Con toda la fe de su corazón puesta en la piedra de la Luna que guarda en su bolsillo, y en la dulzura de la palabra hechicera aprendida del mago Joaquincini para investirse con los fantásticos poderes que tuviera el mismísimo Merlín, el Gran Mago Sebastianini, capaz de hazañas nunca vistas, está a punto de comprender para siempre cuál es el más bello sortilegio y cuál es la mayor riqueza que puede deslumbrar a un «Encontrador de Tesoros».