El Zodiaco. Margarita Norambuena Valdivia

Читать онлайн.
Название El Zodiaco
Автор произведения Margarita Norambuena Valdivia
Жанр Книги для детей: прочее
Серия
Издательство Книги для детей: прочее
Год выпуска 0
isbn 9789569946806



Скачать книгу

cabeza.

      — No, Pietro Bertholy, el líder de la Araña, es demasiado sensato como para enfrascarse en un ajuste de cuentas sin recompensas claras. Habrán matado a su primo, pero sé que Pietro tiene otros objetivos más allá de una simple venganza.

      — Perfecto, asunto resuelto. — Aries sonrió satisfecha— Les daremos hasta la noche para volver, en caso contrario vamos por ellos. —resuelto esto, centró su mirada en Sagitario—Sagi, ya que estás aquí, ¿quieres ir con nosotras de compras? —Sagitario sonrió iluminando todo su rostro.

      — Oh, buena idea, por supuesto que me apunto. —aseguró, justo en ese momento Tauro aprovechó para ir por su presa extensamente vigilada y comerse casi de golpe las tres últimas tostadas.

      — Pero eso no significa que Escorpio y Acuario estén libres de peligro. —advirtió Alpha, captando nuestra atención otra vez.

      — ¿Ah no? —no entendía en qué clase de peligro podrían verse involucrados, ya habíamos dicho que no los iban a matar, ¿qué más quería Alpha?

      — ¿Qué quieres decir? —Leo parecía molesto por verse forzado a hablar.

      — Bueno, si Pietro logró tomar prisioneros a dos miembros identificados del Zodiaco es seguro que querrá ir por el resto. —Alpha sonaba bastante pedagógico al hablar.

      — Pero si dijiste que no lo movía la venganza. —le recordó Aries molesta.

      — Eso es cierto, pero deberían de saber que el Zodiaco tiene un alto precio por su cabeza. Cabeza, brazos y piernas. Quien logre detener al Zodiaco en su totalidad recibirá una suculenta recompensa. —informó Alpha, yo abrí mis ojos asombrada por la noticia y al mirar los ojos de Aries, Sagitario, Leo y Tauro vi que brillaban de emoción.

      — Oh… ¿en serio? —Leo estaba particularmente alegre— Sabía que somos maravillosos, pero nunca creí que fuera suficiente como para ponerle precio a nuestras cabezas. —comentó en tono de orgullo.

      — ¿Y de cuánto estamos hablando? ¿Podemos cobrar la recompensa nosotros? —me pareció que Tauro ya había comenzado a tramar algún buen plan para llevarse el premio a costa de doce desconocidos para luego de un tiempo volver a las calles. Alpha frunció el entrecejo, supongo que no podía creer lo que escuchaba y veía.

      — Eso está de lujo. ¿Hace cuánto que nos pusieron precio? —Sagitario se veía muy emocionada— Esto sería mucho más divertido si lo hubiéramos sabido antes… ya sabes… alardear un poco más solo por fastidiar. —dijo casi gritando mientras se largaba a reír, yo reí con ella, me la podía imaginar perfectamente alardeando por ahí.

      — ¿Qué? —Alpha sacudió la cabeza desconcertado.

      — ¿Por qué es que nosotros no teníamos idea de esto? —se quejó Aries, sin quitar la gran sonrisa traviesa que se había instalado en su rostro.

      — Oigan, ¿alguien está escuchándome? No es un juego. Sus cabezas tienen precio. —repitió Alpha. Estaba asombrado y preocupado por la falta de seriedad con la que evidentemente habíamos tomado la noticia.

      — Ya, ya… relájate un poco gatito. Vive la vida. —le pidió Géminis haciendo un gesto despreocupado con la mano.

      — ¿Gatito? —Alpha frunció su entrecejo contrariado, pero terminó sacudiendo la cabeza y centrando su mirada en Aries— Escucha, muy posiblemente Acuario y Escorpio sean torturados para obtener esta ubicación. No sé si lo entiendan, pero no es solo dinero lo que hay en juego, también prestigio y poder. El Zodiaco se ha hecho de muchos enemigos y de muy mala fama. A ustedes se les atribuye un sin número de problemas que tiene nuestra ciudad.

      — Y seguramente tienen razón. —comentó Aries sonriendo divertida, desviando la mirada hacia su costado derecho.

      — Es verdad. —aseguró Géminis cruzándose de brazos. —Podría hacer una lista de todo lo que hemos hecho que haya molestado a alguien y aunque escribiera día y noche, no terminaría en un año.

      — Exacto, nena, el Zodiaco no tiene rey, no tiene reino y no tiene ley. Hacemos lo que queremos, dónde queremos, cuándo queremos y cómo queremos. —Leo chasqueó su mano derecha y apuntó con su índice a Géminis.

      — Si quieres sobrevivir solo hay una regla que debes seguir: no te metas con nosotros y no nos meteremos contigo. —Aries se enderezó antes de hablar y utilizó su tono más solemne.

      — Bueno, eso no es del todo correcto. —corrigió Libra. —Debemos reconocer que nos hemos metido con personas que no se habían metido con nosotros. —nos recordó.

      — Cierto, pero eran parte del trabajo y/o estaban en nuestro camino. —le corrigió Aries.

      — ¿Pero ustedes se escuchan? Escorpio y Acuario posiblemente estén siendo torturados en estos momentos y a ninguno parece afectarles. —Alpha terminó alzando la voz. Como consecuencia se ganó la mirada fría de todo el Zodiaco.

      — Oh… ahora te interesa la seguridad de alguno de nosotros. Pero qué considerado. —el tono de Leo era ácido y burlón, y por si esto fuera poco, apoyó la cabeza en su mano mientras fijaba su mirada de odio en Alpha.

      — No es asunto tuyo, los iremos a rescatar en la noche si es que no han sido capaces de volver por su cuenta. —Aries sonaba mosqueada por tener que repetir su instrucción, especialmente cuando el único que parecía no acatarla era el que a ella menos le importaba.

      — Pero… —Toda posible protesta por parte de Alpha se vio interrumpida tras el regreso de Capricornio.

      — Aries, antes de salir de compras necesito que agregues algunas cosas a tu lista. —Había un largo corredor que conectaba la sala, cocina y comedor con los dormitorios, desde ahí la voz calmada de Capricornio se oía aún lejana, pero todos fijamos nuestra atención en su dirección.

      El primer lugar al que se tenía acceso saliendo del pasillo de los dormitorios era la cocina ubicada justo a mano derecha. El comedor solía rotar de lugar, creo que era culpa de Sagitario y Géminis a quienes les gustaba fastidiar a Tauro.

      — Ryuuji. —susurró Alpha en cuanto Capricornio llegó a la cocina.

      Sentí que Libra se tensaba y cuando quise preguntarle qué sucedía me di cuenta de que no era el único en guardia; de pronto una oscura aura había invadido el comedor apoderándose de todos los que nos encontrábamos sentados a la mesa. El ambiente se sentía como si estuviera a punto de desatarse una tormenta.

      Mientras los demás tenían puestos sus cinco sentidos en Capricornio, yo miré a Alpha: se giró en dirección a Capricornio y fijó en él una mirada llena asombro. No creo que haya sido consciente ni de su movimiento ni de la forma en que miraba a Capri, me pareció que se comportaba como un antiguo algoritmo esperando a ser ejecutado hace mucho, programado para reaccionar sin razonar.

      Asustada, me enderecé separándome de Libra con lentitud y volví a mirar a Capricornio mientras trataba de descifrar porqué con su llegada todo se había vuelto tan lúgubre, entonces recordé por qué no debíamos dejar entrar a Alpha.

      Sentí mis brazos y piernas temblar de debilidad, como si de pronto la sangre hubiese dejado de circular por mis extremidades. Me mordí el labio inferior sintiéndome culpable: nunca debí dejarlo entrar.

      Capricornio había dejado de hacer todo lo que había estado haciendo; sus pasos, sus intenciones y sus pensamientos se congelaron en el tiempo. Se veía pálido, totalmente descompuesto, parecía a punto de vomitar. Pronto fue evidente que para Capricornio solo existía Alpha, a quien no podía quitarle los ojos de encima.

      No lograba hacerme una idea de lo que podría estar pensando Capricornio, pero sabía que no era algo bueno, sabía que volver a ver a Alpha había removido un montón de basura que se había esmerado mucho por ocultar. Alpha era una herida que parecía haber sanado, pero cuya costra comenzaba a picar y arder tan pronto como su existencia fue recordada.

      Llegué a pensar por un momento que Capricornio