A Dionisio le interesaba subrayar los orígenes griegos de Roma –que según él no era una ciudad etrusca–, y la importancia de la virtud y la piedad tradicionales en la gestación de su hegemonía. Dionisio de Halicarnaso nació hacia 60 o 55 a.C. en esta ciudad de la costa de Asia Menor, pero su interés por la oratoria le llevó a trasladarse, en 30 a.C., a Roma, donde se dedicó a su enseñanza. Compaginó la labor pedagógica y la composición de su obra capital: Historia antigua de Roma, o Antigüedades romanas (Romaike archaiologia), en veinte libros. La Historia pretende ser una historia universal de Roma, de las que proliferaron en el periodo helenístico. Abarca desde antes de la fundación de Roma (752 a.C.) hasta el inicio de la Primera Guerra Púnica (264 a.C.); hoy conservamos poco más de la mitad de la obra, y sólo podemos leer de manera continuada hasta el 440 a.C. (fecha del fin del Decenvirato, donde finaliza el libro XI). El resto –del libro XII al XX– nos ha llegado de modo fragmentario y en resúmenes. Uno de los principales objetivos de Dionisio era didáctico: mostrar a sus compatriotas griegos el carácter de la fundación de Roma, y las razones de su expansión y desarrollo vertiginosos. También le interesaba subrayar los orígenes griegos de Roma –que según él no era una ciudad etrusca–, y la importancia de la virtud y la piedad tradicionales en la gestación de su hegemonía.