Franz Kafka (1883-1924) manifiesta la desesperanza frente a su destino personal y el pesimismo respecto a lo humano entendido genéricamente. Junto a la animalización del hombre que nos plantea en «La metamorfosis», el resto de los relatos que aparecen en esta antología muestran, o bien una «humanización» del animal, o bien el enfrentamiento entre el mundo animal y humano. Al recurrir a animales, Kafka consigue distanciarse suficientemente de lo narrado como para mostrar el dolor, el aislamiento y la desorientación sin resultar patético. Si las fábulas del racionalismo y la ilustración tomaban a los animales como figuras alegóricas para transmitirnos una enseñanza útil y moral, aquí no se encuentran moralejas: el mundo ha tomado un rumbo que ya no permite hallarlas.