Feminismo para América Latina. Katherine M. Marino

Читать онлайн.
Название Feminismo para América Latina
Автор произведения Katherine M. Marino
Жанр Документальная литература
Серия
Издательство Документальная литература
Год выпуска 0
isbn 9786079946555



Скачать книгу

ection> Feminismo para América Latina

      Feminismo para América Latina

       Un movimiento internacional por los derechos humanos

      KATHERINE M. MARINO

      Traducción de Helen Torres, Elena Romo y Karla Esparza

image

      Segunda edición, 2021

      Título original: Feminism for the Americas.

       The Making of an International Human Rights Movement

      Copyright © Katherine M. Marino, 2019 | All rights reserved

      Traducción de Helen Torres, Elena Romo y Karla Esparza

      Diseño de portada: León Muñoz Santini y Andrea García Flores

      D. R. © 2021, Libros Grano de Sal, SA de CV

      AV. Río San Joaquín, edif. 12-B, int. 104, Lomas de Sotelo, 11200, Miguel Hidalgo, Ciudad de México, México

      [email protected] | www.granodesal.com image GranodeSal

      image LibrosGranodeSal image grano.de.sal

      Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio, sin la autorización por escrito del titular de los derechos.

      ISBN 978-607-99465-5-5

      Índice

       Prólogo | Feminismo americano

       1. Una nueva fuerza en la historia universal

       2. Los orígenes antiimperialistas de los derechos internacionales de la mujer

       3. Feminismo práctico

       4. La Gran Batalla Feminista de Montevideo

       5. El nacimiento del feminismo panamericano del Frente Popular

       6. Frente unido por los derechos de la mujer y los derechos humanos

       7. La movilización de los derechos de la mujer como derechos humanos

       8. La contribución latinoamericana a la Constitución del mundo

       Epílogo | Historia y derechos humanos

       Agradecimientos

       Notas

       Bibliografía

       Para Mary Alice y Joseph, mis padres

      Prólogo Feminismo americano

      El momento de intenso trabajo intelectual por que atraviesa el feminismo americano, nos da idea de la profunda acción de la mujer, completamente a tono con la realidad social. El movimiento de reivindicación es enérgico y decisivo.

      ROSA BORJA DE ICAZA, Hacia la vida, 1936

      En 1931, un conflicto entre dos prominentes líderes dedicadas a la lucha por los derechos de la mujer cambió el curso del feminismo en América. Desde Estados Unidos, Doris Stevens le escribió a su colega cubana Ofelia Domínguez Navarro para darle instrucciones para luchar por el sufragio de las mujeres.

      En Cuba estaba a punto de estallar la Revolución del Treinta y Stevens, que entonces tenía 42 años y era una veterana del movimiento sufragista de Estados Unidos, estaba convencida de que eso representaba una oportunidad para el feminismo. Durante los dos últimos años, la crisis económica mundial había desencadenado revueltas sociales y políticas en Estados Unidos y a lo largo y ancho del continente americano, desde el río Bravo hasta Tierra del Fuego. En Cuba, la crisis impulsó la nueva dictadura represiva del presidente Gerardo Machado, que prometió reformas constitucionales como fachada de su régimen antidemocrático. Stevens lo consideró un momento perfecto para promover los derechos políticos de las mujeres y no dudó en comentárselo a Domínguez. Fracasar en esta tarea, señalaba Stevens, significaría un retroceso en el progreso de las mujeres cubanas.1

      Domínguez, que entonces tenía 36 años, se enfureció ante el consejo no solicitado de su compañera. Ella también creía que ese momento anunciaba la politización de las mujeres, pero no por medio del voto, que nacería “viciado de origen” bajo una dictadura. En su correspondencia previa con Stevens, Domínguez había detallado el “régimen del terror” en Cuba en aquel momento, impulsado por el gobierno estadounidense.2 Machado había abolido el habeas corpus, reemplazado a algunos funcionarios electos por miembros de la policía secreta, cerrado universidades, restringido el derecho a la libre expresión y la libre reunión, además de encarcelar a numerosos disidentes políticos. Las feministas organizaban acciones directas contra la dictadura junto con obreros y estudiantes, en las que muchas veces fueron víctimas de violencia. Domínguez acababa de cumplir dos penas de cárcel. A pesar de ello, Stevens no ofrecía palabras de solidaridad ni consuelo, sólo instrucciones para presionar por el sufragio.

      Domínguez contraatacó enviando a Stevens una carta en la cual le decía que había muchas cosas que ella no entendía. En Cuba, le explicaba Domínguez, feminismo quería decir algo más que apoyar los derechos políticos de las mujeres: significaba una transformación radical, no sólo igualdad política y civil, sino también justicia económica y social para las mujeres trabajadoras, y derechos civiles y políticos para todo el mundo, hombres y mujeres que sufrían bajo el yugo de una dictadura y del imperialismo estadounidense. Domínguez acababa de fundar en la isla un nuevo grupo feminista que abrazaba todos estos objetivos.3

      Pero, para entonces, Domínguez ya había dado por terminadas las súplicas a Stevens. Su carta fue una despedida.

      La carta de Stevens fue la gota que colmó el vaso en la tensa relación entre las dos mujeres. Unos años antes, ambas habían colaborado en la Sexta Conferencia Panamericana de La Habana, durante la fundación de la Comisión Interamericana de Mujeres (CIM), órgano formado para fusionar un movimiento feminista hemisférico y promover los derechos de la mujer a escala internacional. Desde entonces, Stevens comandaba la organización de manera unilateral, enfocando sus esfuerzos sólo en los derechos civiles y políticos. Ella ignoraba de manera sistemática los reclamos latinoamericanos por ampliar la agenda de la comisión.

      La carta de Domínguez, que significó el final de su colaboración con Stevens, se transformó en un llamado a las armas. Reprodujo la correspondencia en un volante de una página a dos caras, al que sólo le añadió un título: “A la conciencia política de la mujer latinoamericana”, y lo hizo circular ampliamente entre las feministas hispanohablantes de América.4

      La