La vida de hoy es complicada y afecta más todavía al funcionamiento cerebral que en generaciones precedentes. La construcción de una existencia equilibrada se parece mucho a la de una buena casa: antes de hacer cualquier cosa es necesario poner primero cimientos sólidos. Para ello hay que seguir una fórmula sencilla: la suma de actitud mental positiva más una dosis de risa diaria recomendada es igual a una vida que merece vivirse. Los elementos esenciales para mantener el estrés a raya son vivir la vida con pasión, con entusiasmo y con buena actitud y saber reírse de uno mismo y de las situaciones que se enfrentan día tras día. De los hallazgos de las neurociencias podemos tomar nuevos conocimientos para mejorar el desempeño de las capacidades intelectuales: habilidades para aprender y memorizar más rápido, razonar con claridad, desarrollar la creatividad y decidir en forma efectiva, entre otras. También es posible obtener una gran cantidad de recursos para relacionarse mejor con uno mismo, con los demás y con el medio ambiente. No quedan dudas de que el cerebro es producto de lo que se piensa y, consecuentemente, de lo que se hace y lo que se siente. Por lo tanto, todo ser humano que viva con autonomía puede constituirse en el artífice de su propio neurodesarrollo, es decir, activar un proceso de neuroplasticidad autodirigida. En el día a día, hombres y mujeres crean su realidad a partir de sus pensamientos y emociones. En este proceso intervienen no sólo los hechos del presente, sino también los recuerdos de experiencias pasadas y las emociones asociadas a estos.
"Desafíos, dilemas, liderazgo, compromiso, motivaciones para gerenciar un proyecto propio… Conducir es una acción que se asocia a los negocios, pero que, no obstante, se puede trasladar a todo escenario de la vida. Se lidera la dieta, la compra de un regalo, una familia, las vacaciones, el alquiler de una casa, la elección de la escuela o de la universidad, una carrera, un vínculo social… La mente del gerenciamiento es propia del ser humano porque se vincula a su supervivencia: conduce su destino en los diferentes frentes que le competen. Las demandas extremas que exige el rol directivo hoy obligan a realizar un desarrollo incremental de las capacidades. Los desafíos requieren superación en intereses y aptitudes. Algunas condiciones las poseen naturalmente. Otras se desarrollan (e incrementan) con el aprendizaje. Es necesario fortalecer todas, adquiridas e innatas, para que se puedan poner en práctica exitosamente, actualizadas en virtud de los vertiginosos cambios contemporáneos. Ser gerente es una condición que, en alguna medida, cada sujeto. Las neurociencias proporcionan herramientas muy eficaces para potenciarla. Conducir una empresa compromete habilidades que el neuromanagement y el neuroliderazgo exponen como determinantes. Entre ellas, memoria, concentración, atención, creatividad, flexibilidad mental, inteligencia, intuición, dominio del estrés, autoliderazgo emocional… Esta obra propone una serie de recomendaciones y ejercicios para encarar el fortalecimiento de esos atributos a partir de la aplicación de los conocimientos sobre el funcionamiento del cerebro."
¿Cuán agradable resulta ver comportamientos amables y no intempestivos? ¿Con cuánta frecuencia la mala administración de las sensaciones hace caer en actos de los que después nos arrepentimos? ¿Cuántas veces quisiéramos volver el tiempo atrás por lo hecho o lo dicho? ¿En cuántas ocasiones el semblante traiciona sin tener la posibilidad de reconocer qué pasó? Hoy las neurociencias han avanzado a tal punto que han logrado interpretar los orígenes y los desencadenantes de cuestiones que el arte ya nos revelaba como posibles: el corazón roto por un amor o las flechas de Cupido dando en el blanco. Han detectado, por ejemplo, que el cerebro interviene de manera radical en las emociones y que un ajuste en el modo en que se conducen redunda en beneficios rotundos a la hora de convivir con terceros. Las emociones circulan la vida de todos los sujetos de manera amplia. Para liderar un equipo de trabajo, transitar una pareja, mantener las amistades, obtener aquello que se desea, hacerse de un empleo o criar un hijo… cumplen un rol fundamental en prácticamente todos los momentos, todas las decisiones. En todos esos escenarios, no solo importa qué emoción se hace presente o se experimenta, sino también el modo en el que ocurre. Eso predispone de manera favorable o negativa. Cuando se logra concientizar su aparición, clasificarlas, comprender las reacciones que producen y los cuadros que las originan, es posible implementar respuestas saludables para cada una de esas situaciones.
Ganas, ímpetu, motivaciones para llevar adelante un proyecto propio… Emprender es una cuestión que se asocia a los negocios desde el punto de vista de ser dueño y jefe, pero que, no obstante, se puede trasladar a todo escenario de la vida. Se emprende una familia, un viaje, la compra de una casa, la elección de un club, una carrera, un entrenamiento, una dieta, una relación… La mente emprendedora es innata al ser humano porque se vincula con su supervivencia. Sin embargo, a partir de la evolución humana hacia el confort, los disparadores que mantienen en buena forma tal actitud se han ido adormeciendo. Es hora de trabajar en aquellas características propias de quienes emprenden: Fomentar el perfil Ajustar los resortes Afinar las ideas Fortalecer la motivación Crear escenarios Promover el «que suceda» Animarse a correr riesgos No temer a los errores Ejercitar la capacidad de repensar Volver a pensar Mantener el entusiasmo Algunos atributos se poseen naturalmente. Otros, se desarrollan con el aprendizaje. Es preciso ejercitarlos todos, adquiridos e innatos, para mantenerlos frescos, lozanos, dispuestos y ricos, prestos a ponerse en práctica, actualizados en virtud de los cambios cotidianos y ágiles para sostenerse frente a la competencia que el día a día propone. Ser emprendedor es una condición que se ha puesto de moda, en la práctica concreta de liderar un proyecto económico propio o como característica personal en cualquier ámbito laboral en que uno se desempeñe. El cerebro tiene mucho que ver con el entrepreneurship: memoria, concentración, atención, creatividad, flexibilidad mental, inteligencia, intuición, dominio del estrés, autoliderazgo emocional.
La vorágine del día a día hace la cotidianeidad un tanto complicada. La emocionalidad se adormece, se hace efervescente, desborda, perjudica, se escapa de manera inapropiada o se esconde. Para construir su equilibrio, es esencial comenzar ladrillo por ladrillo. Un camino para aquietar lo que aqueja, promover la actitud mental positiva, aportar una dosis de risa diaria recomendada, ocuparse más que preocuparse… Son pequeños pasos para que la emocionalidad se transforme en una autopista hacia una vida que merece ser vivida. Los elementos esenciales para mantener las emociones en orden son enfrentarse al día a día con pasión, entusiasmo y actitud positiva y aprender a reírse de uno mismo y de las situaciones que nos tocan en suerte. Las investigaciones más recientes en neurociencias ofrecen nuevos conocimientos para mejorar el desempeño de las capacidades intelectuales y emocionales. Así proporcionan habilidades para aprender y memorizar más rápido, razonar con claridad, desarrollar la creatividad y decidir en forma efectiva, entre otras. También es posible obtener una gran cantidad de recursos para relacionarse mejor con uno mismo, con los demás y con el medio ambiente. El cerebro se constituye a partir de los pensamientos y, como consecuencia, de lo que cada sujeto realiza y de lo que efectivamente siente. Cualquier individuo puede convertirse en protagonista absoluto del desarrollo de sus capacidades cerebrales, con mayor autonomía enriquecida y calidad de vida. Diariamente, las personas pueden beneficiarse de la neuroplasticidad de sus cerebros. A lo largo de este libro se trazará un camino minucioso para encontrar las perillas necesarias que permitan ajustar las direcciones e intensidades del sentir en pos de un vivir mejor.
El mundo es un continuo de decisiones. Todo aquello que nos mueve está vinculado a elecciones que se concretan. Qué palabra se incluye luego de la ya pronunciada, a qué sitio hay que dirigirse, qué se come, en qué mesa de un bar opta un sujeto por sentarse, a qué colegio enviar a los niños o qué espectáculo ir a ver. Todo es decisión. Se suele circunscribir la idea a los ámbitos de negocios, pero en verdad lo que allí se expresa es el modo en que cada individuo se conduce con sus elecciones en la vida cotidiana. Decidir implica decenas de mecanismos que involucran cuestiones como: • Evaluar alternativas. • Medir consecuencias. • Resignar expectativas. • Ceder. • Negociar. • Ajustar acuerdos y respetarlos. • Analizar y deducir. • Gestionar la frustración. • Aceptar los posibles errores. • Visualizar el escenario. • Involucrarse. • Llevar el timón. • Ajustar rumbos. • Comprender lo sucedido. • Ir más allá. Como toda capacidad, la toma de decisiones es un atributo perfectible. Las neurociencias están a la cabeza de las preferencias modernas en torno a ese camino de desarrollo.
El deporte y el ejercicio físico en general siempre tuvieron adeptos, aunque en estos tiempos la conciencia sobre su valoración para optimizar la calidad de vida convirtió a muchos sedentarios en activistas. El cerebro se ve beneficiado por esta tendencia: el movimiento físico repercute en su mejor desarrollo. Mientras en el pasado el entrenador de alto nivel necesitaba convencer al sistema de que la cabeza del deportista debía ser atendida del mismo modo que su físico, hoy es moneda corriente que en los planteles de profesionales trabajen psicólogos, terapeutas del comportamiento y neurocientíficos. Lo hacen a la par del preparador físico para dejar a punto al sujeto, en todos los frentes posibles, antes de cada competencia. En esta obra el doctor Braidot nos brinda ejercicios de entrenamiento cerebral que ayudan a quienes practican deportes a lograr exitosamente sus objetivos. • alcanzar un mejor rendimiento; • aprovechar más eficientemente el entrenamiento; • combatir el estrés físico; • recrear escenarios exitosos en competencias. • fortalecer las actitudes a la hora de los momentos decisivos; • experimentar satisfacción y serenidad en los logros obtenidos.
Frentes múltiples, demandas que involucran cuestiones personales, laborales, de pareja, maternales, de estética, sociales, etcétera. Las mujeres de hoy están inmersas en un circuito frenético e intentan estar a la altura de todas las batallas para salir airosas.
Si bien el cerebro femenino está conformado de tal manera que puede atender simultáneamente diversos temas, es necesario ejercitarlo. En esta obra el Dr. Braidot explica cómo potenciar las condiciones naturales de la mujer y, asimismo, propone un conjunto de ejercicios para desarrollar aquellas que no han sido exploradas.