Название | La polifonía de la creación |
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Автор произведения | Teresa Aizpún |
Жанр | Документальная литература |
Серия | Pública Textos |
Издательство | Документальная литература |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9786078348947 |
Tal vez, esa idea sea la idea de la belleza de nuestra propia vida, de la de cada uno de nosotros, en cada uno con una forma diferente; pero en todos tiene que cumplir la función de hacernos comprender el vivir como un proceso de desarrollo espiritual. Para eso, más útil que enjuiciar actos concretos es alcanzar una visión correcta de la vida, encontrar su sentido, comprender, por tanto, que tal vez debamos volver al principio y preguntarnos de nuevo ¿qué es la vida?
La segunda pasión que mueve este libro se encamina a despejar una duda: ¿qué significa conocer? O, dicho de otro modo, ¿cómo hay que plantear un problema para encaminarlo realmente a la solución? Algo falla en nuestra forma de pensar, puesto que el conocimiento, que durante siglos hemos alcanzado, no parece que nos ayude demasiado a vivir mejor, a comprendernos mejor, y a relacionarnos mejor con nosotros mismos y con el mundo. Tal vez haya que replantearse la forma misma del conocimiento.
Durante mi época universitaria, el desprecio que percibía en la mayoría de los planteamientos filosóficos por el cuerpo, lo femenino, lo “defectuoso”, lo afectivo, la voluntad, definió en cierto modo mi búsqueda. Ese desprecio que viene de lejos en nuestra cultura occidental, pues se remonta al origen mismo de la filosofía, y del que hacían gala prácticamente todas las corrientes de pensamiento, nos llevaba, a nosotros estudiantes, a creer que ese era un punto de partida necesario para el pensamiento. A mí, esta postura siempre me produjo la sensación de que, justamente en esos aspectos rechazados del ser humano, se encerraba la clave de la comprensión. Con el tiempo, he creído ver en este desprecio un terrible miedo a la vida, un miedo que no sólo afecta a los intelectuales, aunque probablemente éstos lo padezcan con mayor intensidad. Por esta razón, mi búsqueda comienza ahora justamente desde ahí.
Metodológicamente hablando, esto se traduce en una investigación que parte, digámoslo así, desde “abajo”, desde aquello que yo consideraba olvidado: lo individual y concreto, en contraposición al sistema habitual de elaboración de modelos –un invento de la filosofía que con el tiempo se ha extendido a todas las ciencias como método de trabajo–,4 y que permite considerar a los individuos como “casos” a partir de una definición. “Ni el arte ni la ciencia se ocupan de lo individual”,5 afirmaba Aristóteles. Este tipo de generalizaciones conllevan evidentes ventajas prácticas, pues no sólo posibilitan el manejo rápido de datos, sino el cálculo matemático para imaginar posibilidades de lo real. De esta forma, el dominio de nuestros conceptos se identifica con el control de la realidad. El problema es si el conocimiento así obtenido se ajusta de verdad a lo que pretendemos conocer. Voy a poner un ejemplo.
Habitualmente, esa generalización se lleva a cabo absolutizando aquello que consideramos la característica más propia de algo. Como dice Aristóteles en su Metafísica: “es sobre todo en lo más perfecto donde se revela la naturaleza de la cosa”. Por ejemplo, para la filosofía griega que se desarrolla a partir de Sócrates, el pensamiento era la capacidad más alta del hombre y, por tanto, su principal característica. Consecuentemente, éste se definía, a partir de esta capacidad, como “animal racional”, considerando además la razón en su más alto grado de desarrollo: el filósofo. Claro que luego teníamos problemas para incluir en la categoría de “ser humano” a un enfermo, un esclavo o una mujer, que no tenían ninguna formación, ni posibilidad de adquirirla. Esto sólo es un ejemplo de esta manera de pensar que se ha desarrollado en Occidente, en todos los campos de nuestra cultura, a lo largo de los siglos. El conocimiento obtenido de esta forma es realmente práctico, manejable, sacamos fácilmente conclusiones, pero a menudo, no sabemos por qué, a partir de ese conocimiento llegamos a acciones o conclusiones aberrantes, y es que este tipo de definiciones tan sesgadas, tienen importantes consecuencias prácticas. La explicación es que hemos confundido nuestro concepto de algo con la realidad que representa, siendo éste sólo un aspecto de la misma, que no debe separarse del resto, ni identificarse con el todo.
En consecuencia, en este trabajo he querido proceder a la inversa, no desde definiciones modélicas y supuestamente universales, sino desde lo que individualiza al hombre, lo que le hace único: desde la enfermedad, desde la materia, desde el aprendizaje de lo elemental, desde lo pequeño y lo concreto. He llegado a la conclusión de que este es el único camino a la verdadera universalidad, es decir, al conocimiento de lo real. Soy consciente de que, en cierto modo, pensar es siempre simplificar (omnis determinatio ist negatio, decían los escolásticos con razón), pero en Occidente, en el desarrollo de esta forma de ciencia, a menudo nos mueve más el afán de obtener resultados prácticos que el verdadero saber. Naturalmente, como contrapartida llegar a modelos y “recetas” que nos faciliten la vida y nos ahorren el esfuerzo de pensar por nosotros mismos será difícil. Pero es que el “aprenda inglés en 15 días” nunca es real.
Definir un modelo de vida y establecerlo como “lo correcto” facilita mucho, evidentemente, las cosas, pero tal vez ha llegado el momento de darle a la libertad su verdadera dimensión. Creo que no debemos ahorrarnos trabajo en algo tan serio y cada uno debiera llevar a cabo su propia tarea. Sólo meditando personalmente sobre estas cosas entendemos de verdad el vivir, cada uno el suyo, sólo así encontramos ese pensamiento que todo ser humano necesita y que es un pensamiento vivo, un pensamiento-experiencia, sólo evitando lo más lamentable de la cultura moderna en Occidente, y que ha provocado que tanta gente se vuelva hacia Oriente: “la falta de transformación del conocimiento puro en conocimiento activo que alimente la vida del hombre que lo necesita”,6 será “útil” el pensamiento.
Me propongo, por tanto, un acercamiento al ser humano desde sus límites, habitualmente considerados inferiores. Partiré del concepto de “materia” para comprender la relación que tiene el hombre con ella. Creo que eso nos ayuda a vislumbrar nuestro lugar en el mundo, o mejor, por qué el hombre sólo es hombre siendo mundo. Esta es la razón por la cual en un proyecto, en principio filosófico, colabora un físico y recurro a menudo a otras disciplinas. No ignoro que la interdisciplinariedad tiene también sus riesgos: el quedar fuera de todos los campos académicos y no contentar a ninguno, es uno de ellos; el quedarse siempre corto, es otro, pues evidentemente todas las perspectivas no pueden abarcarse aquí en profundidad. Pero asumiré el riesgo. En un trabajo de fundamentación como éste, creo que es más provechoso ver menos detalles y abarcar más claramente el contorno de la figura y su situación en el todo.7 En esta exposición no pretendo, por tanto, un estudio exhaustivo de cada tema, sino una corrección del enfoque, encontrar una perspectiva que nos ayude a entender. Lo que me planteo en este trabajo no es otra cosa que la dirección certera de nuestra mirada. Para mí ha supuesto la elaboración de un nuevo mapa mundi, una carta de navegación.
Notas
1) María, Zambrano, “La perplejidad. (Fragmento de la ‘guía’, forma del pensamiento)”. pp. 151-176.
A lo largo del trabajo citaré de forma completa sólo la primera vez que aparezca una obra, seguidamente citaré autor y página, salvo en los casos en los que, por utilizar más obras de un mismo autor, aparecerá el título de la obra y la página.
2) Ibíd., p. 156.
3) Ibíd., p. 168.
4) Hablar de modelo presupone el conocimiento del final de un proceso, dentro de un pensamiento lineal (causa/efecto) que hace posible no sólo la repetición de algo a voluntad, sino su asimilación última a una ley. Contempla lo individual como caso, y presupone la objetividad del conocimiento basado en la absolutización de una única característica, lo cual hace posible comparar el desarrollo de diferentes casos, en diferentes momentos.
5) Aristóteles, Metafísica, p. 981a.