A comienzos de los años setenta, Roberto Gómez Bolaños le presentó al mundo la historia de un niño huérfano de 8 años que llegó a una humilde vecindad y pasaba gran parte de su tiempo en un barril. Nadie sabía su nombre, solo le decían «Chavo». A partir de entonces, la televisión y la cultura latinoamericana no volverían a ser las mismas. Personajes como Don Ramón y Quico, frases e historias de amistad y humildad quedarían grabadas en la memoria de varias generaciones.