Educación, arte y cultura. Juan Sebastián Ariza Martínez

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Название Educación, arte y cultura
Автор произведения Juan Sebastián Ariza Martínez
Жанр Документальная литература
Серия Ciencias Humanas
Издательство Документальная литература
Год выпуска 0
isbn 9789587845723



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las Américas, cuestionó la autoridad del rey, y hasta la pasividad con la que el clero había actuado durante la conquista y la colonización en Nueva Granada.

      Esta publicación fue ampliamente criticada por los sectores realistas, quienes denunciaron a Fernández de Sotomayor ante el tribunal de la Inquisición, en el que trabajaba su padre, quien, a su vez, tuvo que encargarse de levantar pruebas en su contra. Esta no sería la única vez que ‘el cura de Mompox’ generaría tensiones familiares por su pensamiento: lo mismo ocurrió el 6 de diciembre de 1815, cuando su tío, Manuel Fernández de Sotomayor, también trabajador de la Inquisición, firmó un panfleto en el que declaraba su lealtad al rey Fernando VII; probablemente, como medida reaccionaria ante el comportamiento de su sobrino.9

      Por su parte, el clero realista también cuestionó el catecismo; en especial, el obispo de Cartagena, fray Gregorio José Rodríguez Carrillo, quien, incluso, sugirió aplicar la pena de excomunión a Fernández de Sotomayor y quemar sus escritos, por considerarlos alta traición al rey. Con la llegada del general Pablo Morillo, en 1815, la instauración de lo que el historiador José Manuel Restrepo denominó el “tribunal de sangre” y los intentos por restaurar el imperio español de ultramar, Fernández de Sotomayor tuvo que salir en exilio hacia Jamaica.

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      Firma de Juan Fernández de Sotomayor que aparece publicada en informe que el clérigo envió al comisionado Antonio Villavicencio, acerca de los disturbios ocurridos en su parroquia de Mompóx, el 8 de julio de 1810. Colección de Libros Raros y Manuscritos de la Biblioteca Luis Ángel Arango. Archivo Luis Augusto Cuervo, ff. 255 r.-v.

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      El Humilladero, primera capilla de Bogotá, ca, 1920. Clisé: Autor desconocido. Tinta litográfica, papel, 10 × 12 cm. Colección del Museo Nacional de Colombia, reg. 2090.9. Fotografía: Samuel Monsalve Parra.

      El catecismo de Juan Fernández de Sotomayor tenía por objetivo presentar de forma clara y sencilla los principios que guiarían la independencia neogranadina, además de sentar las bases que, a su juicio, debían tenerse en cuenta para instaurar un nuevo modelo de organización social, que respetara la individualidad y la libertad. Así, inspirado en un texto que había circulado en 1809 en Sevilla, titulado Instrucción popular en forma de catecismo sobre la presente guerra, por medio del cual se azuzaba al pueblo a rechazar la ocupación francesa, ‘el cura de Mompox’ redactó un pequeño panfleto que tenía el mismo objetivo, aunque esta vez no se incitaba al rechazo de Francia, sino al de la misma España.10

      Dado que Fernández de Sotomayor perteneció a la generación de rosaristas ilustrados que participaron en el movimiento emancipador, recibió influencia de varios escritores y pensadores como Rousseau y Montesquieu, aunque también se fundamentó en los discursos de Francisco de Vitoria, Francisco Suárez, Bartolomé de las Casas, Jerónimo de Feijoo y Gaspar Melchor de Jovellanos. De esta manera, el perfil de ‘el cura de Mompox’ se enmarca dentro de lo que Renán Silva denominó la sociedad que descubrió los principios de “la política moderna a través de la palabra escrita y el discurso público”.11

      Fernández de Sotomayor partía de la idea de que los americanos debían ser considerados “hombres libres, iguales a los españoles, franceses, ingleses, romanos y cuantas naciones han y ha habido, o haber pueda en el mundo”,12 lo que no daría potestad a ninguna otra nación para mandar sobre los designios políticos, económicos y sociales de la Nueva Granada. A lo anterior se sumaba el argumento de que la Conquista había sido una acción ilegítima, llevada a cabo por la fuerza, y la asemejaba al accionar de “un ladrón que con mano armada y sin otro antecedente que el de quitar lo ajeno, acomete a su legítimo dueño, que, o no se resiste, o le opone una resistencia débil”,13 lo que, a su vez, impedía a España tener derechos sobre el territorio neogranadino y la obligaba a restituir en el pueblo los derechos que los indios tenían antes de la conquista.

       El rector Fernández de Sotomayor

      Una vez obtenida la victoria por parte de los independentistas, Fernández de Sotomayor regresó a la Nueva Granada en 1821, y se le restituyó el cargo de cura párroco de Mompox. Allí estuvo hasta finales de 1822, pues una vez difundida la noticia de su regreso, el Colegio Mayor del Rosario lo invitó vincularse como profesor de jurisprudencia, con el fin de que su pensamiento libertario y patriótico ayudara a formar a las nuevas generaciones de estudiantes. De vuelta en el claustro en 1823, estuvo a cargo de las cátedras de fundamentos y apología a la religión, latín y lingüística, que lo llevarían a escribir el libro Elementos de gramática latina.

      El 19 de diciembre de 1825 fue elegido rector de la institución, cargo que ostentó hasta 1832, y para el que fue reelecto en tres oportunidades. Mientras estuvo en la dirección del claustro, abogó por las rentas de la institución y el pago de deudas pendientes del Rosario;14 también medió por el bienestar de los estudiantes, y fue el encargado de supervisar la producción de la hacienda El Colegio, ubicada en Mesitas, en el actual departamento de Cundinamarca, y a quien la propiedad debe su nombre, y que abastecía la despensa agrícola y de carne del Colegio Mayor.15 Además, adquirió predios para la ampliación institucional16 y recibió solicitudes por parte de Jorge Vargas para reestablecer los estudios de medicina en 1831.17

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      Representación dirigida al Presidente, General Simón Bolívar, por los magistrados de Colombia y algunos otros ciudadanos proclamando la conservación y obediencia de la Constitución de 1821, 14 de noviembre de 1826. Manuscrito: Francisco de Paula Santander de Omaña (1792-1840), Vicente Anselmo Azuero Plata (1787-1844). Tinta, papel, 43 × 27 × 1,3 cm. Colección del Museo Nacional de Colombia, reg. 1081. Fotografía: Samuel Monsalve Parra.

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      Alegoría de la salvación de las ánimas del purgatorio, siglo XVII. Pintura: Antonio Acero de la Cruz. Óleo sobre tela, 202 × 190 cm. Capilla de La Bordadita. Colección del Museo de la Universidad del Rosario.

       Entre la política y la religión

      La trayectoria de Juan Fernández de Sotomayor no termina en el ámbito académico. Al ser uno de los principales impulsores del movimiento independentista, y debido al reconocimiento público que adquirió luego de que su catecismo fue censurado, se lo tuvo en cuenta para participar en los múltiples debates que se organizaron en torno a la definición del nuevo Estado-nación. Dentro de los diversos cargos que ocupó se destacan el de representante de Mompox en la Asamblea Provincial y en el Consejo de la Gran Colombia (1822-1826) y el de representante de Cartagena en la Convención de Ocaña (1828) y en la Convención Granadina (1832).18

      Desde la política, Fernández de Sotomayor enfrentó cuestionamientos de quienes manifestaban que el clero no debía inmiscuirse en temas ajenos a su disciplina; incluso, dicha tensión lo llevaría a sostener ideas contradictorias en algunos de sus escritos. Ejemplo de lo anterior es el panfleto publicado el 13 de agosto de 1830, en el que, como provisor y vicario general del obispado de Cartagena, promulgaba que la paz era el único medio para disipar las discordias políticas que para este entonces tenían lugar en la Nueva Granada, y condenaba a quienes “invocan i se escudan con [la religión] para turbar el orden público, para irrespetar i desobedecer a las autoridades constituidas”,19 idea fuertemente cuestionada por los simpatizantes realistas, por haberse tratado de una táctica similar a la que él mismo utilizó en 1810 para deslegitimar la opresión colonial.

      No obstante lo anterior, más allá de cuestionar el uso de esas tácticas por parte de Fernández de Sotomayor, es importante tomar en cuenta el contexto general en el que vivió, y comprender que sus discusiones y sus ideas formaron parte de un panorama difuso, en el cual no se distinguían con claridad los límites entre los estamentos políticos, religiosos y educativos, y en su lugar,