Vigilando . Блейк Пирс

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Название Vigilando
Автор произведения Блейк Пирс
Жанр Современные детективы
Серия Las Vivencias de Riley Paige
Издательство Современные детективы
Год выпуска 0
isbn 9781640294479



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hojeó sus notas.

      —¿Así que no hablaste con más nadie mientras estuviste en La Guarida del Centauro?

      Riley pensó por un momento y luego dijo: —Bueno, Harry Rampling se acercó a mi mesa…

      Hintz sonrió un poco ante la mención del nombre de Harry. Riley se dio cuenta de que, al igual que casi toda la comunidad, el jefe probablemente lo tenía en muy buena estima.

      Él preguntó: —¿Se sentó contigo?

      —No —dijo Riley—. Lo ignoré.

      Hintz frunció el ceño con desaprobación, aparentemente molesto porque Riley había rechazado a un verdadero héroe. Riley estaba empezando a impacientarse. Su gusto en hombres no era de su incumbencia. ¿Qué tenía eso que ver con lo que le había pasado a Rhea?

      Hintz preguntó: —¿Hablaste con alguien más?

      Riley tragó grueso.

      Sí, ella había hablado con alguien más.

      Pero ¿metería al chico en problemas por mencionarlo?

      Ella dijo: —Eh… Un estudiante de derecho se acercó a mi mesa. Se sentó conmigo y hablamos por un rato.

      —¿Y luego? —preguntó Hintz.

      Riley se encogió de hombros y dijo:

      —Dijo que tenía que estudiar y luego se fue.

      Hintz estaba tomando notas.

      —¿Cuál era su nombre? —preguntó.

      Riley dijo: —Mira, no entiendo por qué él es importante. No era más que otro tipo en La Guardia del Centauro. No hay ninguna razón para que puedan creer que…

      —Solo responde mi pregunta.

      Riley tragó grueso y dijo: —Ryan Paige.

      —¿Lo conoces de antes?

      —No.

      —¿Sabes dónde vive?

      —No.

      A Riley le alegró por un momento que Ryan había logrado mantenerse tan misterioso, sin siquiera darle su dirección o número de teléfono. No vio ninguna razón por la que debía responder preguntas sobre él en absoluto, y de seguro no quería meterlo en problemas. Parecía casi un poco estúpido que Hintz estaba presionándola al respecto. Y Riley supo por la forma en la que la oficial Frisbie puso los ojos en blanco que ella pensaba lo mismo.

      Hintz golpeó la mesa con la goma de borrar de su lápiz y preguntó: —¿Viste a Rhea Thorson con alguien en particular en La Guarida del Centauro? ¿Aparte de las amigas con las que salieron?

      Riley estaba empezando a sentirse más frustrada que nerviosa.

      ¿Hintz no entendía nada de lo que había estado diciendo?

      —No —dijo ella—. Como dije, yo me fui por mi cuenta… No vi a Rhea después de eso.

      Hintz siguió dando golpecitos con su borrador, mirando sus notas.

      Él preguntó: —¿El nombre Rory Burdon significa algo para ti?

      Riley se puso a pensar.

      Rory…

      Sí, el nombre era familiar.

      Ella dijo: —Creo que Rhea estaba interesada en él. La vi bailar con él otras veces en La Guarida del Centauro.

      —¿Pero no esta noche?

      Riley luchó contra las ganas de suspirar. Ella quería decir: —¿Cuántas veces tengo que decirte que no volví a ver a Rhea después de que llegué?

      En su lugar, ella simplemente dijo: —No.

      Ella supuso que Rory también estuvo con las chicas esta noche, y que las otras chicas le habían dicho a Hintz que habían visto a Rhea con él.

      —¿Qué sabes de él? —preguntó Hintz.

      Riley se detuvo. Lo poco que sabían parecía demasiado insignificante para mencionar. Rory era un chico flaco y alto con anteojos gruesos, y todas las chicas excepto Riley se habían burlado de Rhea por estar interesada en él.

      Ella dijo: —No mucho, excepto que vive fuera de la escuela.

      Se dio cuenta de que Hintz estaba mirándola de nuevo, como si él esperaba que dijera algo más.

      «¿Hintz lo considera un sospechoso?», se preguntó.

      Riley estaba segura de que el jefe estaba muy equivocado si sospechaba de Rory. El chico le había parecido tímido y gentil, ni un poco agresivo.

      Estaba a punto de decírselo a Hintz, pero el jefe de policía le echó un vistazo a los papeles que tenía enfrente y siguió con sus preguntas.

      —¿A qué hora te fuiste de La Guarida del Centauro? —preguntó.

      Riley hizo la mejor suposición que pudo sobre la hora, había sido bastante tarde.

      Entonces Hintz dijo: —¿Viste a alguna de tus amigas antes de irte?

      Riley recordó a las chicas tambaleándose por las escaleras, y que Trudy había estado llevando la jarra de cerveza cuando le preguntó:

      —¡Oye, Riley! ¿Quién era el guapo con el que andabas?

      Riley dijo: —Trudy, Heather, Gina y Cassie bajaron las escaleras. Me dijeron que Rhea ya se había ido. Luego me fui.

      Mientras Hintz tomaba notas, la cabeza de Riley comenzó a llenarse de preguntas propias. Recordó haber preguntado dónde estaba Rhea, y Trudy había dicho:

      —No sé. ¿Dónde está Rhea?

      ... y luego Heather había respondido: —Rhea regresó al dormitorio.

      Riley se preguntó qué sabían las otras chicas de la partida de Rhea.

      ¿Sabían si ella se había ido sola o no?

      ¿Y qué le habían dicho a Hintz al respecto?

      Riley deseaba poder preguntarlo, pero sabía que esa no era una opción.

      —¿Te fuiste sola? —preguntó Hintz.

      —Sí —dijo Riley.

      —¿Y caminaste sola de regreso al dormitorio?

      —Sí.

      El ceño fruncido de Hintz se profundizó mientras la miraba.

      —¿Estás segura de que eso fue prudente? La escuela ofrece un servicio de acompañamiento para cruzar el campus de noche. ¿Por qué no lo solicitaste?

      Riley tragó grueso. Esa le pareció la primera buena pregunta que Hintz había hecho hasta ahora.

      Ella dijo: —Creo que siempre me sentí segura caminando por el campus de noche. Pero ahora…

      Su voz se quebró.

      «Ahora las cosas cambiaron», pensó.

      Hintz volvió a fruncir el ceño.

      —Bueno, espero que emplees el sentido común en el futuro. Especialmente cuando bebas mucho.

      Los ojos de Riley se abrieron de par en par y le respondió al jefe: —Solo me tomé una copa de vino.

      Hintz entrecerró los ojos. Supo por su expresión que creía que estaba mintiendo. Las otras chicas debieron haber admitido que bebieron mucho, y él asumía que Riley también lo había hecho.

      Le molestaba su actitud, pero se dijo rápidamente a sí misma que lo que Hintz pensaba de ella no importaba en este momento. Sería estúpido y mezquino de su parte enojarse por eso.

      Hintz siguió anotando y dijo: —Eso es todo por ahora. Debes obedecer las mismas reglas que todos los demás en el dormitorio. Quédate en tu habitación esta