Название | Contendiendo por nuestro todo |
---|---|
Автор произведения | John Piper |
Жанр | Философия |
Серия | |
Издательство | Философия |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9781629463117 |
Publicado por:
Publicaciones Faro de Gracia
P.O. Box 1043
Graham, NC 27253
www.farodegracia.org ISBN 978-1-629463-11-7
Originally published Contending for Our All Copyright © 2006 by Desiring God Foundation
Published by Crossway a publishing ministry of Good.News Publishers Wheaton, Illinois 60187, U.S.A. This edition published by arrangement with Crossway. All ríghts reserved.
© 2021 by Publicaciones Faro de Gracia. Traducción al español realizada por Victor Velasco; edición de texto, diseño de la portada y las páginas por Francisco Adolfo Hernández Aceves. Todos los Derechos Reservados.
Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada en un sistema de recuperación de datos o transmitida en cualquier forma o por cualquier medio — electrónico, mecánico, fotocopiado, grabación o cualquier otro— excepto por breves citas en revistas impresas, sin permiso previo del editor.
©Las citas bíblicas son tomadas de la Versión Reina–Valera ©1960, Sociedades Bíblicas en América Latina. © renovada 1988, Sociedades Bíblicas Unidas, a menos que sea notado como otra versión. Utilizado con permiso.
Para:
R. C. Sproul
Contendiente fiel por la suprema grandeza
de la santidad de Dios
Contenido
1. Contendiendo por Cristo contra mundum (contra el mundo)
2. Manteniendo la comunión con Dios en las cosas por las que contendemos
3. Contendiendo por los hechos en aras de la fe
Nuestra oración en tiempos de controversia
La manera en la que fuimos educados y toda la atmósfera del mundo en el que vivimos garantizan que nuestra principal tentación sea la de ceder a los vientos de doctrina, no la de ignorarlos. No es muy probable que seamos conservadores; en realidad, somos muy propensos a ser esclavos de las modas. Si uno tiene que decidir entre leer libros nuevos o leer libros antiguos, es preferible elegir los antiguos: no porque sean necesariamente mejores, sino porque contienen precisamente aquellas verdades que más se descuidan en nuestra época. Los estándares del cristianismo permanente deben estar claros en nuestras mentes, y a partir de esos estándares debemos poner a prueba todo pensamiento contemporáneo. De hecho, sin importar cuál sea el costo, no debemos movernos con los tiempos. Pues servimos a Aquel que dijo: «El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán»
(Mateo 24:35; Marcos 13:31; Lucas 21:33).
C. S. Lewis , “Christian Aapologetics” [Apologética cristiana], en: Essay Collection and Oother Short Pieces [colección de ensayos y otras piezas cortas] (Londres: Harper Collins , 2000), p. 149
l título de esta serie de libros, «Los cisnes no guardan silencio», proviene de una historia sobre San Agustín. Cuando dejó sus funciones como obispo de Hipona, en el norte de África, en el año 326 d. C., su humilde sucesor, Heraclio, se levantó para hablar y dijo: «El grillo chirria, el cisne guarda silencio».1 Por lo tanto, al titular esta serie con la frase «Los cisnes no guardan silencio» me refiero a que las grandes voces como la de Agustín han sido escuchadas a lo largo de la historia de la iglesia, y nosotros haríamos bien en escucharlas.
Le agradezco profundamente a Dios que los cisnes no hayan guardado silencio, y que la lista de inspiradores héroes de la fe de Hebreos 11 no terminó en el Nuevo Testamento. Dios ha obrado a través de la vida de innumerables santos, de los cuales deberíamos decir: aunque murieron, «aún hablan» (cf. Hebreos 11:4).
Algunos cisnes están vivos y todavía cantan en nuestra época. Pero no son muchos. Y sólo el tiempo dirá si su canto sobrevivirá a lo largo de los siglos. Sin embargo, el tiempo ya le ha dado un veredicto a cientos de cisnes del pasado. Ellos han muerto, y sus obras han pasado la prueba del tiempo. Por lo tanto, escuchar sus cantos es algo especialmente valioso para nosotros. Puedes escucharlos cuando estudias lo que ellos escribieron, o cuando lees buenas biografías acerca de ellos. Probablemente, es más sabio usar nuestro tiempo de esa manera, en lugar de usarlo para estar actualizados con las noticias recientes que serán olvidadas en quince días, y las ideas modernas que en diez años demostrarán ser carentes de poder.
No conozco a nadie que haya defendido a los autores y a los libros antiguos mejor que C. S. Lewis (1898–1963). Cuando estaba a punto de cumplir sesenta años, confesó con humildad y sabiduría: «He vivido casi sesenta años conmigo mismo y con mi propio siglo, y no estoy tan enamorado de mi persona ni de mi siglo como para no tener el deseo de mirar hacia un mundo que va más allá de ellos».2 Cuando hablaba de un «mundo que va más allá de ellos» no se refería a un mundo futuro o de fantasía. Se refería al mundo del pasado.
Él puso en práctica lo que predicaba al escribir una introducción a la obra de Atanasio, La encarnación del Verbo, escrita probablemente en el año 318 d. C. Arriesgándome a que te sientas tentado a dejar a un lado este libro y comiences a leer sólo libros antiguos, compartiré lo que Lewis dijo acerca de la lectura de libros antiguos como el clásico de Atanasio.
Se ha difundido la extraña idea de que, sin importar el tema, los libros antiguos sólo deberían ser leídos por los profesionales, y que el lector amateur debería contentarse con los libros modernos (…) [Los estudiantes no buscan los libros de Platón, sino los libros acerca de Platón] —leen todo lo referente a los «tecnicismos» y la influencia de Platón en una sola lectura de doce páginas que resume lo que Platón realmente dijo (…) Pero si tan solo supieran que ese gran hombre, en virtud de su grandeza, es mucho más inteligible que su comentarista moderno…
Ahora bien, a mí me parece que ese es un mundo al revés. Naturalmente, debido a que yo mismo soy escritor, no deseo que el lector ordinario nunca lea libros modernos. Pero si ese lector tuviera que elegir sólo entre los libros antiguos o los modernos, mi recomendación sería que leyera los antiguos. Y le daría este consejo precisamente porque es un lector amateur y, por lo tanto, tiene menor discernimiento que un experto y tiene menos protección en contra de los peligros