Название | Envejecer en el siglo XXI |
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Автор произведения | Leonardo Palacios Sánchez |
Жанр | Медицина |
Серия | Medicina |
Издательство | Медицина |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9789587847130 |
Por lo expuesto, la totalidad de publicaciones científicas abogan para que los ancianos, en particular los de alto riesgo de caídas, realicen ejercicios físicos multicomponentes que incluyan actividades basadas tanto en la resistencia como en las actividades basadas en el equilibrio (Woolford et al., 2020, p. 1631). Una parte de las estrategias orientadas a la reversión de la fragilidad, sumada a las intervenciones nutricionales y psicosociales, ha llevado a los investigadores a proponer “un enfoque más holístico para mitigar la causa, o combinación de causas que desencadenan un estado de fragilidad o un ingreso hospitalario” (p. 1629).
En la comprensión del beneficio de la actividad física en la velocidad de la marcha, se sabe que el componente rítmico, como caminar o bailar, es de importancia capital en este dominio. Además del entrenamiento de la marcha y equilibrio, cada vez se cuenta con más evidencia de que la práctica del taichi reduce el riesgo de caídas en los ancianos; sus características como la atención plena y la relajación activa, sumado a los movimientos lentos y rítmicos, mejoran la capacidad de control del equilibrio, al mantener el centro de gravedad en posiciones en constante cambio, así como al fortalecer las extremidades inferiores y el aumento de la flexibilidad general.
A su vez, el ejercicio aeróbico mejora la función cognitiva en la vejez a través del aumento del flujo sanguíneo cerebral con repercusión positiva en la oxigenación y en el aporte de energía para la actividad neurogénica y metabólica. Adicionalmente, se dispone de avances significativos sobre los cambios que produce este tipo de ejercicio en la estructura y el volumen del hipocampo, lo que resulta en la integración de nuevos recuerdos, así como una mejor orientación espacial. Además, se ha probado que la intensidad del ejercicio aeróbico y la complejidad de las tareas de entrenamiento motor se asocian con la neuroplasticidad global, con notorias mejorías en la función cognitiva general. Los beneficios adicionales que los ejercicios rítmicos y la práctica del taichi parecen generar, aparte de otros ejercicios basados en el equilibrio, pueden explicarse en la mejoría de la función cognitiva, a diferencia de las prácticas de fortaleza osteomuscular (Woolford et al., 2020, p. 1632).
Aparte de los beneficios físicos, el ejercicio regular es coadyuvante en la terapia de la depresión en ancianos; durante su ejecución se liberan neuropéptidos opioides endógenos que bloquean los neurotransmisores implicados en la transmisión del dolor con efectos eufóricos adicionales. El ejercicio aumenta la autoestima y refuerza los comportamientos positivos acorde con los cambios físicos obtenidos. Por otro lado, las sesiones grupales han demostrado que el ejercicio regular aumenta los sentimientos de conexión social dentro de una comunidad y ese apoyo mutuo contribuye a sostener la actividad física a largo plazo. Todo lo anterior, sin ambages, demuestra que las intervenciones basadas en el ejercicio son beneficiosas para reducir los dominios físicos, sociales y psicológicos de la fragilidad (Woolford et al., 2020, p. 1632).
En conclusión, el ejercicio físico regular promueve un envejecimiento saludable y mitiga las secuelas de la enfermedad a largo plazo, al reducir su impacto en los sistemas sanitarios. La reducción del riesgo de caídas y la mejora del equilibrio, la movilidad y la fuerza muscular constituyen, sin duda, un marcador de superación de la fragilidad (Woolford et al., 2020, p. 1632). En suma, la importancia de detectar el fenotipo de fragilidad radica en la mejor comprensión del proceso de envejecimiento normal, en la detección temprana de situaciones adversas y en hacer consciente la heterogeneidad de los ancianos. También, en identificar una subpoblación de individuos vulnerables con alto riesgo de sufrir complicaciones graves y estados avanzados de dependencia y, complementariamente, predecir los resultados y complicaciones de la atención en salud.
De la enseñanza del envejecimiento y la vejez
Entre 2002 y 2007, se realizó una encuesta en centros universitarios de 36 países, denominada Teaching Geriatrics in Medical Education I (TeGeME I Study), coordinada por la Federación Internacional de Estudiantes de Medicina y auspiciada por la Organización Mundial de la Salud. Su principal objetivo fue el de obtener información sobre si las cuestiones relacionadas con el envejecimiento se incorporaban al plan de estudios médicos en las universidades participantes. Su interés se centraba, fundamentalmente, en propender a que todos los futuros médicos estén bien capacitados en aspectos relacionados con el envejecimiento y en la atención de las personas mayores, ya que la mayoría de ellos prestarán atención a un número creciente de ancianos en la práctica diaria. A partir de los datos obtenidos, se concluyó que la mayoría de los sistemas de atención de la salud no estaban preparados para responder a esa demanda proyectada para las próximas décadas.
A partir de 2008, el Programa de Medicina de la Universidad del Rosario de Bogotá introdujo en el currículo de pregrado de las Actividades Integradoras del Aprendizaje, el curso Envejecimiento y Vejez, una respuesta desde la academia a los retos impuestos por el aumento del grupo de personas mayores, con sus requerimientos y expectativas. Su enfoque ha abarcado no solo el ámbito de la biología y la medicina, sino también la antropología, la sociología y todas las ciencias que hacen posible el abordaje de la problemática de esa población, en particular.
En ese mismo contexto, en 2012, inició sus actividades el Instituto Rosarista para el Estudio del Envejecimiento y la Longevidad, un escenario de trabajo colaborativo e interdisciplinario, orientado a la generación y a la apropiación social del conocimiento, que apoya el desarrollo de propuestas con impacto sobre políticas públicas que propendan hacia el mejoramiento de la calidad de vida de los ancianos de Colombia, en un entorno global y desde una perspectiva ecológica del envejecimiento. Se constituye en una voz y en interlocutor para la comunidad académica, la sociedad y las personas mayores. Se fundamenta en principios de interdisciplinariedad, derechos humanos, deliberación, participación, diversidad, pluralidad y diálogo intergeneracional.
Así mismo, como integrante de la Corporación Hospitalaria Juan Ciudad (Méderi), la Universidad del Rosario ha participado activamente en las prácticas formativas del servicio de geriatría de sus dos hospitales durante los doce años de vida institucional de los estudiantes de posgrado de diferentes universidades nacionales e internacionales de reconocida trayectoria académica, que avalan la calidad y rigor científico de los programas de atención a los ancianos, tanto en el ámbito ambulatorio como en el hospitalario. Una tarea enmarcada en la política corporativa de humanización de Méderi, centrada en los pacientes, sobre todo en el grupo de adultos mayores y sus familias, “potenciando la convivencia con gestos y actitudes de solidaridad, justicia y ética”.
La universidad y red hospitalaria, tras un proyecto común de vastos alcances, cambian favorablemente la percepción de la vejez y el envejecimiento de los profesionales de la salud que, de paso, aprenden también a envejecer dentro de un entorno exitoso.
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