Название | Una Vez Enterrado |
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Автор произведения | Блейк Пирс |
Жанр | Современные детективы |
Серия | Un Misterio de Riley Paige |
Издательство | Современные детективы |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9781640298620 |
Bill respiró lentamente mientras miraba por su mirilla.
“Es solo un juego”, se dijo a sí mismo. “Es solo un juego”.
Finalmente llegó el momento que habían estado esperando. Ambos hostiles se habían alejado un poco del rehén. Todavía era un disparo peligroso, pero Bill y Riley tenían que intentarlo.
“¡Adelante!”, dijo.
Esta vez disparó al instante, y oyó el sonido del disparo de Riley una fracción de segundo más tarde.
Ambos hostiles se desplomaron y dejaron de moverse.
Bill bajó su arma.
Riley le dio una palmadita en la espalda.
“Lo hiciste, Bill”, dijo Riley. “Estoy disfrutando de esto. ¿Qué más podemos hacer con estos robots?”.
Bill dijo: “Hay un programa en el que podemos acercarnos a ellos mientras disparamos”.
“Intentémoslo”.
Bill habló por el micrófono.
“A poca distancia”.
Los ocho hostiles comenzaron a moverse, y Bill y Riley avanzaron hacia ellos paso a paso, disparando en pequeñas ráfagas. Dos robots cayeron y los otros se movieron de un lado a lado, por lo que se hizo más difícil alcanzarlos.
Mientras Bill disparaba, se dio cuenta de que algo faltaba en esta simulación.
“Los robots no disparan”, pensó.
Además, su alivio por salvar al rehén no se sentía genuino. Después de todo, él y Riley habían salvado la vida de un robot.
No cambiaba la realidad de lo que había sucedido el mes pasado.
Y ciertamente no resucitaría a Lucy.
La culpa todavía lo atormentaba. ¿Alguna vez sería capaz de no sentirse así?
¿Y alguna vez sería capaz de volver a trabajar?
CAPÍTULO TRES
Después de sus ejercicios de tiro al blanco, Riley todavía estaba preocupada por Bill. Es cierto que se había recuperado rápidamente después de su momento de shock. Y en realidad pareció haber disfrutado de los disparos a corta distancia.
Hasta se había visto alegre justo antes de partir a su apartamento. Sin embargo, no era el mismo Bill que había sido su compañero durante tantos años, y quien hacía mucho tiempo se había convertido en su mejor amigo.
Ella sabía lo que más le preocupaba.
A Bill le asustaba el hecho de que jamás sería capaz de volver a trabajar.
Ella deseaba poder tranquilizarlo con palabras simples y amables, algo así como...
“Solo estás pasando por una mala racha. Nos sucede a todos. Lo superarás más temprano que tarde”.
Pero garantías simplistas no eran lo que Bill necesitaba en este momento. Y la verdad era que Riley no sabía si eso era cierto o no.
Ella también había sufrido de TEPT y sabía lo difícil que era recuperarse de eso. Solo tendría que ayudar a Bill durante ese terrible proceso.
Aunque Riley volvió a su oficina, en realidad tenía poco que hacer en la UAC. No estaba asignada a ningún caso, y acogía estos días lentos con beneplácito después de la intensidad del último caso en Iowa. Terminó lo poco que tenía pendiente y se fue.
Mientras Riley conducía a casa, se sintió contenta ante la idea de cenar con su familia. Se sintió especialmente contenta ya que había invitado a Blaine Hildreth y su hija a cenar con ellos esta noche.
Riley estaba encantada por el hecho de que Blaine formaba parte de su vida. Era un hombre guapo y encantador. Y, como ella, se había divorciado hace relativamente poco tiempo.
También era un hombre muy valiente.
Fue Blaine el que le disparó a Shane Hatcher cuando amenazó a la familia de Riley.
Riley siempre estaría agradecida con él por eso.
Había pasado una noche con Blaine hasta ahora, en su casa. Habían sido bastante discretos al respecto. Su hija, Crystal, había estado ausente visitando a sus primos durante las vacaciones de primavera. Riley sonrió ante el recuerdo de su sexo apasionado.
¿Esta noche terminaría de la misma forma?
*
El ama de llaves de Riley, Gabriela, había preparado una deliciosa cena de chiles rellenos, una receta familiar que ella había traído consigo de Guatemala. Todo el mundo estaba disfrutando de los pimientos rellenos deliciosos.
Riley sintió una profunda satisfacción ante la deliciosa cena y maravillosa compañía.
“¿No están muy picantes?”, preguntó Gabriela.
No estaban tan picantes, y Riley estaba segura de que Gabriela lo sabía. Gabriela siempre restringía sus recetas centroamericanas originales. Era evidente que estaba cazando cumplidos, los cuales llegaron fácilmente.
“No, están perfectos”, dijo la hija de quince años de edad de Riley, April.
“Demasiado sabrosos”, dijo Jilly, la niña de trece años de edad que Riley estaba en el proceso de adoptar.
“Simplemente increíble”, dijo Crystal, la mejor amiga de April.
El padre de Crystal, Blaine Hildreth, no dijo nada de inmediato. Pero Riley sabía por su expresión que estaba encantado con el plato. También sabía que la apreciación de Blaine era en parte profesional. Blaine era el dueño de un restaurante lujoso pero informal en Fredericksburg.
“¿Cómo los preparas, Gabriela?”, preguntó después de unos bocados.
“Es un secreto”, dijo Gabriela con una sonrisa traviesa.
“Un secreto, ¿eh?”, dijo Blaine. ¿Qué tipo de queso utilizaste? No lo distingo. Sé que no es Monterey Jack o Chihuahua. Manchego, ¿tal vez?”.
Gabriela negó con la cabeza.
“Nunca te lo diré”, dijo con una sonrisa.
Mientras Blaine y Gabriela siguieron hablando de la receta en inglés y en español, Riley se quedó pensando si ella y Blaine...
Se sonrojó un poco ante la idea.
“No, no va a pasar esta noche”.
Sería difícil hacerlo con todos aquí.
Sin embargo, eso no era nada malo.
Estar rodeada de gente que amaba era placer suficiente para esta noche en particular. Pero al ver a su familia y amigos pasándola bien, una nueva preocupación comenzó a inundar su mente.
Una persona en la mesa casi ni había hablado en toda la noche. Liam, el recién llegado a la familia de Riley. Tenía la misma edad de April, y los dos adolescentes fueron novios durante un tiempo. Riley había rescatado al chico alto y desgarbado de un padre abusivo y borracho. Había necesitado un lugar para vivir y eso significaba que estaba durmiendo en el sofá cama de la sala familiar de Riley.
Liam normalmente era hablador y extrovertido. Pero algo parecía estar molestándolo esta noche.
Riley preguntó: “¿Te pasa algo, Liam?”.
Parecía que ni la había escuchado.
Riley habló un poco más fuerte.
“Liam”.
Liam levantó la mirada de su comida, la que apenas había tocado.
“¿Eh?”, dijo.
“¿Te