Название | Traumatología deportiva en el fútbol |
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Автор произведения | Juan José López Martínez |
Жанр | Медицина |
Серия | Medicina |
Издательство | Медицина |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9788499106755 |
–datos personales,
–exploración,
–antecedentes personales (figura 2.1),
–antecedentes familiares,
–demarcación de juego,
–datos antropométricos,
–hábitos.
(Véase el modelo de cuestionario de salud en el Anexo 1.)
Exploración física
Después de recoger los datos principales en la historia clínica, es necesario realizar una exploración por aparatos y sistemas con el fin de detectar posibles alteraciones que pudieran afectar la práctica deportiva del jugador.
Es imprescindible tanto la valoración del sistema musculoesquelético como la del sistema cardiovascular.
Exploración del sistema musculoesquelético
El diagnóstico de las anomalías del aparato locomotor tiene como objetivo principal la prevención de lesiones.
Figura 2.1. Reconocimiento médico de un portero de fútbol. Se observa una escápula alada por axonotmesis parcial de nervio torácico largo tras un traumatismo. No es apto para la práctica deportiva.
En el futbolista profesional es indispensable la exploración de columna vertebral, pelvis y extremidades inferiores, y se ha de prestar especial atención al tobillo y la rodilla (figura 2.2). En el caso de los porteros, no se debe olvidar la extremidad superior.
Si fuera necesario, además de la exploración física, se deben utilizar pruebas complementarias de confirmación, tales como radiología simple, ecografía musculoesquelética, RMN y TAC (figura 2.3).
Figura 2.2. Exploración del ligamento cruzado anterior mediante la maniobra de Lachman.
Exploración del sistema cardiovascular
El fútbol, según la clasificación de Mitchell (1994), es un deporte de bajo componente estático y alto componente dinámico. Requiere un entrenamiento aeróbico durante varias horas al día que expone el corazón a una situación de sobrecarga de volumen, similar a una insuficiencia aórtica o insuficiencia mitral que daría lugar a una sobrecarga excéntrica con dilatación del VI y sin variación de espesores parietales.
Si tenemos en cuenta que en menores de 35 años las patologías cardíacas más frecuentes que causan la muerte súbita son la miocardiopatía hipertrófica (en Estados Unidos) y la displasia arritmógena de VD (en España), que el 95 % de los pacientes con miocardiopatía hipertrófica presenta un trazado anormal en el ECG y que la muerte súbita es más frecuente en deportistas que en la población general, se podría evitar un número elevado de problemas relacionados con alteraciones cardíacas si se realizara un reconocimiento médico-deportivo que incluyera el ECG, un método barato y que el Servicio de Cardiología del Centro de Medicina del Deporte, dependiente del Consejo Superior de Deportes, establece como la exploración de mayor rendimiento diagnóstico.
Figura 2.3. Luxación acromioclavicular grado V crónica en portero de fútbol profesional tras una lesión no tratada hace años.
Por lo tanto, y siguiendo las recomendaciones del servicio de cardiología anteriormente mencionado, se debería explorar (véase el modelo adjunto en el Anexo 2):
•Toma de tensión arterial. Medida de la presión arterial sistólica y diastólica expresada en milímetros de mercurio (mmHg).
•Palpación de pulsos femorales. Se pretende descartar la coartación aórtica.
•Auscultación cardíaca.
•Medición de la frecuencia cardíaca.
•ECG de doce derivaciones. Permite estudiar los parámetros electrocardiográficos de detección de la hipertrofia ventricular para la prevención de la muerte súbita. Siempre debe correlacionarse con las características propias del electrocardiograma del deportista, como las repercusiones sobre el ritmo, la hipertonía vagal, la hipertrofia miocárdica o las alteraciones en la repolarización.
•Ecocardiograma. Con esta técnica se puede detectar la forma del corazón, su tamaño, el funcionamiento de las válvulas, los volúmenes y presiones sanguíneos, y la fuerza y grosor del miocardio, todo ello mediante ultrasonidos y sin irradiar al paciente.
•Prueba de esfuerzo. Permite conocer la respuesta al ejercicio de los sistemas metabólico, cardiovascular y respiratorio. Debe tratarse de una prueba de esfuerzo máximo con monitorización cardíaca con ECG y calorimétrica indirecta (figura 2.4). Para el futbolista, el ergómetro de elección será la cinta ergométrica, y el protocolo debería ser un test triangular, progresivo y máximo. Se propone una velocidad de inicio de 6-8 km/h e incrementar cada minuto la velocidad 1 km/h hasta el esfuerzo máximo sostenible. La pendiente se debe mantener al 1 % y en ningún caso debería ser superior al 3 % (véase AEMEF [2] en la bibliografía).
•Espirometría basal de esfuerzo. Ofrece unos valores estáticos de ventilación pulmonar y, de forma indirecta, del calibre de las vías respiratorias y de la capacidad de la musculatura respiratoria.
•Otros. En algunos casos serán necesarias exploraciones complementarias, como Holter, estudios genéticos y RMN.
Figura 2.4. Prueba de esfuerzo en un reconocimiento médico a un futbolista profesional.
Otras exploraciones
Además de las exploraciones de los sistemas musculoesquelético y cardiovascular, que son imprescindibles, se pueden efectuar exploraciones de otros aparatos:
•Aparato respiratorio. Inspección visual del tórax, tratando de identificar malformaciones. Asimismo, realizaremos auscultación simétrica y comparativa.
•Abdomen. Descarte, mediante palpación, de posibles hernias y visceromegalias.
•Sistema nervioso. Exploración de pares craneales y reflejos osteotendinosos.
•Examen odontológico.
•Análisis podológico y de la marcha.
Pruebas complementarias
Analítica
Se encargará una analítica de sangre y de orina. En la sanguínea, además de hemograma, perfil renal, lipídico y hepático, ionograma, coagulación y enzimas musculares, se incluirá serología de enfermedades infectocontagiosas: hepatitis B y C, VIH, virus de Epstein Barr, citomegalovirus y paramixovirus. Para estos últimos parámetros se requerirá la firma del consentimiento informado del jugador.
Antropometría