Название | Una Vez Enfriado |
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Автор произведения | Блейк Пирс |
Жанр | Современные детективы |
Серия | Un Misterio de Riley Paige |
Издательство | Современные детективы |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9781640298385 |
A la policía local no le costó localizar los bares donde el asesino coqueteó con las mujeres, ni los moteles donde fueron asesinadas.
Como hacían los otros asesinos en serie, dejó pistas para la policía.
Dejó cajas de fósforos de los bares y papel para notas de los moteles junto con cada uno de los cuerpos.
Los testigos en los bares y moteles hasta fueron capaces de dar unas buenas descripciones del sospechoso.
Riley encontró el boceto que fue creado hace años.
Vio que el hombre se veía bastante normal, con pelo color marrón oscuro y ojos color avellana. Al leer las descripciones de los testigos, se dio cuenta de algunos detalles más. Los testigos mencionaron que era muy pálido, como si trabajara en ambientes cerrados.
Las descripciones no eran muy detalladas. Aun así, le pareció a Riley un caso no tan difícil de resolver. Pero lo fue. La policía local nunca encontró al asesino. La UAC se encargó del caso, solo para concluir que el asesino había muerto o abandonado la zona. Hacer una búsqueda a nivel nacional sería como buscar una aguja en un pajar, una aguja que quizás ni existía.
Pero hubo un agente, un maestro en la resolución de casos sin resolver, que no estuvo de acuerdo.
“Todavía está en la zona”, le había dicho a todo el mundo. “Lo podremos encontrar si solo seguimos buscando”.
Pero sus jefes no le creyeron, y tampoco lo respaldaron. La UAC dejó que el caso se enfriara.
Este agente se retiró de la UAC hace años y se mudó a Florida. Pero Riley sabía cómo comunicarse con él.
Tomó su teléfono de escritorio y marcó su número.
Un momento después, oyó una voz retumbante y familiar. Jake Crivaro fue su compañero y mentor cuando se unió a la UAC.
“Hola, extraña”, dijo Jake. “¿Dónde demonios has estado? ¿Qué has estado haciendo? No llamas, tampoco escribes. ¿Es esa la forma de tratar al vejestorio olvidado que te enseñó todo lo que sabes?”.
Riley sonrió. Ella sabía que estaba bromeando. Después de todo, se habían visto hace poco. Jake hasta había abandonado la comodidad de su jubilación para ayudarla con un caso hace apenas un par de meses.
No le preguntó: “¿Cómo has estado?”.
Recordó lo que le dijo la última vez que se lo preguntó.
“Tengo setenta y cinco años. Me operaron ambas rodillas y una cadera. No veo nada. Tengo un audífono y un marcapasos. Y todos mis amigos excepto tú han muerto. ¿Cómo crees que he estado?”.
Preguntarle solo haría que comenzara a quejarse de nuevo.
La verdad era que todavía era físicamente ágil, y su mente estaba igual de aguda como siempre.
“Necesito tu ayuda, Jake”, dijo Riley.
“Excelente. La jubilación es lo peor. ¿Qué puedo hacer por ti?”.
“Estoy investigando un caso sin resolver”.
Jake se rio un poco.
“Mis favoritos. Los casos sin resolver fueron mi especialidad. Lo siguen siendo, es un pasatiempo. Incluso en mi jubilación recopilo y reviso cosas que nadie ha resuelto. ¿Recuerdas al asesino ‘Cara de ángel’ de Ohio? Resolví ese hace un par de años. Llevaba más de una década enfriado”.
“Sí, lo recuerdo”, dijo Riley. “Excelente trabajo para un vejestorio”.
“La adulación te llevará lejos. Entonces, ¿qué tienes para mí?”.
Riley vaciló. Sabía que estaba a punto de despertar recuerdos desagradables.
“Este caso fue uno de los tuyos, Jake”, dijo.
Jake se quedó callado por un momento.
“No me digas”, dijo. “El caso del ‘Asesino de la caja de fósforos’”.
Riley casi le preguntó: “¿Cómo lo sabes?”.
Pero era fácil adivinar la respuesta.
Jake estaba obsesionado con los fracasos del pasado, sobre todo los suyos. Sin duda estaba muy consciente del aniversario de la muerte de Tilda Steen. Probablemente también se acordaba de los aniversarios de las muertes de las otras víctimas. Riley supuso que probablemente lo atormentaban todos los años.
“Eso fue antes de tu tiempo”, dijo Jake. “¿Por qué quieres sacar a relucir todo eso?”.
Oyó la amargura en su voz, la misma amargura que recordó haber oído cuando ella todavía era una joven novata. Había estado furioso porque sus superiores habían ordenado cerrar el caso. Su jubilación no había apaciguado su amargura.
“Sabes que llevo años comunicándome con la madre de Tilda Steen”, dijo Riley. “Hablé con ella ayer. Esta vez...”.
Se detuvo. ¿Cómo podía ponerlo en palabras?
“Fue más difícil para mí. Si nadie hace nada, la pobre mujer morirá sin que el asesino de su hija comparezca ante la justicia. No estoy trabajando en ningún otro caso y yo...”.
Su voz se quebró.
“Sé exactamente cómo te sientes”, dijo Jake, su voz repentinamente compasiva. “Esas tres mujeres asesinadas merecían algo mejor. Sus familias merecían algo mejor”.
Riley se sintió aliviada de que Jake compartiera sus sentimientos.
“No puedo hacer mucho sin el apoyo de la UAC”, dijo Riley. “¿Crees que haya una manera para poder reabrir el caso?”.
“No lo sé. Tal vez. Manos a la obra”.
Riley podía oír los dedos de Jake tecleando en su computadora mientras buscaba sus propios archivos.
“¿Qué salió mal cuando tú trabajaste en él?”, preguntó Riley.
“Todo. Mis teorías no encajaron con las de los demás en la UAC. La zona era bastante rural en aquel entonces, solo eran unos pueblitos. A pesar de ello, había un montón de vagabundos a lo largo de una carretera interestatal que queda cerca de Richmond. La Oficina decidió que debió haber sido algún vagabundo. Mi instinto me dijo algo diferente, que vivía en la zona y que podría vivir allí todavía. Pero a nadie le importó mis instintos”.
Mientras estaba tecleando, dijo: “Podría haberlo resuelto hace años si no hubiese sido por mi compañero inútil”.
Riley había oído hablar del compañero incompetente de Jake, quien había sido despedido antes de que Riley se uniera a la UAC.
Ella dijo: “Me dijeron que arruinaba todo lo que tocaba”.
“Sí, literalmente. En uno de los bares, tomó un vaso que el asesino había tocado y no pudimos buscar huellas”.
“¿No se encontraron huellas en las servilletas ni en las cajas de fósforos?”.
“No después de haber sido cubiertas de tierra en las tumbas pocos profundas. El chico metió la pata. Debió haber sido despedido en ese mismo momento. Sin embargo, no duró mucho más. Lo último que supe es que estaba trabajando en una tienda. Adiós y hasta nunca”.
Riley notó que Jake había dejado de teclear. Supuso que ahora tenía todos sus materiales a la mano.
“OK, ahora cierra los ojos”, dijo Jake.
Riley cerró los ojos y sonrió. Iba a hacerla pasar por el mismo ejercicio que les había enseñado a sus alumnos. Él se lo había enseñado después