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o el Grupo Chihuahua o los bárbaros ilustrados?

       Selección de poemas de José Vicente Anaya

       De Aludel trizado (1974)

       De Morgue (1975-1976)

       Híkuri (1978, fragmentos)

       De Peregrino (2002)

       De Paria (1978)

       Notas en el camino

       De Diótima, diosa viva del amor (2019)

       Fotografías

       AVISO LEGAL

      ¿Quién es José Vicente Anaya?

      ¿Quién era ese poeta que para mayores datos solo sabíamos que era de Villa Coronado, Chihuahua? Ese paisano desconocido cuya poesía leía yo con emoción y disidencia rockera precisamente desde la ciudad de Chihuahua, en la década de 1990. ¿Dónde estaba José Vicente? Los datos contenidos en una antología desde la cual se podían leer algunos de sus poemas eran escasos. ¿Cómo es qué traducía a los poetas Beat? ¿Había estado en el concierto de rock de Avándaro como sugería el título de alguno de sus libros? ¿Andaría de viaje como lo indicaba esa palabra que más aparecía en su poesía? Sin embargo la ausencia física del poeta no hacía más que darle una presencia legendaria. ¿Por qué su poesía, como pocas en México, estaba tan ligada a experiencias trascendentales tan varias como el jazz, el rock y la ceremonia rarámuri del hikurí?

      Encuentros con el poeta “Oso-Venado”

      Al poco tiempo pude conocer a José Vicente Anaya, de quien sabía estaba de paso en la ciudad dando una lectura, me parece. Su presencia, efectivamente era fuerte, a la vez que cordial y amable. Oso-venado. El acercamiento con él se dio de manera natural y desde el primer momento me di cuenta de que el poeta también era un gran conversador. No fue el único encuentro que tuvimos. Yo también dejaría Chihuahua y volveríamos a reunirnos en otra ciudad, en otro ámbito, años después. Y era ahí, frente a una taza de café, cuando esa conversación electrizante comenzaba y de pronto, después de saludarnos y compartir nuestra cotidianidad, José Vicente contaba cosas sorprendentes, significativas, sobre su vida: en un viaje de regreso de San Francisco a Tijuana, se detiene en Los Ángeles a escuchar a The Doors en el Whisky A Go-Go; participa en el Movimiento estudiantil de 1968 en la UNAM y su brigada se llama Marilyn Monroe; un año después, en California, trabaja en una fábrica donde conoce a tres miembros de los Black Panthers y junto con ellos se lanza a organizar un sindicato; viaja a la Sierra de Chihuahua, donde tiene un encuentro muy especial con una comunidad rarámuri. Todas estas vivencias fundamentales se verán reflejadas de distintas maneras en su poesía, en esa trilogía poética que forman sus libros Hikurí, Peregrino y Paria.

      Las conversaciones de José Vicente Anaya

      Este libro nace de la amistad y de compartir experiencias con ese poeta visionario que es José Vicente Anaya. Un hombre que concentra en su vida todas las búsquedas y hallazgos de su generación, la de 1968, y que tiene una manera singular de ser poeta en el México contemporáneo.

      En estas conversaciones, además de encontrarnos con el poeta, hablamos también con el José Vicente editor de la revista Alforja, con el activista político y presencia vital de la contracultura, el periodista rockero, el ensayista, el traductor de la generación beat y el incansable viajero, cuyo caminar empezó en Villa Coronado, Chihuahua.

      Daniel Terrones Zapata

      Marzo 2019

      Daniel Terrones Zapata: nació en la Ciudad de Chihuahua en la década de 1970. Realizó estudios de literatura en la Facultad de Filosofía y letras de la unam. Fue reportero de sucesos culturales en Op. Cit., el periódico de la cdmx especializado en el Mundo Editorial. Al poco tiempo inició sus labores de escritor saltimbanqui y nómada viviendo en diferentes ciudades de México como Tijuana, San Cristóbal de las Casas, Querétaro y Ciudad Juárez, donde ha colaborado en infinidad de proyectos colectivos. Ha publicado la plaqueta de relatos: No es Kuartel editada en el 2010 por Offline Books, la editorial itinerante de Barrio Nómada y Amanece Mañana libro de relatos publicado por La Tinta del Silencio en 2018.

      “Mi domicilio exacto son los sueños”

      José Vicente Anaya

      i. Los orígenes

      Villa Coronado, Chihuahua

      Daniel Terrones. Quisiera empezar preguntándote por algún recuerdo del lugar donde naciste, Villa Coronado, Chihuahua.

      José Vicente Anaya. Salí muy chico de Villa Coronado. Soy el menor de mi familia, el que nació al último. Por cierto mi padre siempre decía que yo era el zocoyote, palabra de origen náhuatl y que se traduce como coyotito. Yo no sé cómo mi padre captó esta palabra. Seguramente por tradición oral. Cómo puede llegar hasta Chihuahua, hasta el extremo norte un vocablo náhuatl. Para mi padre Ignacio Anaya Portillo yo siempre fui el zocoyote. Cuando de niño supe lo que quería decir, me gustó, ya que fue muy agradable que mi padre usara esa manera de llamarme.

      Cuando salimos de Villa Coronado yo tendría tres años de edad. Sin embargo, sí tengo recuerdos. Se podría pensar que eso es una exageración, pero en algunos momentos de mi vida he tratado de recordar lo más lejano, como tener visiones de colores en el vientre de mi madre (es decir, antes de nacer), eso que de inmediato se vería como inverosímil, pero creo que los que hemos vivido algo así nos negamos a reconocer la interpretación racional. Yo he tenido la seguridad de haber escuchado sonidos y hasta haber visto imágenes, formas y colores como pinturas abstractas y geométricas. Ahora ya está demostrado que en la edad fetal los bebés lo primero que identifican al nacer es la voz de la madre, y lo mismo se ha identificado en los cachorros de los animales mamíferos. El tiempo nos ha enseñado más cosas. Yo decidí leerle poemas a mi hija cuando se encontraba en el vientre de su mamá, Doris… nos dábamos cuenta de que ponía atención porque la bebé respondía con movimientos, creo que expresando alegría o mostrando que estaba participando en la conversación.

      De mis primeros años tengo imágenes de Villa Coronado. En ese momento de mi niñez en mi pueblo todavía se usaban las carretas de caballos. Por cierto, mi padre tenía una fragua, y él se dedicaba hacer las llantas para las carretas que, como se sabe, en los rayos de madera se montaba un anillo circular de acero que se pone al rojo vivo y cuando entra se reduce y estrecha los rayos de la rueda. Ese era uno de los trabajos de mi padre en Villa Coronado. Teníamos una carreta. También una vaca que mi papá ordeñaba todos los días. Un panal en el patio, del cual mi padre sacaba miel periódicamente.

      En una ocasión toda la familia hicimos una excursión con la carreta, que mi padre manejaba, hasta la Zona del Silencio. Villa Coronado está muy cercana de ese lugar. Hay ahí una parte abrupta, desértica y de rocas monumentales, a donde la gente de las poblaciones cercanas solía excursionar (todavía hoy es un lugar muy visitado, incluso por personas que llegan de muy lejos, como los que gustan de hacer rapel sobre grandes paredes de rocas). Peñoles se llama ese lugar. Tengo muy claro el recuerdo de toda la familia preparándose, con alegría subiendo a la carreta, yendo hacia ese lugar. Hay una foto donde mi madre me tiene en brazos envuelto en un rebozo, lo cual denota que yo tendría menos de un año, pero es muy