Como griego de las provincias, Apiano aporta varios elementos novedosos a la comprensión de la historia de Roma, y traza un espléndido relato de las guerras civiles del 146 al 70 a.C. Nacido en Alejandría a finales del siglo I d.C., Apiano desempeñó varios cargos públicos de relieve y estuvo en contacto con los ámbitos de poder próximos al emperador de Roma, como era la norma entre los historiadores del mundo antiguo; optó por encauzar su sólida formación cultural e intensa vida política hacia la actividad literaria en la forma de crónica histórica. Su propósito era trazar una historia de Roma desde sus inicios, con la llegada del troyano Eneas a suelo itálico; la obra alcanza hasta la muerte de Sexto Pompeyo en el año 35 a.C. Se trata de sucesos ya distantes del historiador, que tuvo que confiar en fuentes escritas cuya identificación ha ocupado a la crítica. Su obra es un intento de historia universal, de los que tanto hubo en el periodo helenístico. Éste se distingue de los demás por la ordenación del material, que no se distribuye según criterios cronológicos, sino con arreglo a la etnografía: los diferentes libros tratan por separado la historia de diversas zonas del mundo conocido, tal como fueron entrando en contacto con Roma y sucumbiendo, aspecto éste que confiere unidad a toda la obra y entronca con el método clásico de Heródoto, cuyo enorme magisterio proporciona a Apiano una pauta para entender la historia de Roma.
El relato del fin de la República conecta con maestría las fuerzas económicas, sociales y políticas. En el haber de la tarea de Apiano los estudiosos han destacado su acertada distribución de los heterogéneos materiales que maneja y su acceso a fuentes que no conoceríamos de no ser porque las conservó y mencionó en su Historia, las cuales contienen datos e interpretaciones de suma relevancia para la historiografía política. Por añadidura, como griego de las provincias, Apiano aporta varios elementos de interés: un novedoso enfoque periférico del imperio, la inclusión de aspectos que un romano no consignaría por resultarle ajenos y la exposición de paralelismos entre instituciones romanas y griegas. Apiano se consideraba heredero de los historiadores clásicos: Heródoto, Tucídides y Jenofonte, pero no los plagia ni imita. Su lenguaje revela la imbricación de la cultura grecorromana; lejos de afectar un aticismo artificial, resulta claro y sin pretensiones, entiende el estilo como deliberado vehículo para la transmisión efectiva de informaciones.
Como griego de las provincias, Apiano aporta varios elementos novedosos a la comprensión de la historia de Roma. Apiano carece del genio historiográfico creador de un Tucídides o un Polibio, pero la información que recopila y selecciona con tino es fundamental para conocer varios lances de la historia de Roma, de los que es el único testimonio o como mínimo el más importante: usó diversas fuentes de variado signo, según el episodio que se proponía relatar, muchas de las cuales se han perdido parcialmente o por completo. La Historia dedica cinco libros a las guerras civiles, y constituye nuestra única narración continua conservada del periodo que abarca desde los Gracos hasta Accio, lo que ha motivado el interés moderno por Apiano. Éste se interesa especialmente por las repercusiones de las guerras civiles en las provincias y la anexión de Egipto, y trata de dar a los variopintos hechos que refiere de un sentido unitario y global.