Incarnation du mythe de l artiste maudit, Vincent van Gogh (1853-1890) est devenu une référence de l art contemporain. Expressionniste pendant le courant postimpressioniste, son art fut incompris tout au long de sa vie. Vincent van Gogh réalisa plus de 2000 ?uvres mais n en vendra qu une seule tout au long de sa vie. Peintre autodidacte, sa peinture est reconnue pour sa beauté à la fois sensible et âpre. Il est aujourd hui l un des artistes les plus en vogue sur le marché de l art.
The incarnation of the myth of a cursed artist, Vincent van Gogh (1853-1890) is a legend who became a reference for modern art. An Expressionist during the Post-Impressionist movement, his art was misunderstood during his lifetime. In Holland, he partook in the Dutch realist painting movement by studying peasant characters. Anxious and depressed, Vincent van Gogh produced more than 2000 artworks, yet sold only one in his lifetime. A self-made artist, his work is known for its rough and emotional beauty and is amongst the most popular in the art market today.
Incarnation du mythe de l artiste maudit, Vincent van Gogh (1853-1890) est devenu une référence de l art contemporain. Expressionniste pendant le courant postimpressioniste, son art fut incompris tout au long de sa vie. Vincent van Gogh réalisa plus de 2000 ?uvres mais n en vendra qu une seule tout au long de sa vie. Peintre autodidacte, sa peinture est reconnue pour sa beauté à la fois sensible et âpre. Il est aujourd hui l un des artistes les plus en vogue sur le marché de l art.
The incarnation of the myth of a cursed artist, Vincent van Gogh (1853-1890) is a legend who became a reference for modern art. An Expressionist during the Post-Impressionist movement, his art was misunderstood during his lifetime. In Holland, he partook in the Dutch realist painting movement by studying peasant characters. Anxious and depressed, Vincent van Gogh produced more than 2000 artworks, yet sold only one in his lifetime. A self-made artist, his work is known for its rough and emotional beauty and is amongst the most popular in the art market today.
Marc Chagall nació en el seno de una familia judía sumamente estricta, para la cual la prohibición de la representación de la figura humana tenía la fuerza de un dogma. El no haber pasado el examen de admisión de la escuela Stieglitz no evitó que Chagall se uniera posteriormente a esa famosa escuela fundada por la sociedad imperial para el fomento de las artes, dirigida por Nicholas Roerich. En 1910, Chagall se mudó a París. La ciudad fue su “segunda Vitebsk”. Al principio, aislado en su pequeña habitación de Impasse du Maine en La Ruche, Chagall encontró numerosos compatriotas a los que también había atraído el prestigio de París: Lipchitz, Zadkine, Archipenko y Sutin, todos ellos destinados a mantener el “aroma” de su tierra natal. Desde su llegada, Chagall quería “descubrirlo todo”. Ante sus sorprendidos ojos, la pintura se le reveló. Aun el observador más atento y parcial tiene dificultad, en ocasiones, para distinguir al Chagal parisino del de Vitebsk. El artista no estaba lleno de contradicciones, ni tenía una personalidad dividida, pero siempre era distinto; miraba a su alrededor y en su interior, así como al mundo que le rodeaba y usaba sus ideas del momento y sus recuerdos. Tenía un estilo de pensamiento sumamente poético que le permitía seguir un camino tan complejo. Chagall estaba dotado de una cierta inmunidad estilística: se enriquecía a sí mismo sin destruir nada de su propia estructura interna. Admiró la obra de otros y la estudió con inventiva, librándose de su juvenil torpeza, pero sin perder un solo instante su autenticidad. Por momentos, Chagall parecía mirar al mundo a través del cristal mágico, sobrecargado de experimentación artística, de la Ecole de París. En tales casos, se embarcaba en un sutil y serio juego con los diversos descubrimientos del fin de siglo y volvía su mirada profética, como la de un joven bíblico, para mirarse a sí mismo con ironía y de manera pensativa en el espejo. Naturalmente, reflejó por completo y de manera extrema los descubrimientos pictóricos de Cézanne, la delicada inspiración de Modigliani y los ritmos superficiales complejos que recordaban la experimentación de los primeros cubistas (Véase Retrato en el caballete, 1914). A pesar de los análisis recientes que mencionan las fuentes judeo-rusas del pintor, heredadas o prestadas pero siempre sublimes, así como de sus relaciones formales, siempre hay algo de misterio en el arte de Chagall. Un misterio que tal vez descansa en la naturaleza misma de su arte, en el que utiliza sus experiencias y recuerdos. Pintar es la vida, y tal vez, la vida es pintar.
Cézanne fue capaz de transformar una taza de té en algo vivo, elevando el género de naturaleza muerta a un nivel en el que sus elementos dejan de ser objetos inanimados. Wassily Kandinsky dijo de este artista francés: “Pintó estos elementos como seres humanos porque poseía el don de adivinar la vida interior que se oculta en todas las cosas”. Además de las naturalezas muertas de Cézanne, este libro incluye también obras de artistas como Van Gogh, Matisse, Chardin y Picasso. Su formato, de gran comodidad, lo convierte en el regalo ideal.
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Picasso era español y por eso, según dicen, comenzó a dibujar antes que a hablar. Cuando niño, se sintió atraído de manera instintiva hacia las herramientas del artista. En sus primeros años pasaba horas en feliz concentración dibujando espirales con un sentido y un significado que sólo él conocía. Otras veces dejaba de lado sus juegos infantiles para trazar sus primeras imágenes en la arena. Tan temprana expresión artística encerraba la promesa de un raro don. No hay que olvidar hacer mención de Málaga, pues fue ahí donde, el 25 de octubre de 1881, nació Pablo Ruiz Picasso, y fue ahí donde pasó los primeros diez años de su vida. El padre de Picasso era pintor y profesor en la Escuela de Bellas Artes y Oficios. Picasso aprendió de él los rudimentos del entrenamiento académico formal en arte. Luego fue a estudiar a la Academia de las Artes en Madrid, pero no se graduó. Antes de cumplir los dieciocho años había llegado al punto de mayor rebeldía; repudió la estética anémica de la academia junto con la prosa pedestre del realismo y, naturalmente, se unió a aquellos artistas y escritores que se llamaban a sí mismos modernistas, a los inconformistas, aquellos a los que Sabartés llamó “la élite del pensamiento catalán” y que se habían agrupado en torno al café de artistas Els Quatre Gats. Durante 1899 y 1900 los únicos temas que Picasso consideró meritorios fueron aquellos que reflejaban la “verdad final”, la fugacidad de la vida humana y la inevitabilidad de la muerte. Sus primeras obras, agrupadas bajo el nombre de “Periodo Azul” (1901-1904), consisten en pinturas con matices azulados y fueron el resultado de la influencia de un viaje que realizó por España y de la muerte de su amigo Casagemas. Aunque Picasso mismo insistió varias veces en la naturaleza subjetiva e interna de su Periodo Azul, su génesis y, en especial, el azul monocromático se explicaron durante muchos años como el simple resultado de varias influencias estéticas. Entre 1905 y 1907, Picasso inició un nuevo periodo, conocido como el “Periodo Rosa”, que se caracterizó por un estilo más alegre con colores rosados y anaranjados. En Gosol, en el verano de 1906, la forma del desnudo femenino asumió una importancia extraordinaria para Picasso; identificó una desnudez despersonalizada, original y simple con el concepto de “mujer”. La importancia que los desnudos femeninos tendrían para Picasso en cuanto a temática durante los siguientes meses (en el invierno y la primavera de 1907) se hizo patente cuando creó la composición de una pintura grande titulada Las señoritas de Aviñón. De la misma manera que el arte africano se considera como el factor que llevó al desarrollo de la estética clásica de Picasso en 1907, las lecciones de Cézanne se perciben como la piedra angular de este nuevo avance. Esto se relaciona, en primer lugar, con la concepción espacial del lienzo como una entidad compuesta, sujeta a un determinado sistema de construcción. Georges Braque, a quien Picasso conoció en el otoño de 1908 y con quien encabezó el movimiento cubista durante los seis años de su apogeo, quedó asombrado por la semejanza que los experimentos pictóricos de Picasso guardaban con los suyos. En cierto momento, explicó: “La dirección principal del cubismo era la materialización del espacio”. Después de su periodo cubista, en la década de 1920, Picasso volvió a un estilo artístico más figurativo y se acercó más al movimiento surrealista. Representó cuerpos monstruosos y distorsionados, pero en un estilo muy personal. Después del bombardeo de Guernica en 1937, Picasso creó una de sus obras más famosas, que se convirtió en símbolo crudo de los horrores de esa guerra y, de hecho, de todas las guerras. En la década de 1960, su estilo artístico cambió de nuevo y Picasso comenzó a volver la mirada al arte de los grandes maestros y a basar sus pinturas en la obra de Velázquez, Poussin, Goya, Manet, Courbet y Delacroix. Los últimos trabajos de Picasso fueron una mezcla de estilos que dio lugar a una obra más colorida, expresiva y optimista. Picasso murió en 1973, en su villa de Mougins. El simbolista ruso Georgy Chulkov escribió: “La muerte de Picasso es una tragedia. Sin embargo, aquellos que creen que pueden imitar a Picasso y aprender de él son ciegos e inocentes. ¿Aprender qué? Estas formas no tienen una contraparte emocional fuera del infierno, pero estar en el infierno significa anticipar la muerte. Los cubistas difícilmente cuentan con un conocimiento tan ilimitado”.
El arquitecto y diseñador español Antoni Gaudí (1852-1926) es una importante e influyente figura en la historia del arte contemporáneo de España. El uso del color, la utilización de diferentes materiales y la introducción de movimiento en sus construcciones fueron toda una innovación en el terreno de la arquitectura. En su diario, Gaudí expresó sus propios sentimientos sobre el arte: “los colores usados en arquitectura tienen que ser intensos, lógicos y fértiles”. El autor, Jeremy Roe, utiliza una amplia gama de detalles fotográficos y arquitectónicos que le permiten revelar el contexto del arte de Barcelona mientras nos introduce en el mundo de Gaudí, maestro de algunas de las más famosas construcciones, objetos de diseño y grandes obras de la arquitectura española. Este libro ayuda a comprender a Gaudí y su legado.
Las flores constituyen el elemento fundamental en la mayoría de las representaciones pictóricas de naturalezas muertas. Al trazar sus formas y colores, numerosos artistas desde Brueghel a O’Keeffe han creado símbolos tanto de vida como de mortalidad. Los girasoles de Van Gogh, los nenúfares de Monet y los ramos de Matisse permanecerán en nuestra memoria para siempre. La mayor parte de los trabajos incluidos en Flores son verdaderas obras maestras que, a menudo, han marcado estilos y épocas enteras. Con el formato práctico y compacto característico de Mega Square, este título constituye un regalo ideal.