Название | Historia de la República de Chile |
---|---|
Автор произведения | Juan Eduardo Vargas Cariola |
Жанр | Документальная литература |
Серия | Historia de la República de Chile |
Издательство | Документальная литература |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9789561424586 |
Aunque esta materia se trata con más detalle en otro lugar, es necesario recalcar aquí la importancia que tuvo el agro en la vida chilena del siglo XIX. Se ha sostenido que el mundo rural estuvo marcado por la gran propiedad, concepto muy ambiguo porque en él deben incluirse tanto las extensas estancias del Norte Chico, carentes de riego, montuosas y de escaso valor agrícola, como las más próximas a los centros urbanos, que por ello tenían una salida segura para sus productos. En una primera aproximación, la hacienda del siglo XIX era, como la del precedente, un mundo bastante autosuficiente, con una población de inquilinos con sus familias y de peones en su interior, en que predominaban los cultivos extensivos y la ganadería. Es sabido, sin embargo, que la apertura del mercado peruano a fines del siglo XVII había provocado grandes cambios, primero en los valles del Norte Chico, y a continuación en la zona central, al descubrirse las posibilidades de la agricultura como fuente de ingresos de regular cuantía. En los bordes de las grandes propiedades y en las vecindades de los pueblos se produjeron procesos de fragmentación de tierras, y en ciertos lugares, como en el valle de Elqui o en el sector de la Florida, cerca de Concepción, la mediana y la pequeña propiedad adquirieron una presencia predominante. La pequeña propiedad ha sido, como es notorio, una constante en Chiloé.
Hasta el decenio de 1840 las diferencias entre la vida rural de la colonia y la de la república eran muy reducidas. En la zona central el cultivo extensivo y las abundantes masas de ganado eran respuestas razonables a una demanda reducida y a imperfectas modalidades de comercialización. Por otra parte, la falta de numerario, tan marcada durante todo el siglo XIX, entorpecía la venta al menudeo de productos del agro. Consecuencia de esto fue el predominio de formas alternativas de pago a la mano de obra. El salario en dinero, que muy frecuentemente se pagaba no en efectivo sino en vales, pasaba del patrón al inquilino y, de este, nuevamente a aquél por intermedio de la pulpería o almacén que siempre existió en los predios, única forma de asegurar a los trabajadores agrícolas el abastecimiento de artículos esenciales como aceite, sal, azúcar, telas o velas.
Los inquilinos vivían en sus ranchos de quincha y barro y techo de paja rodeando las casas principales del predio. Así, por ejemplo, frente a las tres casas patronales de las haciendas Lo Campo, San Roque y San Buenaventura, en Panquehue, había 120 ranchos pajizos grandes y 125 medianos y pequeños. Este cuadro se repite en gran parte de las propiedades agrícolas.
La transformación de la actividad rural en una agricultura comercial, que llevó a la reducción del número de inquilinos y de peones estables, obligó a muchos, en especial a los más jóvenes, como ya se ha indicado, a buscar mejores destinos, lo que originó una movilización de personas hacia los más variados lugares. La disminución de la mano de obra por la demanda en las ciudades y, en especial, en obras públicas como el ferrocarril, se hacía sentir con especial fuerza en los meses de la cosecha y de la vendimia, por lo que los propietarios hubieron de recurrir a variadas fórmulas, que iban desde enganches de trabajadores en otras localidades a la mecanización, pasando por el incremento de los jornales. Un periódico de Curicó aseguraba en 1880 que “no hay agricultor regularmente acomodado que no posea una buena máquina trilladora”570. Los aumentos salariales llegaron a ser tan elevados en ciertas regiones, como Casablanca, que muchos propietarios preferían atrasar sus trabajos antes que pagar a los operarios571.
El campo chileno, como es bien sabido, distaba de ser un bucólico lugar de paz. Tradicional centro de variadas manifestaciones de violencia, el bandidaje tenía profundas raíces. Además, la permanente actividad de los cuatreros, que continuó en el periodo a pesar de las severas normas legales contra el abigeato, constituyó un freno a la ganadería. Como forma de combatir la inseguridad rural, una ley de 16 de diciembre de 1881 creó una Policía Rural o Guardia de Seguridad en las subdelegaciones rurales de cada uno de los departamentos del país. El presupuesto de dicha policía era formado por la Junta Departamental, según lo dispuso un decreto de 1 de abril de 1882, y los ingresos provinieron del 20 por ciento de la contribución territorial a que estaban afectos los predios agrícolas y del 100 por ciento de la contribución de patentes rurales572. La medida no produjo mayor efecto, y la violencia rural no amainó. Hubo, por cierto, acusaciones contra la policía rural de ser utilizada con propósitos de intervención electoral573.
MIGRACIONES DE CHILENOS
Abundan los testimonios en la segunda mitad del siglo XIX sobre la tendencia de los chilenos a la migración. Se movieron en busca de otros horizontes hombres de las más diversas condiciones, desde campesinos a integrantes de los sectores medios y de las elites, si bien es posible que el mayor impulso lo diera la pobreza. Migraban los hombres del campo a los yacimientos mineros, a las grandes obras públicas en ejecución tanto en Chile como en el extranjero, y a las ciudades, de preferencia a Santiago, proceso al que se oponían, sin mayor éxito, los agricultores574. También lo hacían los habitantes de villas y aldeas a las minas o a ciudades mayores. No ha de creerse, sin embargo, que este fenómeno era exclusivo de los nacionales. También los extranjeros, de las más diversas condiciones, desde peones hasta empresarios, pasando por campesinos y artesanos, fueron atraídos a las minas y a ciudades como Copiapó, La Serena, Valparaíso, Santiago y Concepción.
La movilidad de los peones, siempre dispuestos a trabajar en los más variados menesteres, tanto en Chile como en Perú, era estimulada por los vaivenes del ciclo económico, que, al estar en su fase descendente, obligaba a cerrar fuentes de trabajo, dejando a vastas multitudes sin él, e induciéndolas a desplazarse hacia donde creían que había demanda de mano de obra: la capital, Valparaíso, los yacimientos mineros o el extranjero575.
En Tarapacá, donde al concluir el periodo en estudio la población chilena estaba constituida por hombres solteros entre 15 y 40 años de edad, las oficinas salitreras ofrecían una nueva forma de trabajo, diferente del tradicional de la minería del cobre y de la plata —autónomo y en que el pago se hacía “a destajo”—, por estar muy mecanizado, despersonalizado y con una remuneración dos o tres veces mayor que el promedio pagado en Chile576. Para 1876, y de acuerdo al censo practicado ese año en Perú, se estimó en nueve mil 664 el número de chilenos en Tarapacá, frente a 17 mil 13 peruanos577. Según Barros Arana, que no cita fuentes, el número de chilenos residentes en el Perú se acercaba a las 40 mil personas, comprendiendo a ancianos, mujeres y niños578.
La migración de los pequeños campesinos y peones de la zona central se hizo preferentemente a las ciudades intermedias, como Curicó, Talca y Linares, donde se incorporaban a los sectores urbanos marginales y se instalaban en los rancheríos que surgían en los alrededores. En un segundo paso podían migrar a la gran ciudad, es decir, Concepción, Valparaíso o Santiago, en la creencia de que en ellas encontrarían una demanda sostenida de mano de obra y mejores remuneraciones579.
Por lo que sabemos, la tendencia centrífuga de los habitantes de minifundios resulta casi una constante. Y en las localidades en que al predominio de la pequeña propiedad se unía la economía de subsistencia y la lejanía de los mercados de consumo la migración se hacía irresistible. Otro tanto se aprecia en la Frontera, donde, no obstante que las tierras eran de gran extensión, se ha podido establecer el movimiento de propietarios en la isla de La Laja hacia Concepción ya desde el siglo XVIII, con el correspondiente traspaso de los inmuebles a recién llegados580.