Salud del Anciano. José Fernando Gomez Montes

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Название Salud del Anciano
Автор произведения José Fernando Gomez Montes
Жанр Медицина
Серия LIBROS DE TEXTO
Издательство Медицина
Год выпуска 0
isbn 9789587592597



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y alimentos en calidad de retirados, incluso siendo simples macehualtin (campesinos) tomaban lugar en el consejo, respetados por todos, daban consejos, amonestaban y advertían. Entre los mexicanos se encuentra la imagen de un anciano arrugado, barbado, desdentado y encorvado, representación del dios fuego, llamado Huehuetéotl, el dios viejo, era también el dios del tiempo y el patrono de los años solares.

      Los mayas, habitantes del Petén al norte de Guatemala y de la península de Yucatán, tuvieron como creador único e invisible al Hunab-ku, anciano arrugado de un solo diente, cuyo nombre significa “el que existe de por sí”. De nuevo son evidentes la vejez y la sabiduría juntas, el hijo de Hunab-ku, Itzamna, dios maya del cielo, de la medicina, la escritura y el calendario, se representa como un anciano desdentado, barbado, de maxilares hundidos y nariz aguileña. Era un dios bondadoso, amigo de los hombres; fue el primero en repartir la tierra y por su mediación sanaban los enfermos y resucitaban los muertos. Los ancianos de la sociedad maya ocupaban un lugar importante y siempre tuvieron un papel destacado en el ritual religioso.

      En el antiguo Perú, dentro del sistema socioeconómico de los incas, cada individuo daba un rendimiento de acuerdo con sus condiciones físicas, su categoría social y su edad y aún después de los 80 años los ancianos aportaban al grupo social. Los hombres de más de 50 años, es decir, los viejos, estaban exentos de ir a la guerra, del servicio personal y de salir de su casa y su tierra. Servían como despenseros, lacayos o escuderos. Los mayores de 80 años eran guardianes de casas o hacían sogas o frazadas, servían de porteros de doncellas y vírgenes, eran temidos, honrados y obedecidos, daban consejos y enseñaban. Las ancianas Huaman, a los 80 años se ocupaban de tejer costales y de la crianza de animales y niños, con otras ancianas hacían “mingas” o trabajo comunitario en sementeras y con el producto ayudaban a los niños huérfanos.

      La información que se tiene acerca de la avanzada edad alcanzada por los incas no es del todo clara. Existen historias que relatan la existencia de hijos del sol desde los 88 hasta los 200 años, sin embargo, el carácter mítico de los personajes hace que estos datos relativos a la edad deban mirarse con prudencia, lo que sí es evidente, es que la legislación inca acerca de los ancianos no fue dictada para casos excepcionales, sino para circunstancias corrientes de la vida cotidiana, lo cual hace suponer que se alcanzaban edades avanzadas, al igual que en la cultura maya.

      Garcilaso de la Vega cuenta en sus crónicas que es a partir de la conquista española que se logra la seguridad los ancianos: se hacía un censo cada cinco años y los ancianos se repartían en grupos de edad, así, de 50 a 78 años estaban los ancianos “que aún caminan bien”, después estaban los ancianos edéntulos y con problemas de audición, después, los ancianos que no hacían más que comer y dormir, y finalmente los otros; todo esto hace suponer una longevidad extraordinaria. En esta sociedad sin escritura, los ancianos conservaron su papel tradicional de archivos vivientes y formaban un consejo informal en cada tribu que guiaba al monarca. Todos los ancianos eran cuidados por la comunidad.

      En Colombia, existe información de tres grandes culturas prehispánicas: los muiscas y los quimbayas. Entre los muiscas del altiplano Cundiboyacense, parece que la actitud hacia los ancianos no era tan considerada, pues cuando los padres llegaban a la ancianidad, los hijos los echaban de sus casas. Los ancianos, hombres y mujeres, iban de pueblo en pueblo, convertidos en hechiceros y agoreros. Sin embargo, el dios civilizador, Bochica, quien llegó del oriente para dar a los hombres normas de comportamiento y enseñanzas sobre agricultura y tejidos, era un anciano que vivió más de cien años. Este dios, junto con otros caciques, expresa las ideas de sabiduría, poder y experiencia, unidas a la representación de la vejez.

      Los quimbayas, famosos orfebres llamados los maestros del oro, habitaron la región del Eje Cafetero, y se encuentran numerosas crónicas que narran historias de ancianos de edades avanzadas que lucían grandes cantidades de joyas, las figuras de ancianos y los rostros surcados de arrugas aparecen en el material arqueológico de estas tribus, al igual que en las culturas de Tumaco y San Agustín, tienen numerosas representaciones de viejos desdentados o barbados de expresión socarrona y, curiosamente, se encuentran, especialmente en San Agustín, numerosas representaciones de ancianos con imágenes viriles que no se acomodan a la tradicional consideración que asocia la vejez con la decadencia sexual.

      Aunque en las sociedades industriales se acrecienta el desprestigio de la vejez por el descrédito de la experiencia frente a las nuevas tecnologías, al aumentar el número de ancianos su presencia se ha convertido no solo en fenómeno demográfico, sino en asunto político y económico, y es hoy una de las más urgentes preocupaciones en los estamentos gubernamentales. La vejez, hasta ahora asunto esencialmente privado y familiar, se transforma en fenómeno social de envergadura. Con el cambio en la pirámide poblacional, en la sociedad actual el anciano adquiere representatividad social. Sin embargo, el siglo XXI no es ajeno a las paradojas y a las ambigüedades de siglos anteriores, prueba de ello es el vocabulario: adulto mayor, retirado, tercera o cuarta edad, anciano, en todo caso no “viejo”, término actualmente proscrito. Además, algunas denominaciones se elaboran sobre actitudes más o menos optimistas de la vida, por ejemplo, la edad dorada o edad de oro, que sustituyen a otras más pesimistas como el ocaso de la vida. No se puede olvidar que las palabras traducen y construyen procesos sociales. Esta cuestión de la denominación de los ancianos es la expresión de conflictos y de desafíos sociales.

      La vejez y el envejecimiento son construcciones históricas y culturales. Cada sociedad tiene los ancianos que merece. Cada tipo de organización socioeconómica y cultural es responsable del papel y de la imagen de sus ancianos. La historia occidental, desde la antigüedad, está marcada por las fluctuaciones del rol social y político de los ancianos. No hay una evolución lineal ni de la vejez ni de su estatus, es una evolución con altibajos, pero con una tendencia general a la degradación, a la exclusión. Muy temprano en la sociedad se impuso una imagen de una escala de edades como un arco, que se inicia con el nacimiento, con un apogeo en la edad adulta y decae hacia una vejez devaluada. Esta imagen ha afectado profundamente la representación de los ancianos y de la vejez y ha contribuido a la interiorización de la imagen de degradación y de pérdida, fortalecida actualmente con las tendencias antienvejecimiento.

       Capítulo 2

       Historia de la gerontología y la geriatría

      El interés por la vejez y los procesos de envejecimiento se ha producido a lo largo de toda la historia de la humanidad, aunque no siempre ha tenido un carácter científico. Los seres humanos de todas las épocas se han preocupado por prolongar su vida con la intención de luchar contra la muerte y alcanzar la eterna juventud. La imagen y las representaciones de la vejez y de los ancianos son casi tan antiguas como el mundo mismo, en cambio, el estudio científico del envejecimiento surgió después de la Segunda Guerra Mundial, por tanto, es más joven que su objeto de estudio. Sin embargo, desde tempranas épocas en la historia de la humanidad, se encuentran algunos intentos de explicación que pueden ser considerados como antecedentes de la geriatría. Por otra parte, la gerontología como disciplina científica es aún más joven que la geriatría, como se verá más adelante. La gerontología hace referencia al estudio de la vejez y el envejecimiento y la geriatría da cuenta de la salud y las enfermedades de los ancianos.

      En las sociedades primitivas prevalecía el mito sobre toda forma de conocimiento, sin embargo, como se mencionó en el capítulo anterior, el papiro de Ebers (1550 a. C.) contiene la primera explicación sobre el envejecimiento y la cultura china es la primera que diferencia entre envejecimiento y enfermedad.

      En la sociedad griega y luego en la romana, la medicina asentó las primeras descripciones de los padecimientos más comunes