Sabato. Pablo Morosi

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Название Sabato
Автор произведения Pablo Morosi
Жанр Философия
Серия Historia Urgente
Издательство Философия
Год выпуска 0
isbn 9789878303451



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Zamora, que daba cabida a distintas expresiones de la izquierda y en la que también escribían Agosti y Frigerio, entre otros miembros de Insurrexit. En su primera producción, aparecida en abril de 1931 y titulada “Ciencia e Iglesia”, abordó el lanzamiento de Radio Vaticano, inaugurada en febrero de ese año por el papa Pío XI. En el texto, cargado de ironía y cuestionamientos hacia la Iglesia, Sabato planteó que aquella apelación a los avances tecnológicos conseguidos por el hombre resultaba solo admisible ante un Dios caído en desgracia y representaba un “inusitado y sacrílego reconocimiento de la superioridad humana”.23 A este artículo le siguieron otros cuyo denominador común fue la denostación del reformismo universitario y, como contracara, la exaltación de los ideales del comunismo y, sobre todo, de las virtudes de la agrupación Insurrexit como faro revolucionario.

      Por entonces, empezó a asistir a las reuniones de un grupo de estudio que organizó Frigerio en el que participaban Baltasar Jaramillo, Narciso Machinandiarena y Jacobo Gringauz. Con la idea de intercambiar conocimientos de forma interdisciplinaria, saltaban de la filosofía a la economía y de la historia a la física.

      Con Agosti a la cabeza, los integrantes de Insurrexit desplegaron una intensa acción durante el Segundo Congreso Nacional de Estudiantes Universitarios realizado en Buenos Aires en agosto de ese año. En aquel cónclave insistieron en sus ataques al reformismo e instalaron como consigna la idea de que la reforma universitaria era una parte indivisible de la reforma social.

      La proscripción de la candidatura del radical Marcelo Torcuato de Alvear y el apoyo de los jerarcas militares y de un sector del propio radicalismo dieron ese año el triunfo electoral a los conservadores. El 20 de febrero de 1932 asumió la presidencia el general Agustín Pedro Justo; esa fecha marca el inicio de un período caracterizado por el fraude electoral y las denuncias por corrupción en la administración pública, que pasó a la historia como “la Década Infame”. Justo concentró sus energías en el enfrentamiento con los radicales, pero no dejó de perseguir a los sectores de izquierda, que pese a todo seguían consolidados dentro del movimiento sindical.

      El ambiente estudiantil fue llevando, poco a poco, a Ernesto a establecer nuevas relaciones. A excepción de la fuerte figura materna, Ernesto había crecido rodeado por varones. Sin perder su esencial carácter introvertido, desde entonces siempre buscó conquistar la atención de las mujeres, a las que seducía haciendo gala de su ingenio e inteligencia, pero también de una tierna sensibilidad en la que afloraba su condición de ser solitario y desprotegido.

      La vida clandestina, con nombres cambiados, permanentes viajes y mudanzas inesperadas, lo llevó a interrumpir por completo sus estudios. Había alcanzado a cursar hasta cuarto año y tenía dieciocho asignaturas aprobadas, lo que equivalía a dos tercios del trayecto para obtener el doctorado en Física. El cúmulo de actividades que tenía asignadas contemplaba la formación y captación de nuevos militantes. Así, comenzó a dictar en La Plata unos cursillos en los que combinaba los postulados teóricos del marxismo-leninismo con una inflamada épica bolchevique y que, a veces, ofrecía en aulas vacías de la facultad, bares o casas de conocidos.

      A una de esas reuniones, realizada en la casa de Hilda Schiller, hija del profesor alemán Walter Schiller, jefe de la Sección de Mineralogía y Geología en el Museo de Ciencias Naturales, asistió Matilde Martha Kusminsky Richter, una adolescente que aún cursaba el secundario en el Liceo de Señoritas. Ernesto y Matilde se enamoraron perdidamente y comenzaron una relación tormentosa que, con sus bemoles, los mantendría juntos durante más de sesenta años.

      Los inicios de aquel romance no fueron sencillos. Matilde había nacido en Lomas de Zamora el 22 de enero de 1916 en el seno de una familia judía de origen ruso que había llegado a la Argentina huyendo del horror de los pogromos y que, años más tarde, se había mudado a La Plata, donde instaló una de las más importantes peleterías de la ciudad. Había quedado huérfana de su padre desde pequeña y había sido criada siguiendo las tradiciones religiosas. Aunque de espíritu abierto y rebelde, vivía bajo los preceptos de la ortodoxia y sus parientes, entre los que había varios rabinos, jamás habrían admitido que mantuviera una relación con un goy.

      Algunos amigos de la pareja, entre ellos los hermanos Miguel y Sara Itzigsohn, que eran miembros de la colectividad, contribuyeron con diferentes artimañas a burlar el control familiar.

      Un día, sin más, Matilde salió de su casa con lo puesto y no regresó. Itzigsohn la había llevado a escondidas a una pensión sobre la calle Potosí, en Buenos Aires, donde se refugió junto a Ernesto. En un primer momento, sus parientes denunciaron un secuestro y durante unos meses los buscó la policía; luego de un tiempo, enterados de que se trataba de una huida voluntaria, los Kusminsky renegaron de Matilde y solo retomaron el contacto varios años después, cuando ya había formalizado su vínculo con Sabato.

      Los enamorados vivían en un estado de zozobra permanente que los obligó a mudarse a La Plata e instalarse en la seguridad del hogar de los Sabato. En rigor, Ernesto pasaba mucho tiempo oculto o de viaje. Mientras tanto, su novia, luego de completar el secundario, se inscribió y tuvo un paso fugaz por la Facultad de Físico Matemáticas. Juana la adoptó como la hija mujer que no tuvo y todos la trataron desde entonces como una más de la familia.

      11 E. Sabato: Antes del fin…, p. 50.

      12 El País, 24 de mayo de 1982.

      13 Véase www.estudiantesdelaplata.com

      14 El Gráfico, núm. 4087, 3 de febrero de 1998.

      15 El País, 18 de julio de 1998.

      16 M. A. Correa, O. cit., p. 34.

      17 Joaquin Neyra: Ernesto Sabato, Buenos Aires, Serie Argentinos en las Letras, Ediciones Culturales Argentinas - Ministerio de Cultura y Educación, 1973, p. 25.

      18 La nómina de sus compañeros de 5° 1ª del Colegio Nacional que se conserva en el archivo del establecimiento es la siguiente: Dardo