Déjalo ser, déjalo ir. La vida es muy corta para decir que somos dueños de algo. La realidad terminará mostrando que nada podemos poseer, pero todo lo podemos recibir. Aferrarnos a las cosas materiales, las personas o incluso lo espiritual, es olvidar para qué hemos sido creados. Si un pájaro no vuela y solo quiere caminar en las cosas de la tierra, podrá hacerlo, pero vivirá una vida sin su satisfacción más profunda. Se enredará con cosas, situaciones o personas ordenándolas hacia la tierra cuando en realidad fue creado para el cielo. Vivirá triste, con miedo y preocupado. Porque no puede experimentar su propia realidad, la del amor que lo ha creado para volar. Tratará de aferrarse a lo que intenta manejar, competirá con otros que le quieren quitar lo suyo. A veces ganará, a veces perderá. Pero siempre estará ansioso y hasta angustiado. Porque aun conquistando lo que quiere, siempre tendrá miedo a perderlo. En este libro queremos volver a volar. Volver a nuestra verdad de ser creados para volar. Dios no nos creó para que vivamos con miedo, sino para que nos dejemos amar. Tal vez estuvimos viviendo sin amor. Tal vez, todavía no sabemos cómo Dios nos mira, y qué quiere darnos todo.