La apasionante historia de amor que narró Jesús, y que encontramos en el evangelio de Lucas, conocida como la parábola del hijo pródigo, tiene como protagonista central la persona del padre; un padre que sale al encuentro de los dos hijos que se le perdieron en el camino de la vida. Uno se perdió marchándose a un país lejano, el otro quedándose en su hogar; pero ambos fueron encontrados en el mismo sitio… en los brazos de su padre. ¿No tendremos nosotros algo de cada uno de estos hermanos? El rencor, los celos, la falta de autoestima, los sentimientos de culpa permanentes son algunos de los indicadores de que necesitamos volver urgente al Único que nos puede decir exactamente quiénes somos y cuánto valemos; a los brazos en los cuales podemos sentirnos eternamente felices y llenos de paz como niños; al hogar donde podemos recuperar la dignidad que el diablo nos robó; al Amor que sana cada una de nuestras heridas… el mismo que da la identidad que hemos perdido.