría en una sala de reuniones para ‘guerreros sin Dios”’; “cómo sus hijos tendrían que pasar su tiempo con los ‘Pioneros Rojos”; “cómo las imágenes de Lenin, Stalin y Malenkov reemplazarían las imágenes de los santos en cada hogar, y cosas así.”17 Árbenz se había desplazado hacia la izquierda durante su mandato presidencial, pero estaba distante de cualquier país o modelo, quizás con la excepción de México con su Revolución. El 18 de junio de 1954 Castillo Armas encabezó una banda de 150 “rebeldes” provenientes de Honduras contra Guatemala, y por esta acción, Jacobo Árbenz fue derrocado, el día 27 del mismo mes y año.18 Monseñor Rossell, por su parte, procedió a la Coronación de la imagen de la Inmaculada del Templo de San Francisco, en acción de gracias por la “liberación nacional”. Con el golpe y el nuevo aliento a la Iglesia Católica y sus intereses, Guatemala retrocedió un siglo. Una vez completada la tarea, el gobierno de los Estados Unidos y su “brazo inteligente”, la CIA, dirigieron sus miradas a Ho Chi Minh, el líder vietnamita. Vio a China como un peón de la Unión Soviética, y a Ho como un títere de ambos. Decidieron entonces que el próximo golpe contra el “comunismo internacional” sería contra él.19 Un individuo llamado Tom Dooley proporcionaría una narrativa calculada para mover las buenas conciencias estadounidenses: los cristianos en una tierra extranjera estaban siendo brutalizados por los comunistas; estos comunistas también deseaban dañar a los estadounidenses; por lo tanto, los Estados Unidos debían actuar. “La prensa estadounidense informó sobre la migración de millones de personas como si fuera un rechazo espontáneo del comunismo y la manifestación de un anhelo natural de las personas por la libertad “, según un estudio. “Los medios de comunicación retrataron al típico refugiado como un católico devoto que solamente deseaba practicar su religión con libertad. Noticieros exhibían buques navales estadounidenses repletos de humildes y hambrientas masas acurrucadas, siendo transportadas a la libertad por hombres fornidos bondadosos y de uniforme blanco de la Marina estadounidense. Las fotos mostraban a campesinos vietnamitas pequeños, encorvados, sucios, asustados y desaliñados encontrando seguridad en los brazos de sus salvadores estadounidenses...Sin embargo, lo que no se le dijo al público estadounidense es que gran parte de lo que estaban viendo y escuchando fue el resultado de una propaganda instigada por la CIA, una campaña diseñada para asustar a los católicos en el norte de Vietnam y para provocar la compasión en los Estados Unidos.20 Dooley era un graduado de la Universidad de Notre Dame que se había convertido en médico, alistado en la marina y lanzado a la “noble misión” de rescatar cristianos de las garras del malvado tío Ho. Rápidamente se convirtió en un héroe popular en los Estados Unidos. Los estadounidenses admiraban a Dooley porque los reflejaba como creían que eran. En su libro más vendido, Deliver Us from Evil, Dooley describió a Ho como “un títere de Moscú” que había lanzado su revolución “al destripar más de 1,000 mujeres nativas en Hanoi.” Afortunadamente para los vietnamitas, “Nuestro amor y ayuda estaban disponibles, solamente porque estábamos en los uniformes de la Marina de los Estados Unidos.” La prensa estadounidense presentó la migración de millones de personas como si fuera un rechazo espontáneo del comunismo y la manifestación de un anhelo natural de las personas por la libertad. La historia de Tom Dooley fue un golpe maestro de Allen y la CIA. Su figura apenas se empañó cuando fue expulsado de la Marina por su homosexualidad, pero los hechos fueron silenciados. Una encuesta a fines de la década de 1950 lo encontró como una de las diez personas más admiradas en los Estados Unidos. Durante un tiempo después de su muerte en 1961, la Iglesia Católica consideró beatificarlo. “Como agente clave en la primera campaña de desinformación de la Guerra de Vietnam”, escribió un estudioso sobre Dooley, “realizó la propaganda crucial para que el pueblo estadounidense conociera y estuviera dispuesto a luchar contra el comunismo en el sudeste asiático.”21 Pero una nueva figura surgió en el escenario mundial durante el mandato de Eisenhower que atormentaría y obsesionaría a los líderes estadounidenses durante décadas: Fidel Castro Ruz. El 1 de enero de 1959 este revolucionario tomó el poder en Cuba tras derrocar al dictador Fulgencio Batista, quien por años había sido un corrupto títere de los Estados Unidos. Durante sus inicios en el poder Fidel se abstuvo de la confrontación directa, y en algún momento hizo una visita a Estados Unidos. La visita de once días de Castro fue sensacional. Joven, barbudo, de pelo largo y apuesto, se hospedó en el legendario Hotel Theresa en Harlem, asistió a un partido de béisbol en el Yankee Stadium, visitó el Central Park Zoo, comió hot dogs y hamburguesas, y fue besado por una reina de belleza. “Vino, vio, conquistó”, informó el Daily News. Seguramente aconsejado por Allan Dulles, el presidente Eisenhower asignó la tarea de reunirse con Castro al vicepresidente Nixon. Los dos hombres hablaron por tres horas En su informe, Nixon escribió que Castro “tiene esas cualidades indefinibles que lo convierten en un líder de hombres”, y le preocupaba que los Estados Unidos pudieran no ser capaces de “orientarlo en la dirección correcta.” Después de regresar a casa, Castro pronunció un discurso caracterizando al vicepresidente Nixon como “un discípulo impenitente del sombrío y obstinado Foster Dulles.” En los meses posteriores a su regreso de Nueva York, Castro decretó una reforma agraria radical, prohibió la propiedad por extranjeros y firmó un acuerdo comercial con la Unión Soviética. Poco después confiscó cientos de millones de dólares en inversiones estadounidenses, así como propiedades y casinos de gángsters como Lucky Luciano y Meyer Lansky. Encarceló a miles de sospechosos contrarrevolucionarios, incluidos a algunos con vínculos estrechos con los Estados