Cuentos africanos para dormir el miedo. Ernesto Rodríguez Abad

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Название Cuentos africanos para dormir el miedo
Автор произведения Ernesto Rodríguez Abad
Жанр Книги для детей: прочее
Серия
Издательство Книги для детей: прочее
Год выпуска 0
isbn 9788494877988



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      1ª edición: 2013

      2ª edición: 2016

      1ª edición versión electrónica: Febrero 2019

      © De la edición:

      Factoría de Cuentos S. L., 2013

      © Del texto:

      Ernesto Rodríguez Abad, 2013

      © De las ilustraciones:

      Ernesto Rodríguez Abad, 2013

      Factoría de Cuentos S. L.

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      Conversión a libro electrónico: Eduardo Cobo

      Impreso en España

      ISBN formato papel: 978-84-944378-7-8

      ISBN formato ePub: 978-84-948779-8-8

      Depósito Legal: TF 483-2016

      Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la Ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47)

      A los que sueñan,

      a los que imaginan.

      A todos los lectores.

      Índice

       Prólogo

       El viejo que asustaba al miedo

       Babak contó cómo nacieron los volcanes y las estrellas en África

       El niño Ongo Congo y el río

       Kai y el barco de papel

       Ong’ondi y la selva negra

       El monstruo calabaza y la sed

       Orisandra

       Babakar

       Los hijos de Selma

       Brahime y el beso de sal

       El último baobab

      Prólogo

      Ernesto Rodríguez Abad ha escrito Cuentos africanos para dormir el miedo, y lo ha dedicado a los que sueñan, a los que imaginan, a todos los lectores, escribe. De la mano del anciano Babak, el niño Ongo Congo o el joven Bong es inevitable sentir el rapto de la imaginación y descubrirse al cabo del libro sumado a la legión de lectores, y aún más devotos oyentes, que siguen de cerca al autor en su candente peregrinaje por este insulario desierto. Robando trozos al día y a la noche he hilvanado estos cuentos africanos, capítulo a capítulo, oyendo redonda y solemne, como un solo de violonchelo, la voz (y los hondos silencios) de Ernesto, al que unas veces imagino como un guerrero yoruba agazapado tras el árbol de Tarzán y otras como un explorador inglés de cantimplora y salacot en busca de las fuentes del Nilo. Quien suba a bordo de este libro de alma geográfica –para casi todos nosotros, bárbaros del norte, África sigue siendo exclusivamente geografía– ascenderá ríos caudalosos que penetran en el corazón de la selva y recorrerá la sabana al ritmo lento de las antiguas locomotoras coloniales. Los afortunados que leyeron a Verne y a Salgari tropezarán de nuevo con sus viejos héroes de novela; otros evocarán al reportero Tintín y al boy Coco en aquellas ingenuas aventuras africanas escritas por Hergé. Noches oscuras, ríos e hipopótamos, chozas de paja y ramas, brujos y guerreros, la luna de África y la mujermadera, el monstruo calabaza y el baobab gigante volverán a encender la llama de nuestra imaginación.

      Pero a Ernesto también le ha podido el presente y, renunciando, acaso de mala gana, al mito –y, por qué no, al tópico–, ha rendido tributo a la realidad en forma de cuento. Ahora sus personajes se tornan héroes de la emigración y el desarraigo: niñas como Orisandra que abren su libro de matemáticas por la página 52 en una escuela occidental, jóvenes como Babakar que permanecen retenidos en un centro de acogida o trágicas heroínas de patera como Kai nos muestran una imagen contemporánea –todavía fragmentaria– de África, confirmando así que el presente es un excelente combustible para la imaginación y que, incluso, no pocas veces la realidad supera a la ficción. Cuentos africanos para dormir el miedo es un libro de nuestro tiempo, configurador de una imagen de África que es a un tiempo fedataria de los viejos mitos del siglo XX y deudora de la realidad más urgente del siglo XXI. Y aunque, sin duda, África es mucho más que lo que atisbamos desde el observatorio de nuestra secular indiferencia, cabe reconocer al autor la virtud del inconformismo y el mérito de tender un puente, aunque sea literario y delicado, con nuestros vecinos más próximos.

      Ulises Martín Hernández

      Universidad de La Laguna

      El niño se acercó, curioso, al anciano. Le habían dicho que era el viejo más sabio del continente africano. Se pasaba los días sentado bajo el gran baobab que daba sombra a la sabana. El árbol era su trono, y él, el rey de las tierras calientes y secas.

      El niño tenía los ojos grandes y brillantes como pelotas de cristal negro, el pelo rizado y la piel oscura como una hermosa noche. Siempre en su mirada asomaba una pregunta. Quería conocer el mundo, quería saber cómo era África.

      El anciano tenía palabras incrustadas en las arrugas, las manos se habían acostumbrado a tejer historias, la voz sabía volar como los pájaros, brillar como las estrellas, escurrirse entre las sombras como los peces de colores.

      Le contó, al muchacho que quería saberlo todo, que la única forma de conocer África y el mundo era oír todos los cuentos y todas las leyendas. Las palabras que viajan desde los tiempos remotos dentro de las historias dicen más de lo que significan.

      Ellas están escritas con hilos de la noche.

      —¿Y cómo descubriré los cuentos? ¿Quién me contará las leyendas? —se apresuró a decir el muchacho de la mirada ansiosa.

      El viejo sonrió. En aquella sonrisa había misterios, sabidurías que venían del pasado, magia de otros mundos.

      Llenó la vasija de barro negruzco que siempre lo acompañaba con un puñado de tierra y piedrecillas.

      Luego, levantó el recipiente