La tonalidad precisa del rojo es la afirmación de una mirada que se funde con la ciudad, con los cuerpos que la habitan y con el tiempo que todo lo atraviesa. La búsqueda meditativa del mundo y sus representaciones suscita a la vez una experiencia sensorial de plenitud en el presente y la constatación de la fragilidad del ser y de sus identidades. «Manuel Broullón nunca queda en la superficie de las cosas. Parte de la physis, de lo concreto y material, pero siempre va más allá de ello: lanza la palabra desde la fuerza proyectiva de lo simbólico. Por eso su escritura es física y –al mismo tiempo– meta-física. Y llega al fondo de las cosas con la minuciosidad del orfebre».