Un Reino De Hierro . Морган Райс

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Название Un Reino De Hierro
Автор произведения Морган Райс
Жанр Героическая фантастика
Серия El Anillo del Hechicero
Издательство Героическая фантастика
Год выпуска 0
isbn 9781632915306



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mío", dijo ella, mirándolo hacia arriba, los ojos de él brillaban con la victoria. "Me siento orgullosa de ustedes. Han hecho más que mantener nuestra ciudad – han vencido a los atacantes. Tú y tus Plateados. Encarnas nuestro código de honor. “Papá estaría orgulloso”.

      Kendrick sonrió mientras inclinaba la cabeza.

      "Estoy agradecido por tus palabras, hermana. No iba a permitir que tu ciudad, nuestra ciudad, la ciudad de nuestro padre, fuera destruida por esos salvajes. No estuve solo; debes saber que nuestro hermano Godfrey montó la primera resistencia. Él y un puñado más, e incluso La Legión, todos ayudaron a refrenar a los atacantes".

      Gwen se volvió para ver a Godfrey caminar hacia ellos con una atribulada sonrisa en su rostro, con una mano en un costado de la cabeza, cubierto de sangre seca.

      "Hoy te convertiste en hombre, hermano mío", le dijo ella en serio, poniendo una mano en su hombro. “Papá estaría orgulloso”.

      Godfrey le sonrió tímidamente.

      "Sólo quería advertirte", dijo él.

      Ella sonrió.

      "Hiciste mucho más que eso”.

      Junto con él llegaron Elden, O’Connor, Conven y decenas de miembros de La Legión.

      "Mi señora", dijo Elden. "Nuestros hombres lucharon valientemente hoy, aquí. Pero me da tristeza decir que hemos perdido a muchos de ellos".

      Gwen miró más allá de él, y vio los cadáveres por toda la Corte del Rey. Miles de McCloud – pero también decenas de reclutas de La Legión. Incluso un puñado de Los Plateados estaban muertos. Les traía recuerdos dolorosos de la última vez que su ciudad fue invadida. Era difícil para Gwen ver eso.

      Ella se volvió y vio a una docena de los McCloud, prisioneros, vivos todavía, con la cabeza agachada y las manos detrás de sus espaldas.

      “¿Y quiénes son estos?", preguntó ella.

      "Los generales de los McCloud", respondió Kendrick. "Los hemos mantenido vivos. Son todo lo que queda de su ejército. ¿Qué nos ordenas hacer con ellos?".

      Gwendolyn los miró con detenimiento, viéndolos a los ojos. Cada uno la miró, orgullosos, desafiantes. Sus rostros eran ordinarios, los típicos McCloud, nunca mostrando arrepentimiento.

      Gwen suspiró. Hubo un tiempo en que ella había pensado que la paz era la respuesta a todo, que si podía ser lo suficientemente amable y lo suficientemente cortés con sus vecinos, que si podía demostrar la suficiente buena voluntad, entonces ellos serían amables con ella y con su pueblo.

      Pero cuanto más tiempo gobernaba, más veía que los demás solamente interpretaban las insinuaciones de paz como un signo de debilidad, de algo que tenía que ser aprovechado. Todos sus esfuerzos de paz habían culminado en esto: un ataque sorpresa. Y no menos que el Día de la Peregrinación, el día más sagrado del año.

      Gwendolyn se sintió endurecer por dentro. Ya no tenía la misma ingenuidad, la misma fe en el hombre como antes. Cada vez más y más, solo tenía fe en una cosa: un reinado de acero.

      Mientras Kendrick y los demás la miraban, Gwendolyn levantó su voz:

      "Mátalos a todos", dijo.

      Los ojos de ellos se abrieron de par por la sorpresa y respeto. Evidentemente no esperaban esto de su reina que siempre había luchado por la paz.

      "¿Escuché correctamente, mi señora?", preguntó Kendrick, con una voz de sorpresa.

      Gwendolyn asintió con la cabeza.

      "Así es", respondió ella. "Cuando hayas terminado, recoge sus cuerpos y expúlsalos de nuestras puertas”.

      Gwendolyn se dio vuelta y se alejó por el patio de la Corte del Rey, y al hacerlo, escuchó detrás de ella los gritos de los McCloud. A pesar de sí misma, se estremeció.

      Gwen caminó por una ciudad llena de cadáveres y llena aún de vítores y música y baile, miles de personas regresando a sus casas, volviendo a llenar la ciudad como si nada malo hubiera ocurrido. Mientras los observaba, su corazón se llenó de temor.

      "La ciudad es nuestra otra vez", dijo Kendrick yendo al lado de ella.

      Gwendolyn meneó la cabeza.

      "Sólo por un corto tiempo".

      Él la miró, sorprendido.

      "¿Qué quieres decir?".

      Ella se detuvo y lo enfrentó.

      "He visto las profecías", dijo. "Los antiguos pergaminos. He hablado con Argon. Yo tenido una pesadilla. Vienen a atacarnos. Fue un error volver aquí. Debemos evacuar de inmediato".

      Kendrick la miró, con su cara lívida, y Gwen suspiró al ver a su gente.

      “Pero mi gente no hace caso”.

      Kendrick meneó la cabeza.

      "¿Qué pasa si estás equivocada?", dijo. "¿Qué pasa si crees demasiado en las profecías? Tenemos al mejor ejército de combate del mundo. Nada puede llegar a nuestras puertas. Los McCloud están muertos, y no tenemos otros enemigos en el Anillo. El Escudo está activado y se mantiene fuerte. Y también tenemos a Ralibar, donde quiera que esté. No tienes nada que temer". No tenemos nada que temer".

      Gwendolyn meneó la cabeza.

      "Ese es precisamente el momento en el que hay que temer más”, contestó ella.

      Kendrick suspiró.

      "Mi señora, esto fue sólo un ataque inesperado", dijo. "Nos sorprendieron el Día de la Peregrinación. Nunca dejaremos la Corte del Rey sin protección otra vez. Esta ciudad es una fortaleza. La ha ocupado durante miles de años. No queda nadie para derrocarnos".

      "Te equivocas", dijo ella.

      “Bueno, aunque así sea, ya te diste cuenta de que la gente no se irá, hermana mía", dijo Kendrick, su voz se ablandó, implorando,"te amo. Pero hablo como tu comandante. Como el comandante de Los Plateados. Si tratas de forzar a la gente para que abandone el lugar, para hacer lo que no quieren hacer, tendrás una revuelta en tus manos. No ven el mismo peligro que tú. Y para ser honesto, incluso yo no lo veo.

      Gwendolyn miró a su gente, y supo que Kendrick tenía razón. No la escucharían. Incluso su propio hermano no le creía.

      Y le rompía el corazón.

*

      Gwendolyn estaba parada sola en la baranda superior de su castillo, sosteniendo a Guwayne firmemente y mirando la puesta de sol, lo dos soles se mantenían abajo en el cielo. En la parte inferior escuchó los gritos apagados y las celebraciones de su gente, preparando una gran noche de fiesta. Allí afuera, vio el paisaje ondulado de las tierras que rodeaban la Corte del Rey, un reino en la cima. En todas partes estaba la recompensa del verano, interminables campos verdes, árboles frutales, una rica tierra exuberante. La tierra estaba conforme, reconstruida después de tanta tragedia, y vio un mundo en paz consigo mismo.

      Gwendolyn frunció el ceño, preguntándose qué tipo de oscuridad podría llegar a aquí. Quizás la oscuridad que había imaginado ya había venido en la forma de los McCloud. Tal vez ya se había evitado, gracias a Kendrick y a los demás. Tal vez Kendrick había tenido razón. Tal vez ella había sido demasiado cautelosa desde que se había convertido en la reina, había visto demasiada tragedia. Tal vez ella estaba, como dijo Kendrick, examinando demasiado las cosas.

      Después de todo, evacuar a su gente de sus casas para llevarlos a través del Cañón a los barcos, a la volatilidad de las Islas Superiores, era una medida drástica, reservada para un tiempo de mayor calamidad. ¿Qué pasaría si lo hacía y no acontecía ninguna tragedia en el Anillo? Sería conocida como la reina que fue presa del pánico sin peligro a la vista.

      Gwendolyn suspiró, sujetando a Guwayne mientras se retorcía en sus brazos y se preguntaba si se estaba volviendo loca. Ella miró hacia arriba y buscó en los cielos alguna señal de Thorgrin, esperando, orando. Al menos esperaba alguna señal de Ralibar, dondequiera que estuviera. Pero él tampoco había regresado.

      Gwen observó un cielo vacío,