Название | Orar por el rebaño |
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Автор произведения | Brian Croft |
Жанр | Философия |
Серия | Pastoreo práctico |
Издательство | Философия |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9781629462899 |
SI ESTÁS LEYENDO este libro, probablemente tienes un deseo de orar por tu gente. Lamentablemente, los deseos no siempre son suficientes para lograr algo. Cuando nuestro Señor Jesucristo se dirigió a su círculo íntimo de discípulos, diciendo: “quedaos aquí, y velad conmigo” (Mateo 26:38), estoy seguro de que ellos tenían el deseo de apoyar con sus oraciones a Aquel a quien amaban. Desafortunadamente, ese deseo no fue suficiente. Más bien, se convirtieron en una memorable ilustración de una dolorosa verdad que todo pastor ha experimentado en lo que respecta a la oración: “el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil” (26:41). ¿Cuántas veces has tomado la decisión de orar por tu gente y te has quedado dormido porque tus ojos “estaban cargados de sueño” (26:43)?
El objetivo de este libro es cultivar una pasión por la oración en el corazón de cada pastor. Cada pastor necesita estar en sintonía con el enfoque de los apóstoles del Nuevo Testamento: “Nosotros persistiremos en la oración” (Hechos 6:4). De manera más específica, queremos animarte a orar por las personas que Dios ha puesto bajo tu cuidado como su pastor. En los siguientes capítulos, pintaremos un cuadro de cómo las promesas de Dios alimentan nuestras oraciones, cómo podemos luchar para crecer en la oración, y cómo podemos planear la oración por nuestra gente de forma proactiva en las diferentes oportunidades que Dios nos da para interceder por ellos. Pero antes de echar manos a la obra, necesitamos estar dispuestos a confrontar nuestros ídolos del ajetreo y el sueño, y debemos comprometernos con la gran obra de la oración. Debemos armarnos con el entendimiento bíblico que nos atraerá hacia la oración.
Es mi esperanza que este capítulo te recuerde que es Dios quien te llama a orar y que este alto y santo llamado debe estar entre tus prioridades como pastor. Con esto en mente, quisiera armarte con seis verdades bíblicas que pueden llevarte a hacer de la oración una prioridad en tu vida.
1. No orar por tu gente es pecado. La falta de oración es pecado. Necesitamos ser honestos con respecto a esa realidad. Un pastor que no ora por su gente es tan antibíblico como un pastor que se rehúsa a predicar la Palabra de Dios. Una de las realidades más dulces de ser cristianos es saber que ahora somos “siervos de la justicia” (Romanos 6:18). A pesar de que “los deseos de la carne” nos llevan hacia el pecado (Gálatas 5:16), los creyentes tienen un deseo insaciable de hacer lo que es correcto. Debido a que Dios ha escrito Su ley en nuestras mentes y en nuestros corazones (Jeremías 31:33; Hebreos 8:10), deseamos amar la justicia y aborrecer la maldad (Salmo 45:7; Hebreos 1:9). El Espíritu nunca les permite a los cristianos tolerar el pecado en sus vidas. Por amor a los congregantes a los que sirven, los pastores nunca deben estar felices tolerando la falta de oración en sus vidas, porque la falta de oración es pecado.
El profeta Samuel lo dejó muy claro cuando le prometió al pueblo de Israel que oraría por ellos: “Así que, lejos sea de mí que peque yo contra Jehová cesando de rogar por vosotros; antes os instruiré en el camino bueno y recto” (1 Samuel 12:23). Samuel reconoció que el hecho de no orar por el pueblo de Dios era un pecado contra Dios. Samuel era un líder entre el pueblo de Dios. ¿Cómo podría afirmar que estaba cuidando de ellos si no estaba llevando sus necesidades delante de Jehová Jireh (Génesis 22:14), el Único que podía proveer para suplir esas necesidades? Y, ¿cómo podría Samuel afirmar que estaba guiando al pueblo de Dios si no los guiaba a buscar al Señor en oración? Dejar al pueblo de Dios sin oración es dejarlos sin cuidado, sin provisión y sin guía, “como ovejas que no tienen pastor” (Mateo 9:36). Como pastores, estamos llamados a huir del pecado y a perseguir la justicia. Y necesitamos aprender a huir del pecado de la falta de oración y a perseguir el hábito justo y maravilloso de orar por nuestra gente.
2. La oración por nuestra gente es algo que glorifica a Dios . Uno de mis versículos favoritos de la Biblia con respecto a la oración es el Salmo 50:15: “Invócame en el día de la angustia; Te libraré, y tú me honrarás.” Uno de mis mentores ministeriales solía decir: “La vida cristiana está llena de problemas. Si un cristiano no está saliendo de algún problema, entonces está a la mitad de un problema, o en camino a enfrentarse con un problema.” De hecho, nadie debe suponer que la vida cristiana será sencilla. Jesús prometió que en esta vida tendremos aflicción (Juan 16:33), y esa es una realidad todavía más segura para todos aquellos que somos llamados a guiar al pueblo de Dios. Sin embargo, cada día de aflicción es un día en el que tenemos el privilegio de honrar y glorificar a Dios. Al consolar a los enfermos, disciplinar a los recién convertidos y aconsejar a las personas en situaciones difíciles, a veces podemos sentir que nos distraemos de nuestra verdadera vocación, pero pensar de esta manera es un error. Cada problema que se cruza en nuestro camino es una oportunidad para honrar a Dios a medida que clamamos a Él pidiéndole ayuda; y ¡Él nos ayudará! Cuando responde a nuestras oraciones y obra en las vidas de las personas por las que estamos orando, Él recibe la gloria. Cuando conforta a los enfermos o soluciona algún problema que hemos estado teniendo, Él recibe la gloria porque Él es quien hizo la obra. Sigamos el consejo de John Newton (1725–1807), quien escribió estas palabras en uno de sus himnos:
Ven, Alma mía, prepara tu atavío, Jesús
responde tu oración con alegría;
Él mismo te ha pedido que ores cada día,
¿Por qué razón entonces tu oración
rechazaría? ¿Por qué razón entonces tu
oración rechazaría?
Ven, Alma mía, acércate a tu Rey, Con
peticiones abundantes ante Él;
Pues su gracia es mucha, y su poder, ilimitado,
Y nadie nunca puede pedirle demasiado;
Y nadie nunca puede pedirle demasiado.1
Si le pedimos al Señor que obre en medio de nuestros problemas, le daremos la gloria que Él merece.
3. Somos llamados a imitar a los líderes que oran por su gente. Hebreos 13:7 nos insta a pensar en los líderes de la iglesia: “Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la palabra de Dios; considerad cuál haya sido el resultado de su conducta, e imitad su fe.” Si examinamos a los grandes líderes de la iglesia cristiana, hay algo que tienen en común: estaban comprometidos a la oración. Podemos ver eso en la vida del apóstol Pablo, quien les dijo a los Colosenses que él y sus compañeros no habían cesado de orar por ellos desde el día en el que escucharon acerca de sus vidas (Colosenses 1:9). ¡Qué ejemplo de perseverancia! No dejaron de orar desde el primer día que supieron acerca de las ovejas colosenses. Consideren eso, hermanos, e imiten esa forma de vida. También consideren el ejemplo de Epafras, de quien Pablo dice: “el cual es uno de vosotros, siervo de Cristo, siempre rogando encarecidamente por vosotros en sus oraciones, para que estéis firmes, perfectos y completos en todo lo que Dios quiere” (Colosenses 4:12). Así que, recordemos el ejemplo de hombres piadosos como Pablo y Epafras; ellos eran hombres de oración.
4. Orar por tu gente refleja la prioridad de la iglesia primitiva. En el día de Pentecostés, el derramamiento del Espíritu Santo sobre el pueblo de Dios fue una respuesta a la oración. Los primeros líderes cristianos, junto con un poco más de cien seguidores de Cristo, estaban orando y esperando cuando Dios se movió repentinamente con poder (Hechos 1 – 2). Los primeros cristianos “perseveraban (…) en las oraciones” (Hechos 2:42), y a medida que la iglesia crecía y las demandas del liderazgo