Название | Diálogos de educación |
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Автор произведения | Jose´ Manuel Arribas A´lvarez |
Жанр | Документальная литература |
Серия | Biblioteca Innovación Educativa |
Издательство | Документальная литература |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9788413189024 |
No son todos los temas relevantes en educación, pero, sin lugar a dudas, cada uno de ellos constituye un objeto de reflexión fundamental para comprender la situación de la educación en la actualidad, sus limitaciones, sus oportunidades y sus retos, y aproximarse a cómo será la educación del futuro.
Cada una de las 20 entrevistas de este libro se inician con una breve presentación del currículo de la persona experta entrevistada y de los temas sobre los que se propone reflexionar para facilitar al lector un mapa que le permita orientarse a través del libro y sus contenidos.
Los derechos de esta publicación están cedidos a la Asociación PSii3, que trabaja por una educación participativa, sostenible, innovadora e inclusiva, realizando proyectos de intervención social y ofreciendo formación y recursos a centros y a docentes.
Confío en que la lectura del libro pueda despertar, mantener o aumentar en el lector el interés por los temas educativos y por las ideas de las personas expertas entrevistadas y ofrezca una oportunidad para reflexionar y seguir dialogando sobre educación. Estoy convencido de que este diálogo es una condición imprescindible para mejorarla.
José Manuel Arribas Álvarez
Capítulo uno
Aprender en la sociedad de la información
Juan Ignacio Pozo Municio
Es catedrático de Psicología Básica en la Universidad Autónoma de Madrid. Imparte materias relacionadas con la Psicología Cognitiva del Aprendizaje. Sus investigaciones han estado centradas en el aprendizaje de conceptos y procedimientos en diferentes dominios específicos de conocimiento (Geografía, Historia, Física, Química, Gramática, Música, Filosofía, Psicología, etc.), así como en el desarrollo de estrategias de aprendizaje en los alumnos, tanto de Educación Secundaria como de Educación Superior.
Cada vez es mayor el interés que despiertan el conocimiento y el aprendizaje en nuestra sociedad. La información fluye de un modo incesante y diverso, pero el conocimiento se nos escapa ante el torbellino de información. ¿Qué cambios en la cultura del aprendizaje están impulsando la aparición de otras formas de enseñar y de aprender? ¿Cómo sitúa esta nueva cultura al alumno y al profesor en relación con el aprendizaje?
Una de las frases que encontramos en tu libro Aprender en tiempos revueltos ofrece un diagnóstico resumido de la situación actual de la escuela: “la escuela enseña contenidos del siglo XIX con profesores del siglo XX a alumnos del siglo XXI”. ¿Qué ha cambiado en la sociedad de la información para que se requiera una nueva cultura del aprendizaje, una nueva forma de enseñar y de aprender?
La escuela, en cuanto institución social, cobra sentido en la medida en que suponemos que el conocimiento ayuda a cambiar a las personas. En el fondo, la escuela es una consecuencia del sueño ilustrado, de la idea de que el conocimiento nos hace mejores. El conocimiento es lo que vehicula la actividad escolar, porque hay otros espacios educativos que no están tan vehiculados por el conocimiento. En las últimas décadas, las formas de gestionar el conocimiento en la sociedad han cambiado, y en los últimos 10 años de manera absolutamente radical. Lo que yo intento reflejar en esta frase es la idea de que tenemos una escuela que intenta transmitir los saberes más tradicionales, que decimos hoy del siglo XIX, y lo intenta hacer a través del modo en que profesores, formados básicamente en la cultura escolar del siglo XX, ayudan a aprender a alumnos ante formas de gestionar la información y el conocimiento propias del siglo XXI.
¿En qué han cambiado esas formas? Antes la escuela era el espacio privilegiado para proporcionar nueva información a los ciudadanos, si no ibas a la escuela, había muchísimas cosas que nunca llegarías a saber. Hoy día ya no es así, la información fluye de tal manera en nuestra sociedad que las formas de gestionar la información y el conocimiento han cambiado de una manera radical y, sin embargo, la escuela ha cambiado muy poco.
Tenemos una escuela que sigue trabajando con modelos que responden a un tipo de ciudadano que ya no existe. Si queremos formar ciudadanos para la sociedad en la que estamos, tenemos que asumir que esos ciudadanos están expuestos a formas muy diferentes de gestionar la información. En ese sentido, la función de la escuela tendría que cambiar de ser un espacio para proveer información a ser un espacio para ayudar a esos alumnos y futuros ciudadanos a convertir la información en conocimiento. Los alumnos están saturados de información, su problema es que no saben redefinir esa información, no saben convertirla en conocimiento. Para convertir la información en conocimiento hay que dotar a las personas de eso que se llaman ahora competencias, capacidades de gestión de la información. Este uno de los problemas que, de alguna manera, informan de la crisis que tiene nuestro sistema educativo: está enseñando a alumnos que ya no existen.
Entonces, ¿seguimos en un modelo de escuela fabril?
Yo creo que sí. En el fondo, la escuela que tenemos es una escuela basada en el modelo de producción, digamos, de la modernidad. Se ve muy claramente en ese taylorismo, que tan bien reflejaba Chaplin en la película Tiempos modernos, y que está presente en la escuela: de 9 a 10, Matemáticas, de 10 a 11, Lengua, de 11 a 12, … el conocimiento se separa, se fragmenta, se especializa, pero luego no se integra.
Decía Morin que aprender es ser capaz de convivir con la incertidumbre4. En tu libro apuntas que los riesgos de no ser capaz de convivir con la incertidumbre son graves. ¿Por qué consideras que si el alumno no es capaz de elaborar de esa manera crítica el conocimiento puede abocar al escepticismo o al fanatismo?
Yo creo que debemos partir de la idea, puede ser compartida o no, de que tradicionalmente la escuela tenía esa misión de trasladar a las nuevas generaciones el conocimiento y la información establecidos tradicionalmente sobre una epistemología de la certeza, de la certidumbre. Los que estudiamos hace ya unos años sabemos que la función en la escuela era apropiarte de ciertas verdades establecidas y no ponerlas en duda. Solamente los muy capaces, los muy competentes y en los niveles educativos muy superiores se podían empezar a preguntar y a poner en duda. Hoy día, en la medida en que vivimos en una sociedad abierta desde el punto de vista de la gestión de la información, hay tantas verdades posibles que solamente si dotamos a las personas de la capacidad de ser reflexivas, críticas, de saber seleccionar la información podrán, a partir de todo ese flujo tan confuso de información, tener verdadero conocimiento.
El concepto de información es muy interesante porque en la segunda mitad del siglo XX hay tres grandes disciplinas científicas que se asientan en él: la genética, y el genoma, la cibernética y los ordenadores que manejan información y, por último, la revolución llamada cognitiva en psicología, que también se refiere a la mente humana como un procesador de información. Los teóricos de la información definen la información como “todo aquello que reduce la incertidumbre de un sistema”, es decir, lo contrario de la entropía, lo contrario del desorden. Tener información es tener un mundo más ordenado, poder prever lo que va a suceder y tener más certidumbre. Los psicólogos sabemos que la incertidumbre produce en los organismos ansiedad, no solamente en los humanos, sino en todos los animales; esa ansiedad es enormemente dañina y conduce al estrés.
Los seres vivos estamos muy poco preparados para vivir en la incertidumbre, necesitamos la certeza de poder prever los acontecimientos futuros. Nadie puede negar que el mundo en el que vivían nuestros