Paso a la juventud. Sandra Souto Kustrín

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Название Paso a la juventud
Автор произведения Sandra Souto Kustrín
Жанр Документальная литература
Серия Historia
Издательство Документальная литература
Год выпуска 0
isbn 9788437093284



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más afiliados eran la capital, Torrelavega y Los Corrales.47 El Comité Provincial de Alicante se constituyó en junio de 1932 y dos años más tarde hablaba de 1.000 afiliados y 158 simpatizantes en 22 secciones, siendo las más importantes las de Elche y Villena, con más de 100 afiliados cada una.48 Las Juventudes Socialistas Valencianas celebraron su segundo congreso provincial en junio de 1933, con representación de 10 secciones que decían contar con sólo 288 afiliados, siendo las más importantes las de la capital y Alzira.49 El proceso de organización que vivían las juventudes socialistas se reflejó en todos estos congresos en la existencia de muchas propuestas sobre cuestiones de índole interna y de funcionamiento de las secciones, cotizaciones o creación de bibliotecas para los militantes.

      El crecimiento de la FJS se produjo con afiliados de escasa formación política, lo que se destacó en las páginas de Renovación desde fechas muy tempranas,50 y llevó a dar gran importancia a la educación política, como muestra la aprobación, en el congreso de 1932, de la organización de una «Escuela Socialista de Verano», de la que llegaron a realizar dos, una en dicho año, en la que participaron 90 jóvenes,51 y otra en el verano de 1933, a la que asistieron ya 200 militantes.52 Se planteó también crear una «Escuela Juvenil Marxista», para la que la organización juvenil llegó a elaborar un reglamento. El proyecto se aplazó por el acuerdo de los congresos de la UGT y del PSOE, a propuesta de la juventud socialista, de crear una «Escuela Superior Obrera», idea que quedó paralizada tras las elecciones de 1933.53 A pesar de su carácter de escuelas de formación política eran también unas «vacaciones juveniles», como el mismo órgano de la FJS destacó. Tampoco se puede menospreciar el valor que pudo tener como ámbito de socialización de jóvenes de ambos sexos, y se podían convertir, como pasaría con las excursiones realizadas por las diferentes secciones juveniles aunque también tuvieran un contenido político, en lo más parecido a unas vacaciones a lo que podían tener acceso algunos de estos jóvenes,54 que en muchos casos asistieron a estas escuelas gracias a becas pagadas por las organizaciones socialistas o por militantes importantes de ellas.55

      Sin embargo, la primera actividad política destacada de la organización juvenil socialista con el cambio de régimen fue la organización de unas milicias,56 de las que se responsabilizaron los miembros de su ejecutiva José Castro y Felipe García, y «cuya misión principal, sin perjuicio de defender la República contra los ataques reaccionarios, sería la de vigilar nuestra organización y nuestros centros». Estas milicias protegieron edificios oficiales en Madrid tras la proclamación de la República y se encargaron del servicio de orden en la manifestación organizada el 19 de abril de 1931 en honor a Pablo Iglesias y en la del Primero de Mayo del mismo año. Desde las páginas de Renovación se insistió en la necesidad de la existencia de milicias para defender la República frente «a todo intento involucionista monárquico». Sin embargo, según se informó en el IV Congreso de la FJS, «significativos camaradas» les pidieron que «se pusieran en relación con otros elementos» y formaran «guardias cívicas» -es decir, que dirigentes del PSOE les pidieron que se pusieran de acuerdo con los republicanos. Al no llegarse a un acuerdo con éstos y, considerando «que habían sobrepasado sus atribuciones», porque creían que eran el PSOE y la UGT quienes debían ocuparse de la organización de estos grupos, «suspendieron los trabajos».57

      La FJS planteó sus peticiones a los poderes públicos a través de un programa lleno de contenido juvenil, cuya primera expresión fue el manifiesto elaborado por su ejecutiva con motivo del Primero de Mayo de 1931, que se proponía expresamente recoger reivindicaciones «peculiares a los jóvenes» y citaba prácticamente las mismas que había aprobado en su congreso de 1929: derecho de voto a los 21 años, que era la edad en que los jóvenes se incorporaban al ejército, por lo que «es lógico que al propio tiempo se les otorgue el derecho a intervenir en los negocios públicos que han de verse obligados a defender»; que se diera derecho de voto a los soldados; clausura de las academias militares, reducción a seis meses del tiempo en filas, supresión de las cuotas y abandono de la acción militar en Marruecos; disolución de la guardia civil; separación absoluta de la Iglesia y del Estado y expulsión de los jesuitas; concesión a la mujer de los mismos derechos civiles y políticos que al hombre; «creación de escuelas en número suficiente»; segunda enseñanza gratuita y obligatoria de los 14 a los 18 años y «acceso libre de todos los ciudadanos a la universidad»; establecimiento de la edad mínima de acceso al mercado laboral en 16 años, vacaciones pagadas o enseñanza profesional obligatoria.58

      Tras las elecciones a Cortes Constituyentes de 28 de junio de 1931, Renovación destacó la importancia de la presencia de la juventud en aquellas frente a los parlamentos monárquicos: «son bastantes los jóvenes que como actores figuran en los rojos escaños del Congreso»; «los hay en todas las minorías». Por primera vez había miembros de la FJS en las Cortes aunque, por la forma en que se proponían los candidatos y por los militantes de la FJS que eran diputados, parece estar más influido por el hecho de que el PSOE contaba por primera vez con un importante grupo parlamentario que porque le diera un papel más destacado a su organización juvenil, aunque sirviera para que entre los jóvenes creciera la idea de su importancia. Desde el órgano juvenil socialista se hizo una defensa condicionada de la democracia: «somos los jóvenes los que tenemos la mayor obligación de salir a la defensa del parlamento. Debemos educar a nuestra generación en el sentido de que los problemas pueden ser resueltos de manera pacífica», pero «de no encontrar el paso franco a nuestras justas reivindicaciones, por la cerrilidad de la clase burguesa» deberían «recurrir a otros procedimientos que no quisiéramos emplear, pero que no desdeñamos».59

      Cuando aún no hacía un mes de la proclamación de la República, la juventud socialista insistió en reivindicar el derecho de voto a partir de los 21 años, justificándolo porque a esa edad ya se tenía «suficiente madurez», por equiparar la legislación española a la del resto de Europa, y por el papel que habían jugado los jóvenes en el triunfo de la República y el que jugarían «en su defensa». Sin embargo, al debatirse la constitución republicana, la comisión constitucional, que en un primer momento había planteado establecer el derecho de voto a los 21 años, finalmente fijó la edad de voto en los 23. La FJS consideró que esta decisión se había debido al «temor a que el espíritu revolucionario de la juventud se infiltrase en el país», y agregó que los impulsos juveniles tenían «que encontrar un cauce (…) que si se le niega en la ley habrá de hallarlo contra ella».60

      La participación de los jóvenes en la política y las mismas relaciones con el PSOE fueron objeto de conflicto entre las organizaciones socialistas ya en el primer bienio republicano: nada más proclamarse la República, la FJS protestó ante el partido por la intervención de Indalecio Prieto en la manifestación de homenaje a Pablo Iglesias, que la juventud socialista se había planteado como un acto de afirmación socialista, fin que consideró desvirtuado por las palabras de Prieto.61 La organización juvenil expresó también su preocupación por los motivos de la masiva afluencia de afiliados a las filas socialistas, considerando que había un «nuevo tipo» de militante, «el electoral, atraído por el ambiente que a veces lo que busca es servirse del partido». El PSOE protestó por estas críticas e insistió en el papel educativo de la organización juvenil.62 Desde Renovación se aceptó que el partido socialista era en cada país «la única expresión política de la clase proletaria», pero se defendió que esto no significaba que los jóvenes debieran renunciar a expresar su propio criterio, aunque se proponía hacerlo en las agrupaciones del PSOE. Se dijo también que la FJS no atacaba al partido, sino «las inconsecuencias» de algunos militantes y de «arribistas» presentes en todas las organizaciones. En 1932, con motivo de los congresos del PSOE y de la UGT, Renovación publicó un artículo con el significativo título de «Debemos opinar los jóvenes».63

      Pronto comenzó en el órgano juvenil un debate sobre la participación en el gobierno, rechazada por José Castro y Mariano Rojo –presidente y secretario de la FJS, respectivamente– frente a Carlos Hernández Zancajo y Santiago Carrillo. Ya en el Cuarto Congreso, en febrero de 1932, la FJS aprobó que cuando se disolvieran las Cortes Constituyentes y se acabasen de elaborar las leyes fundamentales, el PSOE abandonara el gobierno, «asumiendo únicamente