La primera entrega de la «trilogía familiar» de Ingmar Bergman reconstruye, a partir de fotografías, especulaciones y frases dichas a media voz, los primero años de la turbulenta relación de sus padres. Una relación llena de epifanías y decepciones, malherida por los prejuicios y el hostigamiento familiar, si no por los mismos impulsos que la hicieron nacer.La inmensa estatura de Bergman como cineasta ha eclipsado a menudo su también inmensa importancia como escritor. Concebida como un epílogo al filme «Fanny y Alexander» y convertida en serie de televisión y largometraje por Bille August como «Las mejores intenciones» (ganador, a su vez, de la Palma de Oro en Cannes), «La buena voluntad» es quizá el título más importante de la obra de Bergman como escritor.La cercanía sentimental del autor con lo narrado y el peso de los protagonistas en la formación de su propia sensibilidad convierten esta novela en la más íntima de sus indagaciones en las pasiones humanas, un testimonio rotundo de la conducta de hombres y mujeres que Bergman aprovecha para revisar y fijar la nómina completa de sus obsesiones: la incomunicación, la mentira, la culpa, el vértigo sexual, las relaciones de poder en el seno de la familia, la convivencia en pareja, la esperanza (o la fe) y su pérdida; y el rencor, como un incesante y mórbido baile de máscaras.
Tenemos a un cincuentón que imparte cursos de escritura creativa, mientras él mismo es incapaz de triunfar como escritor, por mucho que domine los «trucos del oficio». Atractivo y desenvuelto, Marc es un dechado de amabilidad, aunque también arrastra alguna que otra mala costumbre: fuma sin parar, seduce a algunas de sus jóvenes estudiantes y, de vez en cuando, se encuentra con el cadáver de una entre las manos, lo que tampoco puede considerarse un drama. Así es como Marc se relaciona con sus semejantes, ya sean sus compañeros de trabajo o su hermana (con quien mantiene una relación que podríamos calificar de «problemática»): con desapego, ironía y falsa llaneza. Philippe Djian tiene la extraña virtud de atrapar al lector incomodándolo y la más extraña aún de hablarle en un tono tan familiar como perturbador. En Los incidentes, lo banal y lo aún más banal deben darse la mano para hilvanar una historia blanca como el rencor, negra como la nieve. La correspondiente adaptación fílmica del libro, a cargo de los hermanos Larrieu, llevó por título El amor es un crimen perfecto. Por su parte, el gancho promocional utilizado en la edición francesa original de la novela la describe como un «thriller existencialista». Y, en efecto, hay amor —indefenso, agonizante— en el libro, y la existencia precede a la esencia en la vida de su protagonista. Solo cabe preguntarse si se trata de una existencia perdida, de una existencia idiota, y si el amor es un crimen tan perfecto como dicen.
El libro más celebrado de Serguéi Dovlátov se recrea en el escaso contenido de la maleta que lo acompañó en su exilio.Cada uno de los inútiles objetos que constituyeron su único patrimonio nos conduce a un lugar memorable de su biografía. Mago del estilo, Dovlátov entrega aquí lo más parecido a un canon de su escritura. Preciso, despojado e irónico, el resultado es un recorrido personalísimo por algunos avatares de su vida, tanto como un índice tragicómico del tejido espiritual, social y político de la URSS. La engañosa liviandad de su prosa, su disposición para reírse de sí mismo y su extraordinaria capacidad para el retrato humano han convertido a Serguéi Dovlátov en uno de los grandes maestros de las letras rusas de la segunda mitad del siglo xx. Dovlátov no solo es el escritor más popular del último cuarto de siglo en Rusia, también es el autor de algunas de las mejores páginas que ha dado el siglo XX. The Guardian Tu voz es profundamente auténtica y universal. Tenemos suerte de tenerte con nosotros. Tienes grandes dones que ofrecer a este loco país. Kurt Vonnegut Sus relatos y novelas están teñidos de un escepticismo irónico en el que emerge la absurdidad humorística de la vida, y de un estoico acatamiento de esa fuerza ajena llamada destino. Marta Rebón, El País
A finales de los años setenta, una «heroica francesa» logra sacar de la URSS, oculto en un microfilm, el germen de la novela que acabará siendo Oficio.Dovlátov retrata con su habitual socarronería la censura oficial del aparato soviético y la oficiosa de las decenas de editoriales y publicaciones que rechazan sistemáticamente sus escritos. Ante el veto para ejercer el deseado oficio de novelista, Dovlátov abraza con pasión el de periodista, primero en Tallin y, tras su emigración, en Nueva York, donde deja pasar los días tirado en un sofá y trata de poner en pie un semanario para judíos, mientras alcanza por fin reconocimiento internacional como literato.El escritor pasa revista, indulgente pero incisivo, conciso y atendiendo a la música de las palabras, a todo un abanico de personajes y situaciones aberrantes, tanto en Rusia como en su patria adoptiva, sin olvidarse jamás de hacer mofa de sí mismo, su mejor personaje.
El hombre tiene al enemigo en casa, sanciona el autor emergente Dovlátov. Se arriesga así a penetrar en el misterio de sus orígenes, encadenando las crónicas de cuatro generaciones surcadas por una especie de verdad insistente y anómala. El autor gobierna a sus inolvidables personajes como cambiantes máscaras libertarias. La titanomaquia de los abuelos, judíos de Oriente y armenios del Cáucaso, cede ante la decadencia de hijos y nietos. Pero los vínculos de sangre no se rompen y atrapan al lector, que se siente en esta obra maestra, muy precisamente, como en casa. Dovlátov no solo es el escritor más popular del último cuarto de siglo en Rusia, también es el autor de algunas de las mejores páginas que ha dado el siglo XX. The GuardianTu voz es profundamente auténtica y universal. Tenemos suerte de tenerte con nosotros. Tienes grandes dones que ofrecer a este loco país. Kurt VonnegutSus relatos y novelas están teñidos de un escepticismo irónico en el que emerge la absurdidad humorística de la vida, y de un estoico acatamiento de esa fuerza ajena llamada destino. Marta Rebón, El País
"Un amor infeliz, deudas, matrimonio, labor creativa, conflicto con las autoridades. Y por añadidura, como quería Dostoyevski, cierto horizonte trascendental". Estas pocas líneas describen escuetamente la situación del autor durante su retiro («espiritual») en Mijáilovskoie, una suerte de parque temático en honor a Pushkin que se convierte, en manos de Dovlátov, en otro descacharrante y estremecedor jalón de su obra narrativa. De Serguéi Dovlátov (1941-1990) se ha dicho que «por sí solo, ha inventado el idioma que los rusos hablan en la actualidad». Su estilo conciso y antiliterario, su hondura, su humor y su desconcertante habilidad para analizar, con mirada piadosa, los absurdos que rodearon su azarosa vida lo han convertido en un clásico contemporáneo.
"Dovlátov no solo es el escritor más popular del último cuarto de siglo en Rusia, también es el autor de algunas de las mejores páginas que ha dado el siglo XX". —The Guardian
"Tu voz es profundamente auténtica y universal. Tenemos suerte de tenerte con nosotros. Tienes grandes dones que ofrecer a este loco país". —Kurt Vonnegut
El hombre sin amor es la antología de los mejores relatos de Eduard Limónov, preparada solo unas semanas antes de su muerte.Estos ocho fragmentos de vida corresponden a un periodo muy concreto de la biografía de su autor y conforman algo parecido a una novela del desamor, o mejor, del desencuentro con el amor, mientras que el astro solitario que puebla sus páginas sería el héroe lírico que bascula día a día entre el éxito y la indigencia, entre el estupor y la venganza, entre la euforia de la carne y la sed de supervivencia.Por su parte, incluido en el apéndice del libro, Corpus L. es una acercamiento insólito a la figura del autor ruso. Tania Mikhelson parte de la supervisión minuciosa de los relatos presentes en el libro para entregarnos la más lúcida reflexión acerca de las pasiones que arrastraron a Limónov, más allá de su oficio literario; más allá, incluso, de su propio periplo biográfico; muy cerca del Hades primigenio donde moran los demonios que fuimos, que podríamos —así nos exhorta el autor— volver a ser. «Toda la fealdad que arroja al lector a la cara tiene su contrapeso en alguna forma de belleza. Eduard Limónov se redime en ella: él está podrido, pero el mundo no. No del todo aún». — Alejandro Luque"Animal exótico, Limónov es el más escandaloso de los autores rusos vivos y uno de los más grandes novelistas de la Rusia contemporánea". — El Mundo"Me dije que el sexo, lejos de ser una mera operación biológica, era el único puerto de acceso a una vida normal. Y que las relaciones sexuales daban derecho a tocarse, a fundirse con otros cuerpos; mientras que, en las temporadas sin amor, el hombre no era más que un frío cuerpo celeste, vagando solitario por el espacio vacío…". — Eduard Limónov
Un jesuita italiano, pintor para más señas, enfrentado a los retos de la evangelización, de su oficio artístico y de la pérdida de la propia fe en la corte imperial china del siglo XVIII. Y cuatro mujeres, cuatro generaciones mal avenidas de una familia tan singular como característica del alma báltica; cuatro vendavales residentes en Vilna, en la actualidad, componiendo el retablo tragicómico de su insatisfacción. Undinė Radzevičiūtė (Lituania, 1967) contrapone dos relatos paralelos para abordar los mismos temas: el abismo insalvable entre culturas antagónicas, el vértigo del paso imperceptible del tiempo y la necesidad —la nuestra, la de todos— de huir a alguna parte.Toda una rareza dentro de la tradición literaria lituana, Peces y dragones es una novela atravesada por los principios Zen que, sin renunciar a la comicidad y hasta al esperpento, pone en escena el choque entre dos mundos: los peces del cristianismo frente al dragón de san Jorge, efigie del paganismo. Hábil creadora de atmósferas enrarecidas, a medio camino entre la novela histórica, el thriller psicológico y el sainete, Radzevičiūtė se adentra aquí en un lugar inexplorado de la narrativa contemporánea. Peces y dragones es su tercera novela, por la que recibió el Premio Literario de la Unión Europea.
A caballo entre la crónica periodística, el panfleto, el drama campesino y la literatura de quiosco, Historia de España contada a las niñas se apropia de eventos y lugares de nuestra historia reciente y nos los devuelve en la forma de un rompecabezas corrosivo, polifónico y vibrante. Secuestros, Rohypnol, matriarcados, galeristas desnortados, comunidades online de adolescentes anoréxicas y apariciones ovni dan forma a una novela coral hecha de retazos, un relato despiadado que, pese a todo, destila un constante deseo de redención. Historia de España contada a las niñas fue el proyecto ganador del Puchi Award 2018, y también recibió el Premio Cálamo Otra Mirada 2018. En coedición con La Casa Encendida.
Un hombre se está divorciando. La crisis que sobreviene coincide con la búsqueda de un grial literario en la forma de su propia novela. Muy pronto, el manuscrito acaba en manos de un periodista que se interesa por el destino del autor. Pero este se encuentra ya muy lejos, tan lejos o tan cerca como puedan estarlo las palabras."Máquina de construir historias", como lo definió Le Courrier, el autor condensa en las apenas doscientas páginas de Novela natural una miriada de narraciones y digresiones alrededor de la vida de un solo hombre, a menudo haciendo tambalearse las fronteras entre realidad y ficción, entre identidad real e identidad figurada, para ilustrar el quimérico reto de intentar representar la auténtica vida con fidelidad. En pleno derrumbe vital, autor y personaje aún tienen tiempo de emular el funcionamiento del ojo de una mosca para servirse de él como metáfora narrativa, y revolotean libremente alrededor del desastre, quizá para perforar la densa melancolía que yace en el fondo de su relato. Desde la más absoluta periferia, Gospodínov reinventó el concepto de novela posmoderna en el libro que le ganó fama internacional y preparó los pasos de la que sería su segunda novela, la celebrada Física de la tristeza.