Una Carga De Valor . Морган Райс

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Название Una Carga De Valor
Автор произведения Морган Райс
Жанр Героическая фантастика
Серия El Anillo del Hechicero
Издательство Героическая фантастика
Год выпуска 0
isbn 9781632911711



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tratando de quitarse del camino haciendo zigzag – pero la criatura era demasiado rápida. No quedaba otro lugar a dónde correr, y él sabía en en cuestión de segundos, sería embestido. Mientras corría, miró a sus hermanos de La Legión y vio que no les estaba yendo mejor, cada uno huía de una bestia.

      La bestia se acercaba, estaba a sólo unos centímetros, con su horrible jadeo y olor en las orejas de Thor, y bajó sus cuernos. Thor se preparó para el impacto.

      De repente la bestia gritó, y Thor se volvió para verlo elevarse por lo alto en el aire. Thor miró, desconcertado, sin entender lo que estaba pasando – cuando vio detrás de él, un enorme monstruo verde limón, del tamaño de un dinosaurio, de un centenar de metros de alto, con hileras de afilados dientes. Sostuvo a la bestia en su mandíbula, como si no fuera nada, y se reclinó y se lo metió en el hocico. Lo mantuvo allí, retorciéndose, luego lo masticó y lo tragó en tres enormes mordidas, deglutiendo y lamiendo sus labios.

      Alrededor de Thor las criaturas amarillas dieron vuelta y huyeron de la bestia. La bestia salió detrás de ellos, resbalando y azotando su enorme cola mientras avanzaba; la cola atrapó a Thor por detrás e hizo que él y los demás aterrizaran con fuerza sobre el terreno. Pero la bestia continuó yendo a la carga delante de ellos, más interesado en las criaturas amarillas que en ellos.

      Thor se volvió y miró a los demás, que estaban allí sentados, anonadados y ellos también lo miraron.

      Indra se quedó allí, sacudiendo su cabeza.

      "No se preocupen", dijo ella, "se pone mucho peor".

      CAPÍTULO OCHO

      Kendrick caminó lentamente a través del patio quemado de la parte superior de Silesia; a su lado estaban Srog, Brom, Kolk, Atme, Godfrey y una docena de Los Plateados. Todos marchaban lentamente, deliberadamente, con las manos cruzadas detrás de sus cabezas en señal de rendición.

      El pequeño grupo pasó ante los miles de soldados del Imperio que vigilaban, hacia Andrónico que estaba en la puerta de la ciudad. Kendrick sentía todas las miradas sobre ellos al ir pasando; había tensión en el aire. El patio, a pesar de estar ocupado por miles de soldados, estaba lo suficientemente callado para oír caer un alfiler.

      Una hora antes, Kendrick había gritado su rendición a Andrónico, y este grupo había ascendido juntos mostrando que no portaban armas, mientras marchaban entre la multitud de soldados del Imperio, en su camino a arrodillarse formalmente ante Andrónico. El corazón de Kendrick latía aceleradamente mientras caminaban, tenía la garganta seca al ver cuántos miles de enemigos hostiles les rodeaban.

      Kendrick y los otros habían ensayado un plan, y al acercarse a Andrónico, Kendrick vio de primera mano lo enorme y salvaje que se veía; Kendrick rezó para que su plan funcionara. Si no funcionaba, morirían.

      Caminaron, con las espuelas sonando, hasta que finalmente uno de los generales de Andrónico dio un paso adelante; una imponente criatura con el ceño fruncido, y extendió una mano áspera, golpeando a Kendrick en el pecho. Los detuvieron a unos seis metros de distancia de Andrónico, presumiblemente por precaución. Sus soldados eran más sabios de lo que Kendrick había predicho; él había esperado acercarse a Andrónico, pero claramente era algo que no permitirían. El corazón de Kendrick latió más rápido, mientras esperaba que la distancia no pusiera en peligro su plan.

      Mientras todos estaban allí parados, en silencio, uno frente al otro, Kendrick aclaró su garganta.

      "Hemos venido a rendirnos ante el Gran Andrónico", anunció Kendrick, con su voz estruendosa, tratando de usar su tono más convincente, mientras estaba parado con los otros, sin moverse, mirando hacia arriba, a los ojos de Andrónico.

      Andrónico se acercó y tocó las cabezas reducidas de su collar, mirando hacia abajo con algo como un gruñido, o tal vez una sonrisa.

      "Aceptamos sus términos", continuó diciendo Kendrick. "Admitimos la derrota".

      Andrónico se inclinó hacia adelante, sólo ligeramente, sentado en un enorme banco de piedra y los miró con algo parecido a una sonrisa.

      "Yo sé que lo harán", dijo, con su voz estruendosa escuchándose en todo el patio. "¿Dónde está la chica?".

      Kendrick estaba preparado para eso.

      "Hemos venido como el contingente de oficiales más altos y condecorados", respondió Kendrick. "Vinimos primero, para profesar nuestra rendición ante usted. Cuando hayamos terminado, los otros seguirán, con su permiso".

      Kendrick creía que agregar: "con su permiso", era un buen toque, que ayudaría a parecer más plausible. Hace mucho tiempo, había aprendido una gran lección de uno de sus asesores militares: cuando se trata con un comandante narcisista, siempre apelar a su ego. No había límite a los errores que un comandante podría cometer cuando los halagas, cuando has apostado por su grandeza.

      Andrónico se reclinó sólo un poco, apenas respondiendo.

      "Claro que lo harán", dijo Andrónico. "De lo contrario, ustedes serían muy tontos en aparecer aquí".

      Andrónico se quedó allí sentado, mirándolos, como tratando de decidir. Parecía como si presintiera que algo andaba mal. El corazón de Kendrick latió con fuerza.

      Finalmente, tras una larga espera, Andrónico pareció tomar una decisión.

      "Den un paso adelante y arrodíllense", dijo. "¡Todos ustedes!".

      Todos los demás miraron a Kendrick y éste asintió con la cabeza.

      Todos dieron un paso hacia adelante y se arrodillaron ante Andrónico.

      "Repitan después de mí", dijo el comandante. "Nosotros, representantes de Silesia…"

      "Nosotros, representantes de Silesia…"

      "Nos rendimos ante el Gran Andrónico…"

      "Nos rendimos ante el Gran Andrónico…"

      "Y juramos lealtad hacia él, por el resto de nuestros días y más…"

      "Y juramos lealtad hacia él, por el resto de nuestros días y más…"

      "Y servir como esclavos de él, por el resto de nuestros días".

      Para Kendrick era difícil pronunciar las últimas palabras, y tragó saliva, hasta que finalmente repitió palabra por palabra:

      "Y servir como esclavos de él, por el resto de nuestros días".

      Lo hizo sintiendo náuseas, y su corazón palpitaba en sus oídos. Finalmente, terminó el dolor.

      Siguió un silencio tenso, y Andrónico finalmente sonrió.

      "Los MacGil son más débiles de lo que pensé", gruñó. "Me dará mucho gusto que sean mis esclavos, y hacer que aprendan las formas del Imperio. Ahora ve por la chica, antes de que cambie de opinión y los mate a todos en el acto".

      Kendrick se arrodilló allí, vio su vida pasar ante sus ojos. Sabía que era uno de esos momentos decisivos en su vida. Si todo salía como esperaba, viviría para contar la historia de este día a sus nietos; si no, él estaría, en momentos, tirado aquí como cadáver. Él sabía que las posibilidades estaban en su contra, pero era una oportunidad que tenía que tomar. En nombre de sí mismo; en nombre de los MacGil; y en nombre de Gwendolyn. Era ahora o nunca.

      Con un movimiento rápido, Kendrick sacó de su espalda una espada corta oculta bajo su camisa; se detuvo y gritó mientras la lanzaba con todas sus fuerzas.

      "¡SILESIOS, ATAQUEN!".

      La espada de Kendrick dio giros y fue directamente hacia el pecho de Andrónico. Fue un tiro poderoso, con un tino verdadero, un tiro lo suficientemente audaz para matar a cualquier otro guerrero.

      Pero Andrónico no era cualquier guerrero. Kendrick estaba un poco lejos y Andrónico fue demasiado rápido; Andrónico logró agacharse justo antes de caer. Aún así gritó de dolor, mientras la hoja rozaba su brazo, brotando sangre. Luego siguió volando a través del aire y asesinó al general que estaba junto a él, cayendo en su estómago.

      Al grito de Kendrick, el caos estalló.