Название | Las guerras de Yugoslavia (1991-2015) |
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Автор произведения | Eladi Romero García |
Жанр | Документальная литература |
Серия | Laertes |
Издательство | Документальная литература |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9788418292491 |
Nikola Pašić, al frente de su Partido Radical, logró vencer en las elecciones de 1923, aunque sin lograr mayoría absoluta. En dichas elecciones quedó muy reducido el grupo parlamentario agrario serbio y desaparecieron los comunistas, muy perseguidos desde los mencionados atentados. Salieron sin embargo reforzados los partidos regionalistas. En definitiva, los grupos políticos que hacían hincapié en la necesidad de abordar problemas sociales quedaron muy debilitados.
Al no contar con mayoría, Pašić hubo de volver a formar una coalición, emprendiendo negociaciones con Radić. Al fracasar, Pašić buscaría el apoyo puntual de formaciones menores para gobernar en solitario. Se volvía así a la situación de inestabilidad anterior a las elecciones de 1923. Mientras, Radić continuaba con sus campañas contra el gobierno central, esta vez solicitando ayuda italiana durante una delicada crisis italo-yugoslava sobre el puerto de Fiume, para disgusto de los serbios, que creían que el Estado estaba arriesgándose a una confrontación con Mussolini a causa de un puerto croata. Al quedar implicado su secretario en una conspiración contra el Estado con apoyo extranjero, Radić huyó del país empleando pasaporte falso en julio de 1923.
En 1923 y 1924, el miembro del Partido Demócrata Ljubomir Davidović, tratando de sustituir a Pašić al frente del gobierno, solicitó el fin del boicot del Parlamento a Radić, que decidió por fin enviar a los diputados croatas a la cámara para facilitar la caída de su antiguo rival Pašić. Pronto, sin embargo, sus críticas al rey, la familia real y el ejército hicieron que cayese el gabinete de Davidović por la dimisión del ministro de Defensa, que no las toleraba. Incapaz de encontrar al tradicional militar para la cartera de Defensa, Davidović hubo de dimitir, dando paso nuevamente a otro gabinete de Pašić. Radić fue arrestado por la misma legislación que había permitido la prohibición del partido comunista.
En las elecciones de febrero de 1925, el apoyo a Radić menguó, y el rey logró convencerlo para participar en el gobierno, ocupando la cartera de Educación en noviembre. Este cambio no mejoró, sin embargo, las relaciones entre Radić y los partidos serbios, aunque sí entre las del político croata con el monarca.
Hartos de las críticas al gabinete y de sus excentricidades, los socios de coalición de Radić le expulsaron del gobierno en abril de 1926, momento en el que también Pašić dimitió como gesto de apoyo a su hijo, acusado de corrupción, aunque con la intención de regresar pronto al gobierno. La muerte le sorprendería durante este proceso (10 de diciembre de 1926). El nuevo primer ministro sería Nikola Uzunović, del mismo Partido Radical Serbio, quien formó gobierno en febrero de 1927.
En abril, tras doce crisis de gobierno y cuatro cambios de gabinete, Uzunović cedió la presidencia del consejo al principal dirigente Radical, Velimir Vukićević, que gobernó aliado con el disidente Demócrata Vojislav Marinković y la JMO de Mehmed Spaho. Recibió también el apoyo del monarca, que libró al gobierno de someterse al Parlamento durante la primavera y el verano y le permitió amañar a su favor las elecciones de septiembre de 1927. En estos comicios, Vukićević logró mantenerse al frente de los Radicales aunque perdiendo apoyos a costa de los Demócrata. Radić perdió un tercio de sus votos aunque no tanta proporción de escaños gracias a la ley electoral que favorecía a las minorías. Las fuerzas regionales mantuvieron sus posiciones. Vukićević creó entonces una amplia pero inestable coalición de Populistas eslovenos, Radicales, Demócratas, JMO y Partido Alemán. Tras las elecciones de 1927, el antiguo centralista a ultranza serbio (aunque nacido en Croacia) Svetozar Pribićević se alió con Radić en su oposición al gobierno.
Este acuerdo entre opositores provocó que el Parlamento entrara en una fase de creciente estancamiento y tensión entre los adversarios políticos. En general, los antiguos súbditos austro-húngaros se oponían cada vez con más vehemencia a la camarilla que controlaba el gobierno central y con él, la administración y las finanzas del Estado. La oposición resultó durísima, sobre todo la de Radić, y el gobierno, al negarse en redondo a cualquier concesión, agravó aún más la crisis política.
De hecho, a comienzos de 1928 la coalición de gobierno entró en crisis por disputas entre los partidos serbios. El rey trató entonces de ganar el apoyo de Radić, aunque sin lograrlo. Radić sugirió por primera vez en febrero la conveniencia de formar un gobierno con un militar al frente. Vukićević siguió no obstante al frente del ejecutivo, pero la alianza de Radić y Pribićević convirtieron el Parlamento en un caos. Las duras acusaciones contra los políticos serbios del antiguo reino, la postura de la oposición que impedía la mejora de relaciones con Italia y el comienzo de la crisis agraria agravaron la situación política.
El 20 de junio de 1928, la tensión política y el estancamiento del Parlamento llegó a su culminación con el asesinato de Radić, su colega de partido Pavle y un tercer parlamentario croatas a manos de un diputado fanático montenegrino, Puniša Račić. El asesino, enfurecido por las tácticas dilatorias y obstruccionistas de Radić y los suyos en la cámara, disparó contra estos, matando a los tres citados e hiriendo a otros dos. Radić fue trasladado a Zagreb, donde falleció dos meses después (8 de agosto de 1928). Tras estas muertes, los diputados opositores se retiraron del Parlamento, al que negaron validez, exigiendo la abolición de la Constitución y la convocatoria de una nueva asamblea constituyente, a la vez que mantenían un programa errático y contradictorio. La postura del gobierno fue completamente negativa y de cerrazón, negándose a hacer concesión alguna a la oposición o siquiera investigar el crimen. Solo el monarca, consciente de la gravedad de los hechos, acudió a visitar al moribundo Radić y trató de apaciguar los ánimos. El gobierno cayó en junio, no tanto por los asesinatos, sino por su incapacidad de lograr un crédito internacional.
Tras contemplar la sugerencia de Radić de un gobierno tecnócrata con un militar al frente, el monarca acabó decidiéndose por un ejecutivo de coalición con el sacerdote esloveno Anton Korošec al frente. Su gobierno no logró calmar la situación, sucediéndose las manifestaciones y las acusaciones mutuas entre los ministros y la oposición. Durante las celebraciones del aniversario de la creación del país, hubo disturbios en Zagreb en los que fallecieron varias personas.
A finales de año, creyendo posible lograr un entendimiento entre los croatas de Vladko Maček, el rey permitió al dirigente de los Demócratas Ljubomir Davidović crear una crisis de gobierno que diese paso a nuevas elecciones y alcanzar así una coalición Demócrata-Campesina, que Davidović prometió como probable. Korošec dimitió el 30 de diciembre de 1928 después de una enésima intriga parlamentaria.
Celebrados los comicios, las demandas de Maček resultaron inaceptables para Davidović, quien hubo de admitir que no había logrado un acuerdo previo con los croatas. El resto de partidos se negaron también a aceptar las demandas del dirigente croata. El 6 de enero de 1929, el rey se decidió entonces al fin por implantar una dictadura real que acabara definitivamente con las crisis políticas. Hasta entonces y desde su fundación, el reino había vivido una historia política turbulenta, con veinticinco cambios de gabinete en diez años.
El sistema parlamentario había fracasado como instrumento de unidad nacional: no existían, aparte de los socialistas y comunistas (de escaso apoyo o pronto prohibidos), partidos nacionales, sino solo regionalistas. La idea de la nación yugoslava no cuajó, manteniendo las comunidades sus identidades regionales. El parlamentarismo se mostró incapaz de resolver los problemas del país, degenerando en una continua disputa entre los grupos políticos por trivialidades, repartos de poder y choques de personalidades entre sus muchos dirigentes. Se sucedieron las coaliciones inestables de partidos, sin base suficiente para durar en el gobierno más allá de unos pocos meses. La falta de mayorías suficientes requería las continuas coaliciones. Las formaciones políticas se distinguían más por la personalidad