Название | Novelas completas |
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Автор произведения | Jane Austen |
Жанр | Языкознание |
Серия | Colección Oro |
Издательство | Языкознание |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9788418211188 |
—Excelentes, sin ninguna duda. Su preocupación por nuestra comodidad, la amistad que en todo nos han demostrado, van más allá de sus deseos.
—Créanme que me alegra grandemente escucharlo; en verdad, estoy muy contento. Pero era de esperar: son gente de gran fortuna, están emparentados con ustedes, y era natural que les ofrecieran todas las muestras de amabilidad y las comodidades necesarias para hacerles agradable la estancia. Entonces, están confortablemente instaladas en su casita de campo y no les falta nada. Edward nos describió el lugar como algo precioso; lo más completo en su tipo que podía existir, dijo, y que todas ustedes parecían disfrutarlo mucho. Para nosotros fue una gran alegría saberlo, les aseguro.
Elinor se sintió un poco aturdida por su hermano, y no lamentó que la llegada del criado de la señora Jennings, que venía a decirle que su señora las estaba esperando en la puerta, la liberara de la necesidad de contestarle.
El señor Dashwood las acompañó hasta las escalinatas, fue presentado a la señora Jennings en la puerta de su carruaje, y tras manifestar una vez más su esperanza de poder visitarlas al día siguiente, se marchó.
La visita se cumplió como mandaban los cánones. Llegó con la falsa excusa de que su esposa no había podido venir pues “estaba tan ocupada con su madre, que en verdad no tenía tiempo de ir a ninguna otra parte”. La señora Jennings, por su parte, le aseguró de inmediato que ella no se andaba con protocolos, porque todos eran primos, o algo así, y que de todas maneras iría muy pronto a visitar a la señora de John Dashwood, y que llevaría con ella a sus cuñadas. El trato de él hacia ellas, aunque reservado, fue muy cordial; hacia la señora Jennings, de solícita cortesía; y al llegar el coronel Brandon poco después, lo observó con una curiosidad que parecía decir que solo esperaba saber que era rico para extender a él idéntica amabilidad.
Tras permanecer media hora, le pidió a Elinor ir con él a Conduit Street para que lo presentara a Sir John y lady Middleton. Como hacía un hermoso día, ella accedió enseguida. Y no bien se habían alejado de la casa, él comenzó a hacerle preguntas.
—¿Quién es el coronel Brandon? ¿Es un hombre rico?
—Sí, tiene una muy buena propiedad en Dorsetshire.
—Me alegro. Parece un hombre muy caballeroso, y creo, Elinor, que puedo felicitarte por la perspectiva de una situación muy respetable en la vida.
—¿A mí, hermano... qué quieres insinuar?
—Le gustas. Lo observé muy de cerca, y estoy convencido de ello. ¿A cuánto asciende su fortuna?
—Creo que sobre dos mil al año.
—Dos mil al año. —Y luego, esforzándose por alcanzar un tono de entusiasta generosidad, agregó—: Elinor, por ti, desearía con todo el corazón que fuera el doble.
—Sí, te creo —respondió Elinor—, pero estoy segura de que el coronel Brandon no tiene la menor intención de casarse conmigo.
—Estás equivocada, Elinor; muy equivocada. Con un pequeño empuje de tu parte lo conseguirías. Quizá por el momento esté indeciso, lo escaso de tu fortuna pueda frenarlo o sus amigos se lo desaconsejen. Pero esas pequeñas atenciones y estímulos que las damas tan fácilmente pueden brindar, lo estimularán a pesar de sí mismo. Y no hay razón alguna para que no intentes hacértelo tuyo. No debe suponerse que algún otro afecto que hayas tenido antes... en pocas palabras, tú sabes que un afecto como ese es totalmente imposible, las objeciones son insuperables... eres demasiado juiciosa para no percatarte. El coronel Brandon es el hombre; y por mi parte, no me ahorraré ninguna cortesía con él, de manera que tú y tu familia le agraden. Es una unión que debe complacer a todos. En fin, es algo que —bajando la voz hasta un fatuo susurro— será extremadamente conveniente para todas las partes. —Reconsiderando las cosas, sin embargo, agregó—: Esto es, quiero decir... todos tus amigos anhelan verte bien establecida, Fanny en especial, porque tu bienestar le es muy querido, te lo aseguro. Y a su madre también, la señora Ferrars, una mujer muy bondadosa, estoy seguro de que le daría un gran placer; ella misma lo dijo el otro día. Elinor no se dignó a contestar.
—Ahora, sería extraordinario —continuó—, algo muy gracioso, si Fanny pudiera ver a un hermano y yo a una hermana llegando a una situación estable en sus vidas al mismo tiempo. Y no es muy descabellado.
—¿Es que se casa el señor Edward Ferrars? —dijo Elinor con tono decidido.
—Todavía no hay nada en firme, pero hay algo de eso en el aire. Tiene una estupenda madre. La señora Ferrars, con la mayor generosidad, se hará presente y le asignará mil libras anuales si la unión se consuma. La dama en cuestión es la honorable señorita Morton, hija única del fallecido lord Morton, con treinta mil libras: una unión muy deseable por ambas partes, y no me cabe duda de que a la larga se hará realidad. Mil libras anuales es una importante cantidad para que una madre entregue a su hija, la ceda para siempre; pero la señora Ferrars tiene un espíritu muy dadivoso. Para darte otro ejemplo de su generosidad: el otro día, apenas llegamos a la ciudad, consciente de que en este momento no abundábamos en dinero, puso en las manos de Fanny doscientas libras en billetes. Algo muy bien acogido, porque nuestros gastos son muy grandes aquí. Hizo una pausa esperando su aprobación y simpatía, y ella se obligó a decir:
—Sin duda los gastos de ustedes, en la ciudad y en el campo, deben ser enormes, pero también cuentan con una buena renta.
—No tan buena, me atrevería a decir, como supone mucha gente. No me quejo, sin embargo; sin duda es desahogada y, así lo espero, mejorará con el tiempo. Actualmente estamos cercando el ejido de Norland, lo que es un gasto muy serio. Y también hice una pequeña compra este medio año, la granja de East Kingham, debes recordarla, allí donde solía vivir el viejo Gibson. Esas tierras me eran tan necesarias en todo sentido, tan directamente vecinas con mi propiedad, que pensé que era mi deber comprarlas. No me habría perdonado dejarlas caer en otras manos. Hay que pagar por lo que a uno le es necesario, y ello sí me ha costado una gran cantidad de dinero.
—¿Más de lo que crees que valen real e intrínsecamente?
—Vamos, supongo que no. Podría haberlas vendido al día siguiente por más de lo que pagué; pero en cuanto al precio, en verdad habría sido muy desafortunado, porque en ese momento estaban tan bajos los valores, que si no hubiera tenido la cantidad necesaria en el banco tendría que haberlas cerrado con una gran pérdida.
Elinor solo se le escapó una sonrisa.
—Cuando llegamos a Norland tuvimos también otro gasto importante inevitable. Nuestro respetado padre, como bien sabes, legó todos los efectos de Stanhill que quedaban en Norland (y bien valiosos que eran) a tu madre. Lejos estoy de quejarme por ello; el derecho que le asistía a disponer de sus bienes a su antojo es innegable. Pero, por ello, hemos tenido que hacer importantes compras de ropa blanca, vajilla, etc., para reemplazar lo que se entregó. Podrás imaginar, tras todos estos gastos, cuán lejos de ser ricos estamos y cuán bien acogida es la bondad de la señora Ferrars.
—Por supuesto —dijo Elinor—; y con el apoyo de su generosidad, espero que puedan llegar a vivir en condiciones más saneadas.
—Uno o dos años más pueden contribuir mucho a ello —contestó él con seriedad—; sin embargo, todavía queda mucho por obrar. Aún no se ha colocado ni una piedra del invernadero de Fanny, y del jardín de flores lo único que hay es el proyecto.
—¿Dónde estará emplazado el invernadero?
—En la pequeña loma tras la casa. Hemos echado abajo todos los viejos nogales para hacerle espacio. Será una estupenda vista desde varias partes del parque, y justo en la pendiente frente a él irá el jardín de flores, así que se verá muy