Despilfarro cero. José Agustín Cruelles Ruíz

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Название Despilfarro cero
Автор произведения José Agustín Cruelles Ruíz
Жанр Зарубежная деловая литература
Серия Productividad industrial
Издательство Зарубежная деловая литература
Год выпуска 0
isbn 9788426720306



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JUST IN TIME es un método de dirección industrial japonés desarrollado en los 70 y que trata de producir al tiempo que se demanda producto. Fue adoptado por primera vez en las plantas industriales de Toyota por Taiichi Ohno. Debido a su éxito, Taiichi Ohno se nombró el padre de JIT.

      Tras la primera introducción de JIT por Toyota, muchas compañías siguieron este sistema y a mediados de los años setenta se extendió por todo el mundo, siendo utilizado por múltiples compañías.

      Tras la Segunda Guerra Mundial, Japón quedo totalmente destruido, por lo que debían aprovechar al máximo los pocos recursos con los que contaban. Por tal motivo se empezaron a preocupar por diseñar prácticas industriales como el JIT que los ayudara a desarrollar sus empresas, trabajando de la manera más eficiente posible, y con ello reconstruir su economía.

      Con la introducción del JIT se resolvían muchos problemas, como por ejemplo el manejo de grandes inventarios que había que gestionar y almacenar con sus consiguientes costes y retrasos en las entregas.

      Se había introducido un proceso de producción distinto, en el que las actividades finales tiran (pull) de los materiales que requieren de los procesos precedentes.

       Lean Manufacturing

      El Lean Manufacturing se puede entender como una manufactura flaca, sin grasa. Es un conjunto de técnicas de producción que nace a partir del sistema de Toyota en la década de los 90. Sirve para mejorar y optimizar los procesos operativos de cualquier compañía industrial independientemente de su tamaño, obteniendo como resultados unos tiempos de reacción más cortos, mejor calidad, mejor atención al cliente y menores costes.

       SMED

      Nace por la necesidad de lograr una producción JIT. Es un conjunto de técnicas que se desarrollaron con el objetivo de disminuir drásticamente los tiempos de preparación de máquinas, lo que aumenta de forma considerable la flexibilidad de los procesos de fabricación, intentando hacer lotes más variados y de menor tamaño. Su precusor fue Shigeo Shingo.

      Este apartado pretende hacer ver la importancia que tendrá la productividad después de la crisis iniciada en 2007. De esta manera, dándole valor a este aspecto será más fácil que cobre protagonismo y que los técnicos se impliquen con él.

      ¿Por qué la productividad?

      Porque sí, parece que la productividad aporta beneficios. Es una evidencia, ser productivo es bueno, ¿no?

      Pero también hay otras cosas que aportan beneficios, por ejemplo, aumentar las ventas. Hasta el momento, vender más ha sido una estrategia dominante. Era lo fácil, crecer en producción, no en productividad. Aumentar el número de productos y la cantidad producida de cada uno de los productos, había dinero en circulación para que los consumidores comprasen más y más. Había que adjudicarse, como fuera, una parte de ese pastel.

      Hoy, en 2012, se sigue intentando salir de la crisis vendiendo más por parte de las empresas o incentivando el consumo desde los estados, pero no se sale de la crisis. Vender más es importante, claro que lo es, pero ya no sirve como estrategia única.

      Las ventas y el consumo global se seguirán restringiendo. ¿Por qué?

       Cita de Peter Druker acerca de los efectos del trabajo de Taylor

      «Poco después de que Taylor empezara a aplicar el conocimiento al trabajo, la productividad empezó a aumentar a un ritmo del 3,5 al 4 por cien anual –lo cual significa doblar la producción cada dieciocho años aproximadamente-. Desde que Taylor empezó, la productividad se ha multiplicado por cincuenta en todos los países desarrollados … Gran parte de este aumento –tal como predijo Taylor- ha sido captado por los trabajadores, es decir, por el proletariado de Karl Marx.»

      Según Peter Drucker esto sacó a los obreros industriales de la pobreza para poder crear una clase media. El problema fue que ante el aumento de productividad que cita Peter Drucker y que se debe a Taylor, sucedió un aumento de la capacidad de producción sin precedentes, tanto que no se sabía qué hacer con lo que se fabricaba. Para solventar este problema se inventó el consumismo, la necesidad de comprar, las modas, la obsolescencia por meras cuestiones estéticas. Se fomenta el comprar por comprar, el comprar y tirar.

      Este invento ha ido mermando las materias primas del planeta, siendo cada vez más escasas y, por tanto, más caras. Si bien la manufactura se ha abaratado debido a la productividad, los materiales y la energía no paran de subir y finalmente los productos terminados al consumidor.

      Pero claro, para poder dar soporte a ese consumismo era necesario el medio de intercambio: la moneda. Entonces se recurrió, para beneficio de pocos y perjuicio de muchos, a la eliminación del patrón oro, en definitiva a la eliminación del soporte del dinero sobre ningún bien tangible. De esta manera se podría emitir dinero a partir de la nada: desde una impresora o transacción electrónica, se podría emitir tanto dinero como el consumismo pidiera y como a los mercaderes de dinero interesase.

      Pero esta emisión de dinero no era ni mucho menos gratuita, la emisión de dinero se hacía a partir de deuda y la deuda se tiene que devolver con intereses. Así que se emitió mucho dinero para poder consumir y cuanto más dinero se emitía más dinero se debía, con sus intereses.

      Los intermediarios de capital son los bancos y el esquema de la circulación del dinero es parecido al de la Figura 1.1.

       Figura 1.1

      Según esta figura, cuanto más dinero hay en circulación, más pobres somos ya que más debemos; no obstante, puesto que nos separa el tiempo que hay para devolverlo, se da la paradoja de que más ricos nos sentimos. Es una sensación peligrosamente engañosa. Según el sistema monetario actual, cuanto más dinero haya en circulación más se debe y, en el largo plazo, a valor actualizado neto y en conjunto, más pobre es todo el sistema.

      Otra observación con respecto a esta figura: si hay que devolver más de lo que se presta y si el dinero que hay en circulación es exclusivamente el que se emite a través del préstamo, ¿cómo vamos a pagar la parte de los intereses? Difícilmente, se debe más dinero del que hay en circulación. Pero el sistema monetario tiene una solución para esto: emitir más deuda. De esta manera habrá más dinero en circulación y se podrá pagar la parte de intereses. Pero esto supondrá más intereses, que se volverán a resolver con más emisión de deuda. Y así sucesivamente acumulando estos efectos de manera exponencial.

       Figura 1.2

      Pero esta fórmula matemática aparentemente mágica tiene un problema: la inflación. Sin embargo, el sistema también tiene solución para eso: explotar más el planeta para que haya más bienes y servicios en circulación que compensen a la cantidad de dinero que se emite.

      Aunque aparece otro problema, y es que frente a la curva exponencial que genera el sistema monetario y la cantidad de dinero en circulación, nos encontramos un planeta de dimensiones finitas y que no entiende de curvas exponenciales. La curva de deuda y de dinero en circulación sigue aumentando mientras la capacidad del planeta para suministrar materias primas decrece.

      En ese momento, se manifiesta la distorsión entre el modelo matemático y la realidad del planeta. Ese momento