El cielo protector. Paul Bowles

Читать онлайн.
Название El cielo protector
Автор произведения Paul Bowles
Жанр Языкознание
Серия
Издательство Языкознание
Год выпуска 0
isbn 9789876286145



Скачать книгу

      Paul Bowles

       EL CIELO PROTECTOR

      Prólogo del autor

      Traducción de Nicole d’Amonville Alegría

Edhasa

      Clásico contemporáneo, llevada al cine por Bernardo Bertolucci, El cielo protector es la novela que consagró a Paul Bowles, uno de los más grandes escritores norteamericanos del siglo XX. Narra el derrotero de Port y Kit Moresby, un refinado matrimonio que tras doce años de unión y con la casi certeza de que su relación ha encallado, deciden viajar al norte de África. Los acompaña un amigo, Turner, acaba de terminar la Segunda Guerra Mundial, viven holgadamente de la herencia que el padre dejó a Port, y se supone que la travesía habrá de devolverlos a una plenitud perdida.

      Sin embargo, apenas se adentran en el desierto, son capturados por un paisaje incomparable y una cultura desconocida y no fácil de descifrar. Turner abre una herida en la pareja; y aunque fascinante, un entorno cruel y hostil los precipita hacia caminos distintos.

      La razón se debilita, el amor prácticamente se desvanece, la traición se impone, y aquello que fue pensado como un viaje de reencuentro revela su auténtico propósito: cada uno por su lado debe descubrir por qué está en ese lugar, tan cerca del vacío y la muerte, tan alejados de la cómoda y monótona vida neoyorkina.

      Con una prosa seca y una notable perspicacia psicológica, El cielo protector es una aventura asombrosa y un recordatorio de que afuera del propio lugar uno puede descubrir su destino, siempre que se acepte las agudas sorpresas que ese descubrimiento puede deparar.

      Bowles, Paul

      El cielo protector / Paul Bowles. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Edhasa, 2021.

      Libro digital, EPUB

      Archivo Digital: descarga y online

      Traducción de: Nicole d’Amonville Alegría.

      ISBN 978-987-628-614-5

      1. Novela. I. Bernárdez, Aurora, trad. II. Título.

      CDD 813

      Título original: The sheltering sky

      Diseño de cubierta: Eduardo Ruiz

      Primera edición: noviembre 2020

      ©Rodrigo Rey Rosa, 1949, 1976

      All rights reserved

      © de la traducción Nicole d’Amonville Alegría, 2006, 2019

      © de la presente edición Edhasa, 2021

      Avda. Córdoba 744, 2º piso C

      C1054AAT Capital Federal

      Tel. (11) 50 327 069

      Argentina

      E-mail: [email protected]

       http://www.edhasa.com.ar

      Carrer de la Diputació, 262, 2º 1ª,

      08007, Barcelona

      Tel. 93 494 97 20

      España

      E-mail: [email protected]

       http://www.edhasa.es

      ISBN 978-987-628-614-5

      Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del Copyright bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo público.

      Edición en formato digital: mayo de 2021

      Conversión a formato digital: Libresque

      Para Jane

      Ningún hombre es dueño de su destino.

      Canción bereber

      Prólogo

      Sucedió una tarde de finales de julio de 1947. Acababa de despertar de una siesta inducida por el calor, pues Fez* puede ser bastante calurosa en verano. Recuerdo el aire viciado en la habitación claustrofóbica. “Abriré la ventana —pensé—, veré el puerto de Orán abajo y el aire nocturno será refrescante.” Estaba ya metido en la novela que empezaba a escribir. La primera página debía formar parte de aquel asfixiante cuartucho de hotel en el que me hallaba tendido. Establecer aquello me permitiría dirigir el movimiento como hallase conveniente. Sabía que me embarcaba en un largo viaje, pero sentía que debía acompañarme una mujer —con preferencia una esposa—, que ocuparía una habitación contigua a la mía. La única joven con la que había viajado hasta entonces era mi esposa Jane. De forma que inventé de inmediato una esposa, y supe que me acompañaría durante todo el viaje. Fue así como una falsa Jane se convirtió en mi compañera. Sin duda eso influyó en la leyenda posterior de que la verdadera Jane había participado en el viaje. No me sirvió de nada negar su presencia, o insistir en que el libro era una ficción, y no una autobiografía. De forma que aunque Jane nunca había pisado el continente africano, y estaba tranquilamente sentada junto a una piscina en Connecticut, los críticos dijeron lo que quisieron, y en general dictaminaron que mi esposa me había acompañado al Sahara.

      Bernardo Bertolucci, que tuvo la fatídica idea de llevar este recalcitrante libro al cine, creyó ver en él grandes posibilidades publicitarias. Quiso que Debra Winger se pareciera lo más posible a Jane. No pareció molestarle que yo en aquella época tuviera ochenta años. Huelga decir que la película en sí no tuvo nada que ver con la campaña para hacer públicas nuestras vidas privadas. Solo tuvo que ver con la publicidad. Pero cuanto menos diga sobre la película ahora, mejor.

      No recuerdo por qué consideré necesario matar al protagonista masculino a media novela. Quizá me pareció injusto haber escapado a una peritonitis durante mi propia lucha con la tifoidea, y por tanto, debía una vida, cualquier vida, al enemigo exterior. Gracias al Hospital Americano en Neuilly, y al buen estado general de salud, propio de los veintiún años, logré evitar la peritonitis. Quince años después el enemigo se apoderó de mi héroe, y a mi esposa inventada, cuya personalidad había ido construyendo poco a poco a lo largo del libro, la abandoné a su propia suerte. Al final, libre ya del estado obsesivo impuesto por la escritura, supe que la muerte era necesaria, porque, por encima de todo, lo que yo quería era la experiencia de la muerte, no vista por un observador, sino desde dentro: tenía que ser yo quien muriera. Encontré que mi muerte fingida daba un empujón a la novela; después tuve que enfrentarme a otros problemas. Todo dependía de Kit y de lo que ella se sintiera impelida a hacer para sobrevivir. Las posibilidades narrativas eran infinitas. La novela seguía el rumbo de las fantasías de Kit, que para algunos críticos eran irreales por consistir en mis propias fantasías masculinas. Y es cierto que en la última parte del libro, en todas las escenas por las que discurre la narración, Kit es un objeto y sigue siéndolo hasta el final.

      Costó publicar el libro. Fue un encargo de Doubleday, que rechazó la obra en el acto por considerar que no era una novela. Después tuvo un mal año, durante el que todos los editores que la vieron, la rechazaron. Fui yo, y no mi agente, quien al final mandó el manuscrito a James Laughlin de New Directions; por fortuna le gustó mucho y accedió a publicarla. Debido a que sus contables ya habían presentado las devoluciones de impuestos de 1494 no podía arriesgarse a mostrar ganancias por algo que ya consideraba una pérdida (porque su interés en la edición era literario, no comercial), de forma que restringió la edición a tres mil quinientos ejemplares, en lugar de los diez mil que había recomendado Publishers Weekly. El libro salió la segunda semana de diciembre, pero las ventas en aquel período vacacional se limitaron a los ejemplares disponibles.

      Pese a estos obstáculos, la novela fue entregada en